miércoles, 30 de marzo de 2011
RENÉ GUÉNON Y EL SHEIJ SALÂMA RÂDÎ (y III), por Muhammad Hassan Chadli
Será en otra ocasión cuando abordaremos en detalle la vía del Sheij Salâma y, sobre todo, estudiaremos su función y expondremos de manera detallada y profunda la doctrina que ha enseñado. Terminaremos ahora estas notas biográficas y las que conciernen a la organización de su tarîqa relatando dos episodios relacionados conjuntamente con el Sheij Salâma y el Sheij ‘Abd al-Wâhid Yahyâ.
En la parte de su libro referida a “los milagros del santo” (130), M. Gilsenan habla de una categoría de milagros (karâmât) que se reproducen periódicamente: se trata de aquella relativa al socorro dado en caso de desamparo (najda), o a la protección y la asistencia del Sheij hacia un hermano de su comunidad. Los miembros de la tarîqa se limitan a considerar estos hechos como “sobrepasando la inteligencia”, “situados más allá de la comprensión de la razón” (fawq al-‘aql), o “sobrepasando la naturaleza humana” (fawq al-bashariyya). Consideraremos dos ejemplos dados en la obra, relatados por los discípulos del Sheij, y posteriormente describiremos otro que hemos oído nosotros mismos.
En un pueblecito del campo egipcio, un hombre fue apartado, con un gesto vivo y enérgico, del paso de un tren que no había visto dirigirse hacia él. Otro cayó de uno de los puentes que franquean el Nilo, en El Cairo. Enseguida fue sacado del agua vigorosamente, y la voz del Sheij le dijo entonces: “¡deberás poner más atención la próxima vez!”.
Ahora, se trata de René Guénon. Estaba paseando en solitario por un bosque próximo a Blois, como muy tarde al final de sus estudios secundarios. Empezaba a caer la lluvia, y fue en este momento cuando se deslizó en un agujero profundo del cual no podía salir. La lluvia aumentaba, volviendo resbaladizas las paredes, y la salida imposible. Además, la oscuridad se iba acentuando con la llegada del crepúsculo. Las probables llamadas de auxilio se perdían irremediablemente. Es entonces cuando surgió una mano que le agarró firmemente, y repentinamente levantado se vio sacado fuera del agujero. En el momento de reencontrarse sus espíritus, el desconocido había desaparecido. Años más tarde, a la edad de más de cuarenta años, el Sheij ‘Abd al-Wâhid Yahyâ se encontraba en El Cairo. Pronto, encontrándose por primera vez con el Sheij Salâma Râdî, sería presa de temblores y, en un estado de “trance”, exclamó: “¡Hâdhihi! ¡Hâdhihi! ¡Es ella! ¡Es ella!”, reconociendo probablemente la mano (131) que le había ayudado en su juventud (132).
lunes, 21 de marzo de 2011
RENÉ GUÉNON Y EL SHEIJ SALÂMA RÂDÎ (II), por Muhammad Hassan Chadli
Los “Reglamentos de las Ordenes sufíes” (Lâ’ihat at-Turuq as-sûfiyya) (73) de 1895 instituyeron este Consejo Sufí compuesto por el khedive (74), el virrey de Egipto, como presidente; el Jefe de Maestros (Ra’îs al-Mashâyikh), designado por el khedive (75); cuatro miembros permanentes procedentes de los Maestros dirigentes de las turuq de El Cairo, elegidos por sus iguales en asamblea general; y cuatro suplentes (artículo 3).
El nombre de la familia al-Bakrî, que acabamos de citar en nota, y cuya genealogía se remonta al primer califa del Islam, Abû Bakr, no es del todo desconocida por los lectores de René Guénon. En efecto, se menciona en el pasaje siguiente: tras haber considerado a los Ismaelitas, Drusos y los Nosaïris como “sectas” (firâq), prosigue: “tales sectas no tienen ninguna relación con las verdaderas turuq, que son 72 (éste podría ser un número simbólico, pero, según una lista establecida por Sayyid Tawfîq El- Bakrî, parece que es igualmente el número exacto)” (76).
Los miembros de las turuq estaban sometidos a los decretos del Consejo Sufí, los cuales a su vez eran conformes a la Ley sagrada (artículo 5). Cualquier conflicto, en el seno de una tarîqa, entre los representantes de un Sheij y sus discípulos, o entre los propios discípulos, era competencia y quedaba bajo la responsabilidad del Sheij de la tarîqa (artículo 12), no interviniendo el Consejo más que en caso de conflicto entre los miembros de turuq contra uno de sus maestros (artículo 13).
sábado, 12 de marzo de 2011
RENÉ GUÉNON Y EL SHEIJ SALÂMA RÂDÎ (I), por Muhammad Hassan Chadli
Por cortesía de la redacción de la revista Letra y Espíritu, en la que apareció publicado al castellano, insertamos en nuestro blog un artículo de Muhammad Hassan Chadli sobre René Guénon y el Sheikh Salâma Râdî, publicado originalmente en francés en la revista La Regle d’Abraham nº 26, la cual, también amablemente, nos ha concedido permiso para su publicación en M-T. Tanto por los datos vertidos en él sobre un aspecto poco conocido de la vida en El Cairo del sheikh ‘Abdel Wahid Yahya, como los que se refieren al tasawwuf del sheikh Salâma y a las diferentes regularizaciones de las turuq que en esa época se consignaron afectando a todo el corpus iniciático posterior del Islam, este trabajo ofrece el más alto interés. (La redacción)
René Guénon en El Cairo.
René Guénon llega a Egipto a principios de marzo de 1930 “con el objetivo de buscar, hacer copiar y traducir diversos tratados de esoterismo islámico”(2), para la editorial “L’Anneau d’Or” que él había creado antes de su partida (3). Con este objetivo, podía consultar los fondos de la biblioteca nacional de El Cairo o de la universidad El-Azhar, tal y como más tarde haría Osman Yahia para los manuscritos de Ibn ‘Arabî (4). Pronto le sería posible, por su frecuente trato con ciertas organizaciones iniciáticas (turuq, singular: tarîqa), acceder a las fuentes más reservadas, como él mismo reconoce en la conclusión de “La chirologie dans l’ésotérisme islamique” (5): “Los datos que han servido como base para estas notas han sido extraídos de tratados inéditos del Sheij Sayyid ‘Alî Nûreddîn El-Bayyûmî, fundador de la tarîqa que lleva su nombre (bayyûmiyya); estos manuscritos están aún en posesión de sus descendientes directos” (6)
Se tiene tendencia a olvidar que, una vez instalado en El Cairo, René Guénon fechó todos sus artículos escritos para Le Voile d’Isis en referencia a la Hégira (7). Este olvido se debe al hecho de que algunos de estos artículos hayan sido incluidos por el autor en uno u otro de sus libros. En cuanto a aquellos que serán recopilados en las obras póstumas, se han descuidado muy a menudo estas indicaciones, las cuales sin embargo no están desprovistas de significado. El primer texto publicado, “La Grande Guerre sainte”, aparecería en mayo de 1930, y tendría fecha del primer dhû-l-qa’da 1348 H. (8). En algunos artículos, a veces la fecha va acompañada de una anotación aclaratoria, como por ejemplo al final de “El-Faqru”: “Mesr, 11-12 rabî ‘al-awwal 1349 h. (Mawlid En-Nabî)” (9), es decir: “Nacimiento del Profeta”. Encontramos también referencias a otras fechas conmemorativas o de aniversario, como las relativas a los nacimientos de Sayyidnâ El-Hussein (10) (uno de los hijos de Alî, el cuarto califa y yerno del Profeta), y de algunos Maestros del Sufismo como por ejemplo los del Sheij El-Bayyûmî (11) y de Sayyidî Ismâ’îl El-Imbâbî (12).
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