Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

miércoles, 26 de febrero de 2014

REFLEXIONES SOBRE EL EVOLUCIONISMO A LA LUZ DE LA METAFÍSICA Y LA FÍSICA TRADICIONAL (y II), por Manuel Plana

La materia “prima” de los mundos es absolutamente ininteligible al no estar diferenciada y ser indistinta; es la materia “segunda”, ya cualificada de algún modo, la que se presta a este discurso, pero no gracias a ella misma sino a las cualidades que le imprime la luz o la “energía” de esa Consciencia necesaria cuya “existencia” niega la ciencia moderna, a pesar de hacerse tan evidente en todas las cosas y en el hombre especialmente. La materia “prima”, dice R. Guénon: “...es el único principio que puede llamarse propiamente <ininteligible>, no porque no seamos capaces de conocerlo, sino porque no hay efectivamente en él nada que conocer.” (El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos. C-11. pg. 13).

La ciencia empírica moderna no ha hecho sino substituir un modelo  anterior vivo, orgánico y multidimendional del universo (una verdadera Imago Mundi) por otro mecánico, como los propios artefactos que fabrica. ¿Qué Imago Mundi mental tiene el hombre moderno contemporáneo?

Para eso ha tenido primero que invertir el orden natural de las cosas, especialmente el concepto de calidad o cualidad por el de cantidad en todos los órdenes, presumiendo después de que es la cantidad de la que proceden por evolución todas las cualidades, en última instancia, la consciencia y la vida mismas, y eso es el materialismo. Sin embargo, nadie en su sano juicio podría afirmar que la cualidad sea reducible a la cantidad, bien a la inversa, la cualidad es absolutamente independiente de ésta. Del mismo modo, la naturaleza de la consciencia no es cuantitativa (ni “material”) sino puramente cualitativa; un grado “mayor” o “menor” de consciencia entre seres y especies no puede medirse por referencias cuantitativas sino por evidencias cualitativas, no materiales. Tampoco la finalidad de la inteligencia o la consciencia en el hombre es el poder fáctico de construir artefactos cada vez más sofisticados, desarrollar la tecnología, sino conocerse a ella misma en todo lo que tiene de profunda e ilimitada, en eso consiste su plenitud y su perfección.