jueves, 16 de julio de 2015
EL SIMBOLISMO DEL ELEMENTO AGUA (y II), por Sergio Trallero Moreno
Observamos primeramente la naturaleza mediadora del Agua, al situarse entre los elementos espirituales masculinos Fuego-Aire y la Tierra o elemento de concreción material última, lo que le otorga interesantes posibilidades combinatorias. En este sentido, se da un misterio en la génesis y combinación de los cuatro elementos siempre que los consideremos más allá de los postulados racionalistas y descriptivos al uso para el hombre occidental. El trasfondo simbólico es riquísimo en la gama de perspectivas que nos abre en la percepción de lo real, pues es la misma Naturaleza hablando en un lenguaje claro, simple y esencial. Sin ir más lejos, en una primera aproximación fenomenológica, constatamos que el Agua conserva el carácter fluídico del Fuego pero más coagulado y no ya ascendente sino descendente; también conserva cierta invisibilidad del Aire debido a su carácter translúcido y transparente; y a su vez se puede cerrar en formas opacas, con superficies definidas, al igual que el elemento Tierra, con el que comparte la atracción por la fuerza de la gravedad. Pero es lógico ver significativas correlaciones pues realmente constituyen cuatro aspectos de una misma sustancia de la que está hecho el mundo sublunar de la generación y la corrupción, siendo el éter el quinto elemento del mundo supralunar de las esferas planetarias, como enseña la cosmología tradicional.
Desde un lenguaje hermético-alquímico, un tanto más críptico pero igualmente directo, se describe que así como la acción del Fuego sobre el Aire produce el Azufre (la voluntad espiritual), la influencia del Aire sobre el Agua genera el Mercurio (la psique en su conjunto de facultades), y a su vez la del Agua sobre la Tierra produce la Sal (el estado cristalizado de la corporeidad).
viernes, 3 de julio de 2015
EL SIMBOLISMO DEL ELEMENTO AGUA (I), por Sergio Trallero Moreno
las aguas? En nuestros sueños, el infinito es tan profundo
en el firmamento como bajo las aguas.
El sueño le da al agua el sentido de
la patria más lejana, de una patria celeste.
Bachelard, G. El agua y los sueños.
El Agua representa el elemento plástico de la naturaleza, permeable, fluido, magnético, reflector. Desde siempre se ha identificado con la psique en su amplio sentido, ese universo de vivencias interiores en el que se gesta sutilmente todo proceso de trasformación y de crecimiento necesarios para el despliegue de la vida misma. Para una mejor comprensión de ello es imprescindible una breve aproximación a cómo se ha considerado este elemento en sentido arquetípico y universal desde las tradiciones sagradas más importantes, en lo que sería el legado de una misma sabiduría perenne. Pues es el elemente generador de las imágenes por excelencia y nada mejor para su comprensión profunda que la visión milenaria de sus mitos.
Lo que destaca de forma unánime es el símbolo universal de unas Aguas primordiales, un estado amorfo, indiferenciado, caos metafísico en la noche de los tiempos que precede a todo acto “cósmico”, creativo, ordenador y discriminativo. Es así que estas aguas serían la verdadera materia prima, esa sustancia original de la que emergen todas formas de vida en tanto fuente y origen. Ante todo representan la matriz de todas posibilidades de existencia, la totalidad indefinida que gesta en su seno todas las formas en estado sutil de latencia, a modo de receptáculo de todos posibles gérmenes y semillas.
Por tanto nos encontramos con el sustrato metafísico que permite toda physis, toda naturaleza y manifestación, es decir, el Ser indiferenciado del que están hechos todos los seres diferenciados, una misma sustancia que todo lo envuelve y penetra, y de la que necesariamente todo brota y es gestado.Es curioso que el considerado padre de la filosofía occidental, Tales de Mileto, escoja al agua para referirse a ese principio esencial y constitutivo (arkhé) que subyace a la naturaleza misma, llegando a afirmar que todo está vivo y animado. Seguramente se inspiró en mitos que le precedían, pues ya en Homero se habla de un misterioso Océano original totalmente ilimitado y abierto (apeiron) como origen de todos los dioses.
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