viernes, 13 de febrero de 2015
NOTA SOBRE LA DUALIDAD Y NO-DUALIDAD EN LAS TRADICIONES ESPIRITUALES, por Manuel Plana
A propósito del pensamiento dualista religioso, un autor cristiano (1) comentaba: “El dualismo es un problema que nos ha molestado durante muchos años, aproximadamente 1900, aunque suene simpático este problema ha significado un inconveniente mayúsculo en las áreas filosófica y teológica de nuestro pensar, por casi toda nuestra existencia como iglesia cristiana” (…) “Nuestro origen argumental es la palabra de Dios antes y después de la venida de Cristo, pensaba, es un hecho comprobado que la forma de ser de los judíos vetero-testamentarios y neo-testamentarios (en los que están todos los apóstoles) el que todo su ser fuera una sola realidad, ellos no observaban divisiones como las observamos nosotros, (2) esto principalmente porque su forma de desarrollar el pensamiento no estaba dividida como en el caso de los griegos helenistas. Gordon J. Spykman define uno de sus puntos iniciales en su prolegómena como el rechazo a ver filosofías helenistas en el trasfondo del nuevo testamento y por ende observar su trasfondo hebreo como punto de interpretación.” (3) (…) “Pensar en dos reinos ha significado el más grande obstáculo que nuestra filosofía y teología ha tenido hasta el día de hoy, incluso podríamos definir que todos nuestros problemas básicos son originados en esta forma de pensar dual que hasta el día de hoy nos alcanza.” (…) “Desde el comienzo de la ética cristiana, después de los términos del nuevo testamento, el principal concepto subyacente al pensamiento ético, y el que consciente o inconscientemente ha determinado la totalidad del curso, ha sido el concepto de la yuxtaposición y el conflicto de dos esferas, una divina, santa, sobrenatural y cristiana, y la otra, mundana, profana, natural y no cristiana.” (4)
Este fenómeno no solo afecta al cristianismo sino a las religiones en general e incluso, como demuestra el autor, a todo el modo de pensar especialmente occidental (5). El enfoque dual de las religiones también es propio de la perspectiva cosmológica tradicional, sino el punto de vista cosmológico mismo. Esencia y substancia, cosmos y microcosmos, Cielo y Tierra, Espíritu y Materia, Solve et Coágula, son los pilares de toda la dialéctica cósmica y sirven, efectivamente, para explicar las causas del devenir y la estructura del mundo, del ciclo y del hombre, pero siempre como un proceso orgánico, unitario y orientado a la unidad o no-dualidad, pues es de ahí de donde surgen y en ella en quien se resuelven perpetuamente todas las tensiones que esa dualidad genera o parece generar en su mutua interacción. Si no es así, las cosmogonías pronto degeneran en animismos dualistas, politeístas o formas de magia y pequeños poderes. Siendo originalmente reveladas junto a todas las ciencias sagradas, inseparables del carácter unitario de la totalidad manifiesta, sirven provisionalmente de modelo para la realización espiritual del ser humano, pues explican su constitución interna y externa. Y en su aplicación social, para el ordenamiento espacio-temporal de lo humano, que así queda “sacralizado” a imagen del orden cósmico. No obstante y mientras el enfoque queda circunscrito al ámbito de la cosmogonía, la dualidad permanece.
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