viernes, 28 de septiembre de 2012
NOTA SOBRE EL SIMBOLISMO ASTROLOGICO DE LAS FASES LUNARES, por Sergio Trallero Moreno
En el Cosmos todo responde a Ciclos, desde lo más pequeño a lo más grande, pero hay un ciclo que nos es muy próximo y familiar: las "Lunaciones" o sínodo que intercambia el Sol y la Luna cada 29 días. Representa el arquetipo y modelo de todo ciclo, en tanto que alterna los principios masculino y femenino, luz y oscuridad, yang y yin, es decir, cualquier forma que adopte la dualidad cósmica primordial, a su vez manifestación de un único Principio atemporal.
En esencia y metafísicamente hablando se trata de la combinación del principio luminoso espiritual (el Sol) y el principio intermedio anímico (la Luna) vistos desde la Tierra, que sería el principio corporal físico.
Astrológicamente, el desarrollo de cada lunación se relaciona con el humor generalizado y al talante del pueblo, afectando así más al psiquismo colectivo que al individual (salvo en algunas personas muy sensibles). Así como el Sol representa nuestra esencia y yo profundo, aquello que determina nuestra identidad y nos hace únicos, la Luna representa los condicionamientos que arrastramos del pasado, desde la infancia, en tanto que inclinaciones y hábitos heredados por reflejo del entorno circundante.
Podríamos también ver en la Lunación una correspondencia con el símbolo taijitu del taoísmo (el conocido emblema del Yin-Yang), en un aspecto físico (por ser una realidad de la naturaleza) y dinámico (por alternar sus fases sucesiva e indefinidamente). De hecho de lo que se trata es básicamente de dos grandes momentos, análogas a todo proceder rítmico del cosmos (como en el hombre sucede con el corazón y la respiración) que son: uno creciente-expansivo y otro menguante-contractivo.
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