Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

viernes, 20 de mayo de 2016

EDITORIAL PRIMAVERA 2016

En M.T. se entrecruzan diferentes líneas tradicionales bastante diferentes en muchos aspectos. Hasta ahora hemos intentado presentar un espectro amplio del panorama espiritual tradicional, aunque siempre dentro de nuestras posibilidades y de las tradiciones que conocemos directamente o conocen los colaboradores. Ese espectro incluye la Masonería, la tradición Hermética, la Alquimia, la Astrología (o Ciclología) tradicional, el Sufismo y el Shivaísmo advaita de Cachemira, también ocasionalmente el Taoísmo y las tradiciones precolombinas. 
Curiosamente, la experiencia personal de varios de los colaboradores de M.T. les ha llevado decididamente de Occidente a Oriente pasando, en su andadura de muchos años, por la experiencia iniciática de estas vías espirituales. Por ello hemos dedicado hasta aquí toda nuestra atención a su mensaje doctrinal y simbólico.
Sin embargo, el encuentro real, iniciático, incluso físico, con tradiciones poderosamente metafísicas y no-duales de Oriente, nos ha permitido descubrir una clara jerarquía entre las diferentes formas tradicionales vivas y accesibles, jerarquía que a veces pasa desapercibida incluso por parte de “guenonianos” y “perennialistas”, plenamente confiados en la “unidad trascendente de todas las tradiciones”, y por tanto, en una especie de “igualitarismo” entre las mismas. Esta jerarquía la establece la propia coherencia interna y metafísica de ellas mismas, pero sobretodo su caracter efectivamente no-dual, o no-dual dual, o bien simple y llanamente dual.
Precisamente y desde hace años, algunas de las primeras se están difundiendo en Occidente de manera arto falseada, como por ejemplo el Tantrismo o el Shivaísmo cachemir,  bien por “especialistas” o “maestros” poco recomendables, bien por académicos que interpretan de manera “escolar”, preñada de prejuicios racionalistas, historicistas y modernizantes, las más elevadas nociones metafísicas. En efecto, dado que la lógica no-dual es prácticamente desconocida en el mundo occidental y más aún en el moderno, orgullosamente dual y dualista, M.T. prestará una atención especial a estos temas y a estas tradiciones. 

martes, 10 de mayo de 2016

LA VISIÓN RECONSTRUCTIVA (A modo de manifiesto), por Manuel Plana

La fórmula aristotélica: “somos lo que conocemos” puede aplicarse perfectamente al mundo de la visión y de las artes visuales: “vemos lo que conocemos”.
El ojo no ve sino lo que le dicta la programación mental del individuo. Esta programación condiciona completamente los significados de lo que vemos tanto como de lo que conocemos. Ver, conocer y ser se tornan aquí sinónimos. (1)
La realidad que llamamos objetiva permanece siempre condicionada por la subjetividad del individuo, por su programación cultural, mental y personal, los cuales y a modo de filtros, revisten lo no-conocido con los ropajes y categorías de lo conocido (aprendido y asumido), con lo cual el conocer no implica revelación ninguna, ningún desvelamiento o despertar a un nuevo enfoque capaz de “ampliar” la consciencia, ni una verdadera “recreación” de lo real, que siempre se abre a lo infinito porque no está “cerrado” (ni sobre sí mismo ni a efectos de algo exterior a él) sino que constituye, precisamente, la experiencia de su posibilidad ilimitada de conocerlo y vivirlo.
Aprender a ver o ver en verdad implicaría, ante todo, liberarse de esta programación mental hecha de hábitos y pre-juicios (suposiciones) personificados, extraídos de una “cultura” (un caldo de cultivo mental colectivo) cuya definición y descripción de la realidad está sujeta siempre a los flujos de una mentalidad general que cambia con los tiempos junto a convenciones y limitaciones nuevas. Aprender a ver implicaría re-aprender la realidad, aprender a conocerla con parámetros nuevos y sobretodo verdaderos, y tener de ella una percepción y un conocimiento directos, sin filtros, sin pre-concepciones de ninguna especie. 
Como eso no es fácil o casi imposible a la práctica (2), primero tendríamos que recuperar la memoria del hecho simbólico, y después re-significar, re-nombrar de nuevo la realidad o al menos nuestro imaginario simbólico, nuestro universo conceptual de significados propios, lo que incluiría una reforma completa del pensamiento: la mente traduce la realidad según el significado que da a sus propios códigos simbólicos.