Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

miércoles, 17 de agosto de 2011

SOBRE LA REGLA DE 24 DIVISIONES, por H:. Geometría

Entre otros instrumentos constructivos la regla es uno que por su importancia merece una atención especial dentro del simbolismo masónico. Abordaremos el aspecto que concierne, en el primer grado del Rito Escoces Antiguo y Aceptado, a su relación con "el día del masón". En este rito tiene 24 divisiones y se propone al iniciado como modelo de toda su actividad diaria.  Este hecho ya destaca de por sí la importancia que tiene dicha actividad dentro como fuera de la logia y de las reuniones periódicas que efectúan los miembros de esta Orden. El marco real de toda verdadera realización espiritual abarca, en efecto, todo el tiempo y el espacio del iniciado, los cuales debe consagrar (sacrum-fácere), según una misma actividad o actitud (1) interior, centrada en la constante reminiscencia de lo sagrado y atenta a las transmutaciones de su propio atanor alquímico, la logia interna.  
En algunas instrucciones masónicas estas 24 divisiones se reparten en 3 porciones de 8 horas cada una, y han de emplearse respectivamente: "ocho para el trabajo, ocho para el descanso y ocho para el cultivo de las facultades intelectuales y buenas obras".  Es cierto que esta partición parece inspirarse en la importancia masónica del número 3, especialmente en el primer grado, pero también lo és que si se trata del tiempo, es decir, del ciclo diario, su división más natural, considerando la circularidad del mismo, sigue tradicionalmente pautas numéricas relacionadas con ella, como son el número 9 y el 12 o también el 2 y el 4.  Al respecto de las actividades asignada a esta partición de 3, Guénon no observa ninguna ventaja iniciática especial: "... en suma, dice, no representa más que un empleo del tiempo bastante banal; es un ejemplo de la tendencia "moralizante" que desgraciadamente ha prevalecido en la interpretación corriente de los símbolos.  La repartición en dos series de doce, correspondiendo a las horas del día y las de la noche (como el número de letras componiendo las dos partes de la fórmula de la Sahadah islámica) daría ciertamente lugar a consideraciones mucho más interesantes". (2)  También señala el mismo autor la importancia de este instrumento no sólo en el primer grado sino en el tercero y añade: "...es por ello que hace aparecer lo más netamente su relación simbólica con el día dividido en 24 horas"(ibid). 

En el  R.E.A.A. no se cita esta partición, (J.P.Bayard la menciona a propósito de una instrucción de la Plancha Trazada del Grado de Maestro Masón de Marca. Ver, Simbolisme Maçonnique traditionnel. T.II. Edimaf. París 1981. Pg. 376), sí se dice en la instrucción del primer grado: "la Regla de 24 divisiones recuerda la alegoría egipcia de las 24 puertas atravesadas por el sol en su marcha aparente, y simbóliza  el día del masón, para quien todas las horas deben ser empleadas utilmente". El caracter solar del instrumento, en efecto, es patente y aparece aun más reforzado en el tercer grado (3); el iniciado aquí se identifica con el maestro Hiram, prototipo solar del adepto que aúna en sí la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza, siendo igualmente los pilares y luces fundamentales de la logia.  En el mundo sensible es el recorrido del sol por el cielo quien regula y mesura el tiempo terrestre y todos los ciclos vitales de la naturaleza.  Esa misma regularidad es la que permite establecer parámetros dentro del cambio y el devenir constantes y deducir las leyes que los ordenan convirtiendo el caos en cosmos, la potencia en acto, leyes que en su orden expresan siempre principios universales.

Estas dos fases de 12 horas cada una que propone Guénon  con respecto al ordenamiento del día masónico, representan efectivamente la división más genérica del ciclo diario, sus dos mitades ascendente y descendente, aspectos de la doble corriente cósmica que posibilita la rotación universal, pues el desarrollo del tiempo, hemos visto, sigue siempre una pauta circular (espiral), nunca lineal.  En el ciclo anual es el doble movimiento que va de uno a otro solsticio, y en el diario del mediodía a la medianoche y viceversa.  Estas dos fases, que encontramos igualmente presentes en todo ciclo vital, (como la respiración, el ritmo cardíaco o el metabolismo), se subdividen de modo también natural en dos mitades más, convirtiéndose el binario en el cuaternario, como son los dos equinoccios del año y el alba y el crepúsculo del día; en ambos casos el número 4 "cuadra" el ciclo (el círculo), lo liga al espacio y a las cuatro estaciones en el primer caso y a las cuatro direcciones  en el segundo (4).

En el esquema fijo las doce horas diurnas van de las seis de la mañana a las seis de la tarde pasando por el mediodía.  Las nocturnas van de las seis de la tarde a las seis de la mañana pasando por la medianoche.  Así las dos series de 12 se convierten en 4 de 6, número éste del macrocosmos cuya peculiaridad inmediata es que divide siempre en seis partes iguales la longitud de la circunferencia, tomando como medida la extensíón del radio, símbolo que, como muchos otros, refleja la relación constante entre el principio y su manifestación en distintos órdenes de realidad.  

En este sentido hay que reconocer que los momentos críticos del recorrido solar y lunar, anual y diario (también su movimiento retrógrado), es decir, las estaciones del tiempo, siempre han tenido una importancia fundamental en todas las tradiciones sagradas sin excepción, siendo uno de los modelos más universales del cosmos cíclico y del organigrama iniciático, cuyo proceso efectivo comprende el recorrido por otros mundos o estados del Ser universal. 
En cada estación conviene un trabajo y una actividad distinta, acorde con la naturaleza misma del momento temporal, que aun siendo un solo continuo no es uniforme ni homogéneo, sino que adopta en cada una cualidades diferentes de sí, entrando en relación directa con propiedades análogas del espacio y la materia, como las cuatro direcciones mencionadas, los cuatro elementos tradicionales, o los cuatro humores fisiológicos de la antigua medicina.  Por éstas cualidades, inherentes a las estaciones o estados del ciclo, igualmente se podría deducir qué índole de actividades le convienen a cada fase del día, ya sean de carácter expansivo o concentrativo, o bien en términos alquímicos, coagulantes o disipantes.  En todo caso, es gracias a estas estaciones y a su regularidad cíclica que todo se renueva periódicamente; y tanto en el esoterismo como en el exoterismo de todas las tradiciones, estructura el modelo de los calendarios sagrados, marcando igualmente los periodos de las fiestas más señaladas del año y las principales prácticas rituales del día. (5) 

En el simbolismo masónico nos encontramos el número 12 representado por el espacio de tiempo que se extiende entre la apertura y la clausura de los trabajos rituales, respectivamente desde el mediodía a la medianoche, partiendo el ciclo en dos mitades. No hay que decir que las connotaciones simbólicas de estos dos momentos del día completo los hace especialmente significativos dentro como fuera de la logia. También las fiestas solsticiales, con las que aquellos puntos se corresponden, son en esta tradición las más importantes a celebrar ritualmente del año, siendo los extremos o "puertas" de una misma coordenada vertical, imagen del Eje del Mundo o Plomada del G:.A:.D:.U:. (6)  También lo encontramos en el cordón de 12 nudos (llamados Lazos de Amor) que enmarca la cornisa del cielo de la logia, imagen del Zodíaco y de sus doce signos, la Rueda de la Vida y del tiempo cíclico.  La imagen anual del Zodíaco tiene su versión diaria en el horóscopo, liter. "el que observa la hora", también llamado "ascendente" en astrología, pues coincide con el punto geográfico por donde aparece el sol cada día, el Oriente, punto que permite calcular en esta ciencia la extensión de los doce domicilios o casas solares, cuya importancia ritual y simbólica no solo está presente en la Masonería y el arte constructivo, sino en la geografía sagrada de muchas formas tradicionales.  Este término “hora” proviene  del nombre del dios egipcio Horus, asimilado al sol, hijo de Isis y Osiris que lucha contra su hermano Set, dios de las tinieblas, nombre que bautiza como "horas" las porciones del día, es decir, de su luz.  Las 24 divisiones de la regla son su símbolo masónico y también grados o gradaciones de una misma luz espiritual que las estaciones del tiempo-espacio, es decir, del alma y la naturaleza, visten con distintos ropajes 

En relación con el tercer grado, la regla se revela también, hemos visto, como un instrumento ligado a la segunda muerte y el tercer nacimiento -o resurrección- lo cual implica virtualmente la liberación o "salida del cosmos", operación que según los rituales masónicos se efectúa por la clave de bóveda.   Si el Cosmos se define como la Norma, la Regla, o la Ley que regula el orden interno de la manifestación universal, la Voluntad del Cielo, la maestría supone encarnarla y superar la dualidad que signa todo estado de manifestación.  El grado de maestría culmina, como se sabe, los Pequeños Misterios y al mismo tiempo se abre a los Grandes, ya que los Altos Grados de los diferentes ritos siempre se consideran grados de perfección dentro de la misma maestría. Quizá relacionado con esto podría referirse algún pasaje de los evangelios, como por ejemplo, las palabras de Jesús: no he venido a suprimir la Ley (la regla) de Moisés, sino a darle cumplimiento; o: no hago según mi propia voluntad sino según la de mi Padre que me ha enviado.  O cuando en Juan le dice a Nicodemo que el que nace del espíritu es como aquel que oye la voz del viento pero no sabe de donde viene ni a donde va. (7)  

 En efecto, nada escapa a las condiciones que rigen el destino y la naturaleza de todas las cosas, antes bien, todo ser no es sino una figura transitoria del Ser universal y de su Norma creadora.  Solo colaborando con ella, comprendiendo la intención de sus pautas, su modo de obrar a distintos niveles, su fin último y constante, y tomando consciencia de sus operaciones en el interior de nosotros mismos, es que podemos liberarnos de la ilusión de una ley "externa".  Es en este sentido que la ignorancia se opone al conocimiento y es fuente de todas las desdichas, la ignorancia de la Ley de Dios, del Plan del G:. A:. D:. U:. En todo caso, solo conociendo nuestros propios límites y limitaciones, nuestros condicionamientos o “mesuras”, es que podemos conocer lo que se extiende más allá.

Se concluye en suma que el papel de la regla de 24 divisiones en la masonería no parece dirigirse tanto a compartimentar el tiempo diario en fracciones y actividades diversas, lo cual va de suyo, sino a considerar el tiempo como una energía viva y sagrada, no uniforme y mecánica; como una expresión simultanea del Logos cuya consciencia debe realizarse en todos sus momentos y estaciones, ilusoriamente divisos, como los estados del ser. La regla es un patrón constructivo y un instrumento manual que mide las cosas del espacio, pero que en esta Orden no por casualidad la vemos vinculada también al tiempo, como modelo lineal del ciclo diario, que es circular, de modo que parece sugerir no una cuadratura del círculo, pero sí una representación simultánea de lo sucesivo apta para interpretarse en sentido vertical u horizontal. 
  
Al medir la cosa la regla la nombra y la mesura, le da realidad propia dentro de un mundo como la logia donde todo tiene su lugar y está proporcionado en relación a sí mismo y al todo.  Asigna un nombre, rescata la cualidad y la función dentro de un indefinido, lo reglamenta con un número que determina también la unidad constante, aunque jerárquica y no confusa, entre la medida y lo medido, pues como recuerda Guénon citando a Coomaraswamy: "la cantidad no es lo que es medido, sino al contrario aquello por lo que las cosas son medidas; y podría decirse que la medida es en relación al número, en sentido inversamente analógico, lo que la manifestación con respecto a su principio esencial". (8).  En términos del evangelio (Mc  2, 27) : "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado".


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1.- Ambos términos provienen de la misma palabra acto.

2.- Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonage. Tomo 2º.  Etudes Traditionnelles. París 1980. Pg. 179.

3.- La regla es un instrumento que de una u otra manera se encuentra en todos los grados azules; en el cuadro de logia del 1º y el 2º esta al lado de la columna B:. y en el 3º está presente en el rito de exaltación.

4.-  El ciclo es un símbolo de la totalidad, del cosmos manifestado o de uno de sus estados. En el caso del cuaternario, si la suma factorial de sus números consecutivos da 10, siguiendo la Tetraktis pitagórica, 1+2+3+4=10, la multiplicación de los mismos da 24, (1x2x3x4=24); ver a este respecto el Sefer Yetzirah, sección 16.

5.-  Como ejemplo de la división en dos series de 12 del ciclo diario, Guénon, veíamos, proponía un símil con el contenido literal de la Sahada islámica; la 1ª y la 2ª partes (llamadas 1ª y 2ª Sahada) contienen en árabe el mismo número 12 de letras: 1ª.- lâ ilâha illa-Llâh; 2ª Muhamadum rasul-ullah, No hay más divinidad que la Divinidad y Muhammad es su profeta. En esta tradición esta fórmula encierra toda la doctrina, como también el nombre Allah, simbolizando su expresión misma el modelo cíclico y sus dos fases principales; en la primera parte se afirma la trascendencia divina por negación de lo que no es ella misma, la apariencia ilusoria de otros "dioses" o realidades a parte de la suya.  En la segunda se afirma la inmanencia divina en la figura del Profeta, Enviado u Hombre Universal y verdadero, atributos o grados espirituales que jalonan igualmente la vía iniciática completa.   Como se sabe, junto a la Bismillah (En el Nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso) esta invocación encabeza todas las oraciones rituales diarias.  También en el sufismo cada una de las letras del nombre divino Allah se corresponden con un instrumento constructivo distinto, la regla con la alif, que es, además de la primera letra A, un trazo vertical que pone a la regla en relación directa con el Eje del Mundo (con la Vía del Medio, con el Pilar central del Árbol de la Vida o con la Plomada del G:.A:.D:.U:. ). La escuadra con la primera lam, el compás con la segunda lam y el círculo con la ha final, representado en la masonería por el triángulo; ver R. Guénon (ibid). 

6.- En la antigua masonería operativa también en las cercanías de los equinoccios de primavera y otoño respectivamente, se celebraban las fiestas dedicadas a la construcción del templo de Salomón y la muerte del maestro Hiram.

7.-  Ver el Dharma hindú y budista, la Voluntad del Cielo del taoismo o el Plan del G:.A:.D:.U:. en la Orden masónica.  El Maestro masón, entendida la maestría como un grado efectivo de realización espiritual, encarna la Ley, él es su propia ley en el sentido impersonal y trascendente que lo entienden, por ejemplo, los Vêdas al describir el estado del yogui perfecto. Al haber hecho la unidad en sí mismo, nada ajeno a ella misma podría afectarle, influenciarle o condicionarle, ni ninguna fuerza externa moverlo de su centro. 

8.- El reino de la cantidad y los signos de los tiempos. Cap.III.