Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

jueves, 30 de agosto de 2018

UNIVERSO, MENTE Y CONCIENCIA (desde las enseñanzas no duales), por Sergio Trallero Moreno

Pese a lo que puede sugerir el título, esta conferencia no va a tratar de ciencia, neurociencias, cosmologías o teorías físicas de vanguardia; ni tampoco de ningún enfoque Nueva Era, sino que va a estar centrada en fuentes tradicionales, maestros de linaje y textos sagrados.
Tengo que advertir que todo esto es un discurso mental evidentemente, pero para referirme a realidades inefables que no se pueden definir con palabras. Por lo tanto recomiendo tomarlo como un "juego del lenguaje" que pueda inspirar a cada uno lo que hay más allá de dichas palabras. De hecho sería más apropiado hacer silencio o estar meditando. Pero el lenguaje también es una facultad divina presente en el hombre y si se sabe usar bien es bastante evocador. 
Quería enfatizar que la espiritualidad genuina se basa ante todo en un cambio en la percepción de la Conciencia desde la que vemos la realidad y a nosotros mismos. Y para ello es fundamental soltar todas las programaciones mentales que arrastramos, tanto personales, familiares, sociales y culturales. Tenemos toda una serie de condicionantes, muy inconscientes, que nos determinan. De lo que se trata es de soltar todo ello para conectarnos con una visión de la realidad totalmente espontánea, sin esfuerzo y abierta: una comprensión directa de lo real.   
Somos hombres occidentales, y el drama de Occidente es que los últimos quinientos años de la Modernidad ha habido una confusión muy grande de todos estos asuntos. Pero en Occidente también ha habido referencias importantes en cuanto a esta aprehensión directa de la Realidad: en la Grecia presocrática hubo muchas intuiciones de los primeros filósofos que intentaron pensar la unidad de la Naturaleza. En el Hermetismo greco-egipcio también había otra forma de espiritualidad, más esotérica y "hermética". Dentro del Judaísmo la Cábala hebrea desarrolló toda esta visión no dual. Los grandes místicos cristianos también nos han hablado de lo mismo. Y dentro del Islam el Sufismo representa la espiritualidad no dual.

Para empezar por aquí, dentro del Sufismo se hace mucha alusión a que la facultad espiritual por excelencia reside en el Corazón. Es decir, el único órgano facultado para esta comprensión no dual de la realidad. De hecho se le llama el Ojo del Corazón, o también el  Ojo de la Certeza  ('ayn ul yaqin en árabe). Hay un hadith del Profeta muy conocido en que Al-lah le revela: "el Cielo y la Tierra no pueden contenerme pero el Corazón de mi servidor me contiene".  Es una forma de expresar que el Espacio del Corazón es Infinito, más amplio que el Cielo y la Tierra y todos los mundos. 
En la línea de lo ya mencionado, aunque hablemos con un lenguaje, de lo que se trata no es de un conocimiento intelectual sino de un conocimiento que tiene que ver con el sabor.  El Corazón es el que saborea estas realidades tan excelsas, y en el Sufismo hay un concepto llamado Dhauq que hace referncia a este sabor que experimenta el Ojo del Corazón cuando se abre y percibe estas certezas. De hecho la palabra "sabiduría" tiene una etimología común con "sabor", "saber" (no conceptual) . La Sabiduría es así algo que se paladea desde el Corazón, no desde la cabeza y la mente. También paralelamente en la India existe el concepto de Rasa, en referencia a la experiencia estética, íntimamente ligada a la espiritual, y la contemplación sensorial y suprasensorial de forma unitaria.
Por lo tanto la Espiritualidad, en este sentido, se basa en certezas y no en creencias. Estas  últimas son todos los constructos socio-culturales: ideologías, religiones, filosofías, teorías científicas. La espiritualidad no trata de todo esto sino de certezas inmediatas en la aprehensión directa de la conciencia. Por lo tanto todo ello lo ponemos entre paréntesis o lo tiramos a la basura, en la medida que podamos. 
En filosofía hay un concepto clásico usado también por filósofos contemporáneos llamado Epojé, que consiste en suspender el juicio y poner entre paréntesis todo lo que "sabemos" para observar lo que percibimos, como si de repente naciera la Conciencia en el ahora totalmente pura y cristalina, sin ningún contenido elaborado ni programación. Esta reducción fenomenológica, en sentido filosófico, fue abordada ya por Descartes, el padre del pensamiento moderno. Hizo una epojé, una reducción en la que puso todo en suspenso hasta llegar a su famoso cogito ("pienso, luego existo"). Lo cual es el drama del pensamiento moderno porque encierra la realidad en un sujeto individual al que le definen sus pensamientos. Cuando precisamente la espiritualidad no dual muestra lo contrario. Es decir: "en la medida en que no pienso, soy". La constatación de los grandes meditadores es la contraria al cogito cartesiano: somos en la medida en que no nos identificamos con los pensamientos. Este es el drama occidental en que se cierra todo en un sujeto individual, que deja así de estar abierto a un sujeto divino, universal. 
Entonces, si practicamos esta epojé, esta reducción fenomenológica, suspendemos el juicio y dejamos todas las programaciones mentales y adherencias que arrastramos, en un Acto contemplativo puro, ¿qué es lo que percibimos? ¿Qué aparece a la atención cuando meditamos?
La Certeza que se percibe básicamente es la siguiente: que aparecen y desaparecen formas en la pantalla de una Conciencia. Esta es la certeza inmediata que apercibimos, antes de racionalizar dichos contenidos y hacer constructos teóricos, científicos y filosóficos. De todos modos, este devenir de formas sobre el fondo de una Conciencia se podría matizar, en un sentido primario, en los tres aspectos que dan título a la conferencia: Universo, Mente y Conciencia, lo que constituye realmente una Triunidad universal (tal como es descrita de un modo u otro en toda tradición sagrada).
Esta Triunidad que aparece a la Conciencia se presenta como:

Un mundo fenoménico-externo, compuesto por objetos, cuerpos, la naturaleza, el cosmos.

Un mundo psíquico-interno: compuesto por pensamientos, emociones, memoria, imaginación, sueños.

- Un Espacio-vacuidad: recipiente en donde se dan y aparecen las anteriores formas, ya sean externas o internas.  

Así, tenemos una única Realidad, no dual, indivisa, continua y sin fisuras, pero paradójicamente autopercibida de tres modos diferenciados: ya sea como Universo objetivo, como Mente subjetiva-conceptual, o como Conciencia omniabarcante.

Desde el Vedanta se habla de los tres cielos de la Conciencia: el “cielo exterior físico”, la “mente-cielo” y el “cielo de la pura conciencia”. Son los mismos tres niveles que desde esta tradición se vinculan principalmente a los tres estados de conciencia samsárica: el estado de vigilia en que nos encontramos ahora, el estado de sueño con sueños y el estado de sueño profundo sin sueños; es decir, la “objetividad” del mundo en la vigilia, la pura “subjetividad” del psiquismo onírico, y el reposo de la "vacuidad" que los contiene de modo seminal. 
Entonces, la certeza de la conciencia consiste en que estamos inmersos en un devenir contínuo por estos tres estados. Este sería el samsara de la conciencia. 
Desde este punto de vista, el Universo entero está contenido en la Conciencia, siendo por tanto él finito y sólo ella Infinita. Es decir, no hay nada fuera de la Conciencia. Del mismo modo, si eres Conciencia y el Mundo está dentro de la Conciencia, nada que ocurra en él puede realmente afectarte, incluido el cuerpo y todo tipo de energías.
Esto es una percepción totalmente inversa al materialismo en que se basan las programaciones mentales del medio en el que estamos, que nos dicen que existe un mundo objetivo independiente del sujeto. Este estado enajenado de conciencia nos parece "normal" porque se ha instaurado por costumbre en los últimos 500 años.
Pero el hecho de que percibamos en apariencia un mismo mundo exterior no es la prueba de que éste exista per se, sino la prueba de la existencia de una misma Conciencia, "bifurcada" en múltiples sujetos. Esto supone el paso de un materialismo absoluto a un idealismo absoluto, en sentido espiritual, no filosófico. 
Todo esto (que el Universo esté dentro de la Conciencia) es lo que precisamente hace que la Astrología funcione y sea real, aunque del mismo modo también hace que ésta nunca pueda demostrarse "objetivamente", pues no hay mundo exterior independiente.
Si sólo hay un Universo-Conciencia, sólo puede haber un Individuo (In-diviso), es decir siempre una misma Carta Natal en perpetuo devenir (Shiva Nataraja danzando con todas sus potencias-shaktis o patrones vibratorios que se ritman musical-geométricamente). Así, no tiene sentido hablar de diferentes cartas natales ni de un propósito individual, ni misión, ni de ser un ser especial; todo ello caramelos para el Ego de los que debemos descargarnos y liberarnos. La carta natal personal sólo tiene realidad en la memoria, en el recuerdo del impacto del nacimiento, algo ya inexistente y ciertamente ilusorio.  
No estoy negando la realidad relativa de la individualidad, sino sólo abordándola desde un punto de vista espiritual advaita. De hecho la astrología nos muestra que cada persona es una ventana que abre la Conciencia para observarse a sí misma, en una forma cósmica determinada, única e irrepetible, no estática, sino en constante dinamismo y devenir. Desde unas coordenadas espacio-temporales concretas y específicas, en una hora y un lugar, desde ese ángulo y perspectiva única, es siempre la misma Conciencia la que se auto-observa en cada uno de nosotros, ya que en el fondo tenemos la misma carta natal, los mismos signos y planetas, al ser hijos del mismo Cosmos-Uno. Parcelar este último como si fuera tuyo y apropiarte de él, como se hace desde el discurso astrológico común, no es más que cosificar aún más el Ego hacedor, el ahamkara 
Cerrando paréntesis sobre la astrología y volviendo a los tres estados de Conciencia samsárica, es importante resaltar que se menciona un 4º Estado: Turiya, presente indivisiblemente en los tres, esto es, el sustrato que unifica todos ellos siempre presente. Voy a leer a continuación algunos textos sagrados y de maestros, que ilustren esta realidad inefable.  

En Katha Upanishad II se dice lo siguiente:

"La Conciencia es la Luz Suprema (Prakasha). En ella no brilla luz física alguna, como el sol, la luna o las estrellas, o el relámpago, por no decir el fuego. La Conciencia es su propia luz, y brillando Ésta, todo lo demás brilla tras Ella. Es gracias a su luz que todo lo demás aparece ante la vista". 

Se identifica la Conciencia con la Luz, pero no la luz del mundo, la sensorial, sino con una Luz metafísica.

Shankarâchârya dice en el Atma Budha: 

"Él es Brahma, por el que todas las cosas son iluminadas, cuya Luz hace brillar el Sol y todos los cuerpos luminosos, pero que no es hecho manifiesto por su luz".

Es decir, hay un ámbito inmanifestado que permite la manifestación, que es esta Conciencia Suprema, este estado último de turiya. El mundo fenoménico no lo agota, lo trasciende aunque lo incluya, hace manifestar toda la luz y todos lo brillos pero no es hecho manifiesto de forma completa por esta luz. En esencia es más, pues hay una oscuridad divina escondida detrás, no manifestada. 
Un maestro advaita contemporáneo muy conocido, Nissargadatta Maharaj, recordaba continuamente que la realización espiritual consiste en "llevar a la vigilia el estado de sueño profundo". 
Este último es el estado de meditación natural presente en todo el mundo. Al hombre podíamos definirlo como hombre meditador, porque no podemos vivir sin dormir, necesitamos entrar en el sueño profundo, para entrar en el gozo y serenidad total resultado de no haber ninguna perturbación de formas. Pero en el hombre ordinario ocurre de forma inconsciente; de lo que se trata entonces es de  llevarlo a la atención consciente. 
También Nisargadatta, muy bueno deconstruyendo la mente y las falsas identidades, decía: "tú eres independiente del espacio y el tiempo. El espacio y el tiempo están en ti, y no tú en ellos...  en realidad, tú eres infinito y eterno". Es decir, la identificación con el cuerpo nos genera una sensación finitud espacial; mientras que la identificación con la mente nos genera una sensación de finitud temporal, siendo ambas sobreimposiciones artificiales al estado natural de la Conciencia. 
Quería mencionar también algunas cuestiones referentes a la espiritualidad neoadvaita hoy de moda, sobre todo en cuanto a los peligros neuróticos que pueden darse en algunas personas por una mala comprensión. Al afirmar que no eres el cuerpo y el mundo es ilusorio nos podemos disociar de la realidad y generarse un "ego espiritual" a modo de refugio evasivo en una supuesta Conciencia Testigo inafectada, siendo más bien una representación conceptual hiperabstracta de ella, lo cual no es una síntesis desde el corazón sino un constructo mental más, que nos despersonaliza, nos fragmenta y nos desconecta de lo emocional, energético y físico.
También la crítica que se hace al Vedanta sobre todo desde las corrientes tántricas apunta a que  su noción de Realidad Suprema, Brahman o Atman, es un principio inerte, inmutable, sin shakti, y que por tanto el mundo (y el cuerpo) no puede ser real sino sólo ilusorio, o un mal sueño. Fácilmente se llega así, tras una mala comprensión, a una autorrepresentación impasible e impersonal en forma de ego hipermental-abstracto, que desemboca en la neurosis del Narcisismo espiritual, es decir, en una inflación cósmica del yo.
Por ello a continuación hablaré de las tradiciones tántricas, tanto shivaitas como budistas, porque desde ellas se integra el mundo, las energías, etc. pues todo lo sensorial y fenoménico es real y está dentro de la Conciencia, con lo que no tenemos que alejarnos de ello para trascenderlo. 
Pero antes quería mencionar también a otro maestro muy conocido, el gran Ramana Maharshi, que aunque a veces se le presenta como vedántico, tiene puntos muy shivaítas, de hecho su referencia era la Montaña de Shiva Arunachala. Ramana todo lo remite siempre a la Consciencia autoluminosa y al Corazón de la Realidad presente en el núcleo de todo ser, desde su exposición de la  autoindagación - Atma vichara - que consiste en volcar la mente hacia adentro, hasta ir a la raíz de todo concepto, es decir, hasta llegar a la identidad o idea de "yo", el concepto raíz que sustenta al resto. Las semillas -bijhas- del karma deben ser reabsorbidas hacia el Corazón y quemadas allí para que no broten más en forma de nuevos constructos mentales. 
El propio Ramana dice: "El cuerpo no es más que una mera proyección de la mente, y la mente no es más que un pobre reflejo del Corazón radiante. El Corazón es la fuente, el origen, el medio y el fin de todo. El Corazón, el espacio supremo, nunca es la forma. Es la luz de la verdad".
Retomando con el principio de la charla, vemos que el Corazón, en todas tradiciones gnósticas, es la sede de la Conciencia y del Conocimiento espiritual. 

Voy a hablar ahora del Shivaísmo advaita de Cachemira, en lo que tal vez sea el mayor desafío no-dual, porque se basa en una aprehensión de lo Absoluto no de forma estática sino dinámicamente, lo cual supera incluso al Vedanta. Las vías tántricas no rechazan el mundo sino que se realizan en él, como ya se ha mencionado.  
Se le conoce también como Trika, porque también divide la realidad en tres niveles: un primero de dualidad, un nivel intermedio de dualidad no dual, y un nivel supremo de no dualidad absoluta, que encajan perfectamente con el título de la conferencia y los tres estados de conciencia samsárica. 
Citando a Avhinagavupta,  la gran referencia del Shivaísmo de Cachemira, en su verso 1 del Paramarthasara, observamos una muestra de este aspecto no dual como punto de partida, a la vez trascendente e inmanente a todos los seres: 

"Al que transciende, al que está más allá de Maya, al que no tiene principio, al Uno, al que existe en todos los seres en multitud de formas, al que es el refugio de todo y está en todo lo animado e inanimado, a Él solo, ‘Sambhuṃ, me dirijo en busca de protección".

La doctrina tántrica del Shivaismo se fundamenta en la Pulsión original Shiva-Shakti, es decir una misma Consciencia-Energía indisociable cuya esencia consiste en una Libertad absoluta sin restricciones (svâtantrya). 
El universo y los mundos son el resultado de un desbordamiento en la Conciencia a través de los poderes de la Shakti original, ya sea como cit-conciencia, como ananda-gozo, como iccha-voluntad, como jñana-conocimiento, o como kriya-acción. Estas son las 5 energías básicas de la realidad, todo viene de ellas. A esta Vibración Eterna que define la Conciencia según el Shivaísmo se le ha llamado también spanda. Así, la manifestación es una saturación de consciencia que rebosa a sí misma, porque Shiva es siempre pleno (purna ahamta), y al no carecer nunca de nada su acto creativo solo puede ser un desbordamiento sobre sí. Al mismo tiempo, este acto lo produce a voluntad como un Juego cósmico (Lila), puesto que no hay nada que lo restringa, en su absoluta libertad. Este juego lo lleva a cabo con un automovimiento quíntuple: se auto-oculta (nigraha), se autodesborda (srishti), se autoconserva (sthiti), se autoabsorbe (samhâra) y se auto-revela (anugraha). 
Se ilustra a su vez el despliegue del universo en 36 categorías o tattvas, siempre bajo un principio de continuidad e indivisibilidad universal que preserva en todo momento y estado la No Dualidad. 
Uno de los últimos maestros shivaita contemporáneos, Swami Lakshman Joo, afirma: "Este universo es un reflejo de la Libertad absoluta (svatantriya) de Shiva. No es creado, es un reflejo. En las 5 shaktis se refleja la Libertad del señor Shiva. Todos los elementos (tatwas) son un reflejo de estas 5 energías. Todo sale de estas 5 energías". 
Estas 5 shaktis, a través de los tattwas, son las que se van desplegando, a distintos órdenes, en una especie de forma fractal, hasta  los 5 elementos burdos del mundo material: éter, aire, fuego, agua, tierra, que no son más que una trasposición de estas 5 shaktis primoridales en el plano material. 
Desde el Shv vemos que no hay Conciencia sin Energía ni Energía sin Conciencia. En el Vedanta no, porque su Brahman es Absoluta Conciencia pero sin Energía, inerte, estéril; por lo tanto el mundo, que es donde se mueven las energías, no es Brahman.
Es importante que siempre percibamos la Conciencia y la Energía juntas, la no dualidad entre Shiva y Shakti. La Conciencia sin Energía es estéril como vemos, y suele caer en un estado contemplativo estático que niega la vida, o en un intelectualismo abstracto, mientras que la Energía sin Conciencia se mueve ciega a través del instinto y lo inconsciente, como sucede en muchos aspectos de la Nueva Era actual. 
Dentro de estas enseñanzas tántricas evidentemente va a ser muy importante el cuerpo, ya que son inclusivas de la realidad fenoménica. Si el mundo es real, la realización no-dual no puede excluir lo físico, siendo nuestro propio cuerpo la primera conexión inmediata de la conciencia hacia el mundo externo.  
Desde ellas se pretende llegar a una Corporalidad total, a una apertura del cuerpo individual al cuerpo universal, o en otros términos a una cosmificación del cuerpo, el gran templo sagrado del cosmos. 
Hay muchos pasajes interesantes en este sentido, que apuntan a una identificación de nuestro cuerpo con el cuerpo del cosmos, para realizar la aprehensión directa de que sólo hay una conciencia y sólo hay un cuerpo. Del mismo modo que decimos que no somos individuos mentales aislados, tampoco somos cuerpos aislados.
En el texto fundacional del Shivaismo de Cachemira, los Shiva Sutras, que en su primer verso establece la primera certeza directa de que "todo es Conciencia", constantemente se hace referencia a que: "el yogi debe meditar como si su cuerpo no acabara en la piel sino que se extendiera a todo lo que percibe con los sentidos". 
En otro texto importante, el Vijñana Bhairava Tantra, también aparecen muchas meditaciones a este respecto: 
62: "Debe concebirse intensamente que todo el cuerpo, o también el universo, están a fin de cuentas hechos de conciencia. Entonces, con una mente libre de representaciones, sin más, tiene lugar el despertar supremo". 
64. "Quien evoca el universo entero, o también su propio cuerpo, colmado de la dicha que le es inherente, gracias a este néctar interior, sin más deviene Uno con la dicha suprema". 
90. "El yogui debe contemplarse a sí mismo como si fuera el firmamento, libre de determinaciones espaciales; entonces, exenta de cualquier soporte, la conciencia, revela su verdadera naturaleza". 

Hablamos todo el rato de Conciencia pero creo importante también diferenciar la Conciencia de la Mente, al ser dos término diferentes, que en todo el pensamiento occidental se han confundido mucho. Voy a matizar un tanto la diferencia.
La Mente sólo puede ser individual, mientras que la Conciencia sólo puede ser Universal. La Mente está sujeta a nombre, forma, espacio, tiempo, mientras que la Conciencia no está sujeta a ninguno de ellos. La Mente es definida por sus contenidos finitos, mientras que la Conciencia es el continente infinito, libre e inafectado en el que todo se da. 
Pero también hay que decir que en muchas enseñanzas se usa Mente refiriéndose a Conciencia, sobre todo en el Budismo. Aunque éste con frecuencia se refiera a que todo es Mente, también lo matiza ya que diferencia entre una Mente hija y una Mente madre, que sería propiamente la Conciencia.

Entonces ahora voy a hablar un poco de Budismo tántrico, tibetano o vajrayana. En él aparece también una división ternaria, al hablar de las tres puertas: el Cuerpo, cuya esencia es la Quietud, el Habla, cuya esencia es el Silencio, y la Mente, cuya esencia es la Espaciosidad. Paralelamente se mencionan tres tipos de prácticas y meditaciones según sea su nivel: externas, internas y secretas. 
Estamos dentro del tantrismo, en este caso del budismo tibetano (ya que hay muchos tipos de budismo), donde se enfatiza en transformar las circunstancias adversas en el camino hacia la liberación. No separarnos del mundo sino cabalgar el tigre. 
En este sentido Padmasambhava decía"Convierte cualquier sufrimiento que surja, en el camino del placer puro." no importa cuál sea la emoción conflictiva que experimentes, contémplala directamente y se liberará por si misma desapareciendo sin dejar rastro."
Aquí se percibe claramente toda la filosofía budista de fondo, basada en la impermanencia y la vacuidad.  Es decir, todo es impermante, todo es vacuidad, y no hay ninguna realidad sustancial. Por lo tanto el sufrimiento y el dolor también son impermanentes e insustanciales. El cuerpo de dolor es un constructo más que se puede disolver, y de eso tratan muchas de las prácticas. 
Pero sobre todo quería mencionar desde el Budismo el aspecto de los mundos intermedios, lo que se conoce como el Bardo. Si hay una tradición que conoce mejor las travesías por estos estados intermedios es precisamente el Budismo tibetano, tanto por las tradiciones tántricas que llegaron allí como por el sustrato previo de chamanismo Bön que ya había, que hicieron una sinergia muy interesante. Comúnmente se usa bardo para el estado postmortem, pero los sueños también son un bardo, incluso nuestra existencia encarnada también es toda ella un bardo. Los budistas hablan de muchos bardos, aunque el más conocido es el de la muerte, sobre todo por la popularidad del Libro tibetano de los Muertos (Bardo Thodol).
Esto lo enlazo con el cuarto estado Turiya. En las doctrinas tántricas, tanto shivaitas como budistas, se dice que la meditación y la sadhana deben realizarse en los interludios entre dos estados, ya sea entre vigilia y sueño, entre un pensamiento y otro, entre una respiración y otra, el amanecer,  el atardecer, etc. 
Allí es donde se dan las fisuras por las que resplandece el 4º estado y nos permiten abrirnos a él. Es decir, todas las prácticas tántricas trabajan especialmente en estos bardos, en poner la conciencia justo en el momento bisagra entre dos estados, para llegar a la vivencia experiencial de la no dualidad. 
En muchos de estos bardos, como sucede en el estado de sueños, o también en el postmortem, los vientos internos (las impresiones kármicas residuales desde el hinduismo llamadas samskaras, vasanas) se desanudan y quedan libres, generando deidades y fantasmas (devaspretas, ashuras).  
Como es conocido, el Bardo Todhol describe muy bien toda esta fantasmagoría, y de ahí su insistencia: "no se debe olvidar que toda forma que aparezca a la pantalla de la conciencia, sea beatífica o terrorífica, es una mera proyección mental que debe trascenderse".
Desde la alquimia hermética vendría a ser la incompleta calcinación espiritual, que genera residuos, vapores y humos, que son todas estas formas-vientos de espíritus volátiles que al no haberse transmutado previamente, son liberadas en los bardos tomando una supuesta autonomía debido a su fuerte inercia kármica. 
Por lo tanto la Sadhana, en las vías tántricas, consiste en transferir la Conciencia al Canal central o al Corazón justo en estos interludios-bardos, para que no se nos lleven los vientos kármicos mencionados. 
Desde la alquimia interna del tantrismo la realización no acaba en la chakra Corona con el ascenso de Kundalini, como se suele considerar, sino que se debe descender al Corazón, y esto ya lo expresó el propio Ramana Maharshi según su experiencia. En el budismo tántrico el trabajo con los vientos y fuegos internos ha de llevar a extraer las Gotas de Esencia del Cerebro (de los chakras elevados) y que desciendan en forma de lluvia gozosa que vivifique el cuerpo (en el shivaísmo se le llama el "descenso de la Shakti Pata"). Es decir, derretir la Mente para que aflore el Corazón espontáneamente. No hay que olvidar que en las vías tántricas la finalidad es generar un Cuerpo de Gozo. Todo este proceso alquímico también tiene un correlato físico, a nivel glandular y hormonal, al generar y abrir las sustancias escondidas en el cerebro hasta que rieguen como un bálsamo todo el cuerpo desde el Corazón. 
Siguiendo el proceder divino, cada mañana cuando nos levantamos creamos nuestro propio mundo y cada noche lo reabsorbemos, arrastrando todas las impresiones residuales que generan el karma, adheridas al almacén de la memoria inconsciente. Muchas de estas impresiones afloran en el segundo estado samsárico en forma de sueños. Por eso es tan importante el bardo del dormir, y es en este sentido que un maestro actual que trabaja mucho este aspecto, Tenzin Wangyal Rimpoche, afirma: "Observa tus experiencias en los sueños, si quieres saber qué suerte correrás cuando mueras. Observa tu experiencia del dormir si quieres saber si verdaderamente estás despierto.”
Es decir, el bardo del posmorten será un reflejo del bardo que vivimos cada noche cuando dormimos. ¿Por qué? Porque son las mismas huellas kármicas que vamos arrastrando, y si no las vamos limpiando en esta vida, al morir van a aflorar todas de golpe como seres demoníacos o divinidades. Por eso desde el Budismo tibetano son muy importantes las prácticas del dormir y de los sueños. Hay una sadhana también en el dormir para llegar a la llamada Conciencia de Luz Clara, no sólo en la vigilia a través de la meditación sino también en el estado de sueño, ya que si pasamos media vida en él, muchos practicantes no pierden el tiempo y siguen practicando. 
Esta Luz Clara de la que habla el Budismo tendría una analogía con el cuarto estado Turiya, ya que es el verdadero sustrato de realidad que debe estabilizarse tanto en vigilia como en sueños, como se ve. Si toma arraigo a través de la práctica esta conciencia de Luz Clara, en el postmortem se mantiene. En el Bardo Todhol se dice que a todo el mundo en el momento de morir le llega el Rayo de la Luz Clara. Lo que ocurre es que si no lo reconoce por no haberlo percibido previamente en la existencia encarnada, le asusta y sale despavorido arrastrado por sus vientos kármicos en busca de una nueva matriz afín en la que encarnar. 
Como es sabido, en el Budismo se habla mucho de la Vacuidad, de la Espaciosidad de la Conciencia, pero no es un vacío ordinario sino que está pleno de Luz Clara. Es decir, tenemos el espejo o pantalla de la Conciencia y en ella se dan los reflejos de multitud de Luces (de shaktis para decirlo en términos shivaitas). Tanto en una tradición como en otra se hablan de cinco primordiales. 

Los niveles más avanzados del Budismo tibetano se conocen como Dzogchen, la Gran Perfección, las enseñanzas espirituales más elevadas enmarcadas en el Budismo si bien no es budista sino incluso anterior. Seguramente sea la tradición no dual más nítida que existe junto con el Shivaísmo de Cachemira, con razón las dos tienen orígenes míticos comunes, al remitir sus linajes al Monte Kailash. 
Del Dzogchen simplemente mencionar que, a diferencia del punto de vista tántrico, no hay que transformar nada ni realizar esfuerzo alguno sino reconocer el estado natural de la conciencia, que siempre es perfecto y gozosamente libre. En esto es totalmente similar al Shivaísmo de Cachermira, donde a este reconocimiento directo se le llama pratyabiña, mientras que en el Dzogchen se hace referencia a la conciencia rigpa de no dualidad. 
Voy a leer una síntesis de estas enseñanzas, a través de los  6 versos diamantinos o vajra en los que se fundamenta, tal y como los transmite Namkai Norbu Rimpoche:

Aunque los fenómenos aparentes se manifiestan como diversidad,
esta diversidad es no dual,
y de toda la multiplicidad existente de cosas individuales ninguna puede ser confinada en un concepto limitado.
Cuando nos encontramos libres de la trampa constituida
por los intentos de decir "es así" o "es asá",
se hace claro que todas las formas manifiestas son aspectos del infinito sin forma e indivisibles de él, se encuentran [ya] autoperfeccionadas.
Cuando vemos que cada cosa esta [ya] autoperfeccionada, la enfermedad de esforzarse por un logro, rendida, se desploma [por si misma],
y, permaneciendo simplemente en el Estado natural tal como es, la Presencia
(de la) Contemplción no dual surge espontáneamente en forma continua.

Este es el estado natural y espontáneo de conciencia que todos tenemos, pero al que se han adherido multitud de programaciones mentales como se ha mencionado al principio, kármicas, familiares, sociales, culturales, que nos impiden ver su presencia resplandeciente en todo. 
Otro maestro budista dzogchen actual, Tulku Lobsang Rimpoché, define del siguiente modo esta conciencia rigpa:
"... la práctica fundamental es no rechazar nada y no aceptar nada. En la práctica no rechazamos nada, en la práctica no aceptamos nada. Y aparte de Rigpa no prácticamos la renuncia a nada ni practicamos la obtención de nada. No practicamos con expectativas y no practicamos con miedos. Sino que Rigpa significa la naturaleza de la mente o consciencia natural. No cambies nada, no rechaces nada, no esperes nada, solo «sé» y automáticamente descubrirás esta consciencia natural".
Y ya para acabar, como conclusión a todo lo expuesto, ¿cuál es el estado último, primero, o no estado?  Lo crucial está en que en lo Absoluto el principio de no contradicción se rompe, y reina la lógica paradójica, no dual y no conceptual. Es decir, la paradoja es la liberación vertical del estancamiento horizontal de la contradicción. Da lo mismo decir que el Absoluto es inmutable, por ser idéntico a sí mismo, que decir que es dinámico, al ser un proceso siempre abierto. En el pensamiento occidental tendríamos las dos filosofías paradigmáticas de Parménides versus Heráclito. Son visiones de una misma Realidad que no se excluyen desde la lógica paradójica. 
Brevemente para finalizar, ¿cómo han hablado entonces las tradiciones más importantes de este estado inefable?
Dentro del Sufismo se habla de la extinción total de la individualidad en lo Absoluto, bajo el término Fana', a cuya extinción le sigue el estado de Baqa o subsistencia en dicho Absoluto. En el Islam hay una servidumbre total ante Al-lah de todas sus criaturas; en medio no hay nada, por eso se condenan tanto las idolatrías. Es una experiencia muy directa de rendimiento y sometimiento ante lo Absoluto, tal vez muy vinculada a los pueblos nómadas del desierto y sus vivencias de profunda soledad ante la Inmensidad (de estar totalmente sólo ante el Sol del día o el Cielo de la noche). De ahí la insistencia en conectarse directamente con el Absoluto-Allah sin intermediar con otros dioses. 
A diferencia de los climas húmedos (no hay que olvidar que el agua es el principio de las formas) donde se desarrollaron tradiciones sedentarias con gran diversidad de representaciones divinas, como vemos en los valles fértiles del Indo, del Nilo, de Mesopotamia, y también en las regiones célticas europeas en las que cuajó el cristianismo. Así, observamos que en las regiones áridas parece que la espiritualidad que ha aflorado se inscribe dentro de un terreno religioso totalmente monoteísta.  
Siguiendo el hilo semita, desde la Cábala judía se ha desarrollado una metafísica en puntos similar al Shivaísmo de Cachemira. En la doctrina de la contracción divina o tzin-tzum se habla de un Espacio infinito, sin forma, que se contracta en un punto de Luz, en el éter del Corazón, desde donde se irradian todos los estados del Ser. 
Las doctrinas shivaítas se fundan en la Autolimitación de la Suprema Conciencia-Shiva, Único Experimentador, en multitud de experimentadores. Este libre acto contractivo del único Sujeto ni tiene fines morales, redentorios ni siquiera escatológicos, sino que es su propio juego cósmico Lila, a través de la Eterna Vibración desbordante de sus Shaktis.   
Desde el Vedanta, Brahman es el Absoluto Ser Inmutable que se vela a sí mismo a través de Maya, produciendo en su letargo el sueño fenoménico-samsárico de este mundo. Por lo tanto es ilusorio que alguien se ilumine sino que es siempre Brahman quien despierta de su sueño en una forma individual concreta. Del mismo modo que es Shiva quien se libera él sólo, ya que sólo él se ha autolimitado. 
Desde el Budismo más clásico de Nagarjuna, se hace más hincapié en el Vacío insustancial, en el no teísmo y no subjetivismo (no hay Dios ni Sujeto al ser estos formas sustanciales). También en que todo es ilusorio al ser meras proyecciones de la mente. Pero desde el budismo tántrico podríamos matizar mucho el papel del mundo y del cuerpo, como se ha visto ya. 
Por último, desde el Dzogchen se habla del Espacio continuo, infinito y abierto de la Conciencia no dual indivisa, que en esencia es Luz Clara.

Para acabar, voy a leer unos pasajes seleccionados de uno de los textos más excelsos que hay en cuanto a no dualidad pura dentro de la tradición hindú, que es la Canción del Avadhut, de Dattatreya. 

5
Entonces ¿cuál es en el corazón de la verdad más alta,
El núcleo del conocimiento, la sabiduría suprema?
Es: «yo soy el Sí Mismo, el Uno sin forma;
Por mi misma naturaleza, yo estoy penetrando todo»
6
Ese único Dios que brilla dentro de cada cosa,
Quien es sin forma como el cielo sin nubes,
Es el puro, inmaculado, Sí Mismo de todo.
Sin ninguna duda ese es quien yo soy.
14
Todo el espacio infinito es penetrado por el Sí Mismo,
Pero nada penetra al Sí Mismo.
No puede ser limitado o dividido en partes;
Está simultáneamente adentro y afuera.


* Conferencia dada en Plural-21, Barcelona, el 1 de Junio de 2018