Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

miércoles, 20 de julio de 2011

PARAMARTHASARA (5-7)* de Abhinavagupta (y comentarios de Yogaraja). परमार्थसारः

    Así pues, después de haber descrito los cuatro tipos de huevos (andas), el autor (Abhinavagupta) explica en este verso la naturaleza del mundo  en cuanto que comprende un objeto de disfrute y el sujeto que lo disfruta.

                                                     Verso  5

तत्रान्तर्विश्वमिदं विचित्रतनुकरणभुवनसन्तानम्। 
भोक्ता तत्र देही शिव एव गृहीतपशुभावः॥५॥ 
tatrāntar viśvam ida
   vicitra-tanu-karaa-bhuvana-satānam |
 bhoktā ca tatra dehī 
   śiva eva ghīta-paśu-bhāva || 5 ||

Todo este Universo, con su infinita multiplicidad de bhuvanas (regiones), y con su infinita variedad de cuerpos físicos y de diferentes órganos de los sentidos, existe dentro de los cuatro a.da. Y Shiva, habiendo  asumido la forma de un ser limitado, paśu, Shiva, Él sólo, es el ser encarnado que disfruta de todo este Universo.

Comentario de Yogaraja al verso 5
     El que este mundo está contenido dentro de los cuatro huevos (andas) es bien conocido en los Agamas. (Se puede preguntar) “¿Cuál es la naturaleza (del mundo)?”. La respuesta dada es, “Su naturaleza es su infinita variedad”. El mundo comprende distintos tipos de sujetos, (como las deidades que se encargan de presidir) como Rudra, y los sujetos limitados que están encarnados, poseyendo diferentes clases de cuerpos físicos compuestos por piernas, manos, bocas, etc. y distintas formas y tamaños etc.

sábado, 9 de julio de 2011

SOBRE LA ASTROLOGÍA MUNDIAL Y EL MOMENTO ACTUAL, por Sergio Trallero Moreno

La astrología, lejos de la deformación actual como mera superstición o consulta personal interesada, ha sido desde antaño una “ciencia sagrada”.  En tanto que Sabiduría unida al hombre desde sus orígenes, milenio tras milenio y cultura tras cultura, la ciencia de los ritmos y los ciclos universales ha estado presente en todas grandes civilizaciones (babilonia, egipcia, china, hindú, persa, maya, griega, árabe). 
Para todo espíritu tradicional, la concordancia o correspondencia de Micro-cosmos (el hombre) y Macro-cosmos (el universo) era un hecho evidente que vertebraba la Realidad garantizando su unicidad. El hermetismo, base de la astrología occidental, nos ha transmitido claramente estas enseñanzas, ligando dicha ciencia celeste con una ciencia terrestre (la alquimia), por aplicación de analogía inversa de unos mismos principios cosmológicos.  
Sin entrar en las tendenciosas e ignorantes críticas del estamento científico actual, con su estrechez de miras y su ceguera total en determinados asuntos, hay que señalar que la Astrología es tanto una Ciencia, por tener un método y unas técnicas, como un Arte, por requerir de una interpretación intuitiva. En resumen consiste en un saber tradicional que, mediante un lenguaje simbólico, ayuda al hombre en la contemplación de lo divino en él mismo. Ahora bien, incluso en su uso y generalización contemporánea, la astrología, que ha perdido en su larga historia no pocos elementos claves, ha pasado a identificarse plenamente con una de sus varias aplicaciones: la horoscópica, vulgarización de la antigua astrología genetlíaca o natalicia. Se olvida entonces que este único sentido, muy apropiado para el ego individualista posmoderno, puede resultar el más estéril y dañino si no se enmarca en la comprensión cosmológica y metafísica que requiere toda ciencia sagrada.

lunes, 27 de junio de 2011

ISLAM, SUFISMO Y MODERNIDAD, por Manuel Plana

A pesar de la poca simpatía  que el Islam inspira a la mentalidad occidental moderna, en especial su ley religiosa (la Shari’a), el Sufismo, que es su esoterismo y su metafísica, goza sin embargo de cierto prestigio, despierta una respetable curiosidad, ya fuera quizá por su “exotismo”, aunque se ignore casi todo de él. Por ello mismo, se ha llegado a creer en muchos casos, tanto por occidentales como por ciertos sectores musulmanes, que el Sufismo no es Islam, sino una especie de corriente dentro suyo de proveniencias diversas, a veces heréticas, cuando no una cosa importada del monaquismo cristiano o del mundo occidental antiguo, lo cual no es cierto como tantas otras cosas imputadas a esta tradición.
La Shari’a y el legalismo religioso (el Fiq) no representan al Islam integral sino solo a su exoterismo, la ley y los preceptos religiosos generales.  En cuanto al mundo y la raza árabes, tampoco tienen el monopolio del Islam, especialmente ahora cuando la comunidad islámica, la Umma, la componen actualmente en todo el mundo casi un 70% de personas no árabes.  Al Islam integral lo compone tanto la Shari’a y el Fiq, como especialmente el Tasawwuf (llamado Sufismo en Occidente), que siendo el hueso o la almendra del fruto, es su parte más esencial;  y en este sentido, es bien significativo lo que decia el Imam Malik, el padre de la escuela sunnita Malikí: “La práctica del Tasawwuf sin Shari'a corrompe la fe; la de la Shari'a sin Tasawwuf te corrompe a tí mismo, sólo uniendo las dos se alcanza la verdad”
Para ser más precisos, el monoteísmo musulmán se define como la manifestación última de la Tradición primordial o adámica (Din al Qayyum), reinstaurada en los pueblos semíticos por Abraham, que era Hanif (puro), es decir, ni idólatra ni politeista, (ni tampoco judio, cristiano, ni musulmán) sino adorador de la Unidad; después de Abraham por Moisés, después por Jesús y finalmente por Muhammad (slaws). Dicho monoteísmo comprende en el Islam tres principales dimensiones superpuestas en importancia espiritual, primero el propio Islam, al que corresponde la Shari’a, pensada según los maestros para someter el ego animal del hombre (Nafs) al Espíritu (Ruh); segundo el Iman, la Fe o convicción espiritual verdadera, al que corresponde la Tariqa y las vías del Tasawwuf, dirigidas al ‘Aql, es decir, a la inteligencia del corazón (razón e intuición intelectual); y el tercero el Ihsan que corresponde a la Haqiqa, la Verdad o Realidad divina en sí. La Tariqa o el Tasawwuf es precisamente el sendero iniciático que lleva del nivel de la Shari’a al de la Haqiqa, que es el núcleo de todo el conjunto. 

jueves, 16 de junio de 2011

Recensión del libro "ABHINAVAGUPTA. La libertad de la consciencia". David Dubois. Edit. Almora 2010. 348 pgs, en francés.

Siendo la tradición espiritual más antigua de la India –y quizá del mundo, pues es prevédica- el Shivaismo, de Cachemira en este caso, es sin embargo una gran desconocida en Occidente, cosa que tiene razones precisas y algo “perversas” considerando el papel que han tenido en ello los intereses políticos de los colonizadores anglosajones. Clasistas y puritanos victorianos, a éstos les interesaba mucho más un hinduismo brahmánico, con su sistema inflexible de castas y su doctrina no-dual pero dualista en la práctica, que un shivaismo, kaula, krama o trika, que aún siendo el más respetado y reconocido en India, incluyendo los niveles más elevados de iniciación espiritual, respetaba socialmente las castas pero sin considerarlas a la hora de la iniciación, para la que cuenta ante todo la cualificación personal y no el linaje familiar. Y fue así que la difusión de la espiritualidad hindú en Occidente (paralela a la occidental en India), promovida por los ingleses hasta bien entrado el S-XX siguiendo el auge orientalista de moda, fue exclusivamente la del Vedanta brahmánico, dejando toda la tradición de los antiguos agamas shivaitas fuera de la “promoción”. El brahmanismo, en efecto, sin ser propiamente una religión al modo semita, cumple esa función al ser la oficial y dominante en India, aún cuando grandes maestros del Vedanta han sido y son shivaitas, como el propio Shankara, el más importante de sus comentadores. Decimos dominante más que mayoritaria porque bastante más de la mitad del mundo hindú profesa el shivaismo, sea no-dual o dual, con su centro espiritual en Benarés, tradición con la que se fundieron algunas ramas del vedantismo.
Basándose sobretodo en las traducciones inglesas del sánscrito de la orientalista Lilian Silburn, autora cuya autoridad en este tema es contestada sin embargo por diferentes maestros del shivaismo actual, en este libro el autor da una visión muy ámplia y exhaustiva de esta tradición y de su maestro histórico más destacado, Abhinavagupta, que entre el S-X y XI d.C. reformuló en una síntesis magistral su aspecto no-dual original más importante. Las fechas de su nacimiento y muerte difieren según versiones (950-1020 d.C, 975-1025 d.C, 950-1015 d.C, o incluso 940-1015 d.C…); en el primer capítulo el autor traza un esquema de la situación religiosa del mundo hindú en la época en que el shivaismo trika de Abhinavagupta aparece, situación muy heterogénea, crisol de variantes védicas, tántricas, shaivas, budistas, etc… que basculan entre el puritanismo brahmánico oficial y los excesos de un tantrismo demasiado popular a veces. 

sábado, 4 de junio de 2011

LA PUERTA DEL CONOCIMIENTO, por Fauzi Skali (*)

En sus simplificaciones abusivas y sus dicotomías simplistas, lo mental se encuentra a menudo obstruido por ciertas paradojas de la Revelación. Dios es absolutamente trascendente y, sin embargo, dice el Corán: “está más cerca de vosotros que vuestra vena yugular”. Él está más allá de lo que se puede concebir o imaginar, pero “Él es el Primero y el Último, el Interior y el Exterior”. La turbación de lo mental viene del hecho de que ciertas realidades no pueden percibirse a su nivel sino tan solo al de una percepción interna, intuitiva, supra-lógica, donde se revelarían por sí mismas a las consciencias dispuestas a recibirlas. Pasamos aquí del dominio de la creencia al de la certeza, al de la experiencia. Aunque las realidades espirituales sean enteramente concretas y mucho más verdaderas que el mundo percibido por los sentidos, solo puede alcanzarlas el hombre comprometido en la experiencia de la vía.

Sólo esta experiencia puede llevarlo al desanudamiento victorioso, que es el de la muerte al ego y la destrucción de todas las visiones parciales e ilusorias que derivan: “Morid antes de morir”, decía el Profeta, y en otro hadith: “las gentes duermen, cuando mueren despiertan.”  A los que han llegado a este estado se revelan entonces directamente en este mundo los secretos del más allá. Disfrutan aquí mismo de las alegorías del Paraíso. Franquean espiritualmente todos los grados y acaban por sobrepasarlos para ir hacia la fuente misma de toda creación, hacia la contemplación de lo que el Corán llama la Faz divina.

jueves, 26 de mayo de 2011

POLÍTICA E “ILUSIONISMO”. ¿La suerte está echada?, por Manuel Plana

La carta de presentación de un político no es hoy en día la que acredita una gestión eficaz y honesta de la “cosa pública” (1), ni una consciencia cabal de las necesidades de una sociedad tan compleja y heterogénea como la nuestra, ni una garantía probada a la hora de resolverlas. El político se presenta ahora como el más capaz de ilusionarse él mismo y de ilusionar, es decir, de crear ilusión en los ciudadanos. Y quede constancia que esto no lo decimos nosotros, sino ellos mismos, cosa que no ha dejado de sorprendernos, pues, confirma por un lado lo que ya se sabia y por otro revela abiertamente que la clase política no siente ya el menor pudor en admitirlo, tan poco que además lo imprime como el mejor de los reclamos electorales, de mascarón de proa a sus programas de partido, pensando quizá que al “rebaño” ciudadano les complacerá sus carismas de magos de salón, de Flautistas de Hamelín, como ha podido verse, por ejemplo, en las últimas campañas a la alcaldía de Barcelona (Febrero 2011). 

 En efecto, la posibilidad de ilusionar, es decir, de sugestionar, de hipnotizar, de mentalizar a la población es, ya sin disimulo, la gestión principal de la clase política, gestión más relacionada con la “magia” que con la política en sí. Pero como las intenciones son claramente siniestras, se trata más bien de un cierto tipo de “brujería”, burdo sin duda, pero no menos eficaz, sobretodo cuando los organismos de poder cuentan con todos los medios y los medias a su favor. Habrá de creerse al ministro cuando dice: “Nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente” (José Blanco, Ministro de Fomento. Declaraciones en la cadena Ser, Febrero 2010). La estrategia de echar “cortinas de humo” a todo lo que no les conviene, de dirigir la atención hacia cosas fútiles enmascarando así las importantes de más urgencia, de crear diferentes “corrientes de opinión” confusas y ajenas a la realidad, enfrentándolas entre sí al mismo tiempo que “globalizando” todo eso dentro de un supuesto “pensamiento único”, si no es brujería, como mínimo es pura “prestidigitación”. Así se explica cómo millones de personas víctimas de una “abducción” colectiva, quedan incapacitadas a la hora de reaccionar cuando, además de ver contradecirse flagrantes evidencias, todo atenta contra sus intereses más vitales y legítimos. 

sábado, 14 de mayo de 2011

LA PRUEBA DEL ESPEJO, por H:. Graal

En cierto punto del ritual de iniciación al primer grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el V:. M:. le dice al neófito: “No es siempre delante de uno que se encuentran los enemigos, los más temibles estan muchas veces detrás, ¡volveos! “. El neófito lo hace y ve su propio rostro reflejado en el espejo. Huelga decir que este gesto y estas palabras encierran profundas verdades que merecen una especial atención, como toda una doctrina espiritual relativa al simbolismo del espejo y al “conócete a tí mismo” de las antiguas iniciaciones mistéricas.
 Enemigo o adversario, en efecto, es lo que literalmente significa Satán en hebreo, el cual encarna proverbialmente la tendencia contraria al sentido ascendente de la realización espiritual, es decir, la que va hacia abajo. La personalidad “profana” encarna esta tendencia, y con ella el ego psicomental (ego-ismo, ego-centrismo, etc...), que hasta no ser “desenmascarado” por la luz de la iniciación y confrontado con la verdadera personalidad o Sí mismo del ser, permanece como una falsa identidad inconsciente, o mejor “subconsciente” (o “detrás” de la consciencia) en el hombre ordinario. En la cosmología hindú (Shankia) esta tendencia descendente está simbolizada por el Guna Tamas, cuya definición aglutina la fuerza de gravedad, la inercia, la ignorancia y la oscuridad. Es claro, en este sentido, que dentro del juego de tensiones generales que configuran al ser y al cosmos, esta energía,  necesaria e impersonal en el fondo, sólo representa un caso particular, pero siendo el estado “caído” el dominante en el hombre, es la que lo encierra más directamente dentro de los estrechos límites de su estado individual. En efecto, el peor enemigo es uno mismo pero en minúsculas, es decir, aquello que en él lo hace considerar “parte”, particularidad separativa, (algo independiente de todo y cerrado sobre sí mismo) por su identificación mental y psicológica con el estado corporal. En su límite extremo este pequeño “sí” o “mi” tiende a sofocar las más altas y verdaderas posibilidades del ser, el cual como sabemos, sólo es humano e individual en uno de sus estados.

jueves, 5 de mayo de 2011

LEIBNIZ Y LA TRADICIÓN HERMÉTICA

El pensamiento de Leibniz, contemporáneo del apogeo de la ciencia moderna y del racionalismo filosófico, se presenta como una singular perspectiva de lo Real por su fuerza y originalidad, aislada de su contexto histórico pero sin desdeñarlo, en una síntesis creativa nada frecuente entre los filósofos modernos. 

Niño precoz y superdotado, desde su infancia no cesó de cultivar una gran erudición bibliotecaria, así como su genio de escritor compulsivo. Reconocido matemáticamente como padre del “cálculo infinitesimal”, en curiosa y agria sincronía con Newton, su filosofía podría resumirse en un intento de salvar la unidad de los fenómenos, lo universal en lo particular, lo trascendente de lo inmanente, desde su noción central de Mónada. Desde ella pretende no sólo afirmar la Unidad principial y axiomática sino sobre todo la singularidad de cada ser o criatura, según un principio de continuidad y uniformidad que supere todo dualismo (platónico o cartesiano). Todo ello en intuitiva y rigurosa concordancia con sus descubrimientos matemáticos y la novedosa idea de lo infinitamente pequeño, reduciendo todo fenómeno (extenso o sutil) a su inmaterialidad, en la medida en que no es más que pura energía o conatus, potencia y fuerza vital de cada ser. 

martes, 26 de abril de 2011

CARTA DEL SHEIKH MUHAMMAD AL-HÎBRI (+1939) DIRIGIDA A SUS DISCÍPULOS (*)

Hermanos míos, os doy una recomendación  que será de provecho para vosotros en esta vida y en la otra: manteneos en la invocación de Allah en secreto y en público; vuestra invocación debe cumplirse con la concentración en la meditación (fikra), pues, el dhikr es luz y la fikra es su rayo –su irradiación-, y toda claridad desprovista de irradiación no permite ninguna visión. Lo podéis constatar entre los devotos reclusos –que se dan al retiro- que oran durante meses o años pero no cosechan más que esterilidad, pues, no se preocupan de la irradiación de su invocación, es decir, de la fikra

Ibn ‘Atta ‘Allâh al Iskandari (+1309) decía al respecto: “No es la lluvia lo que se espera de una nube sino los frutos (de esa lluvia)”. Toda invocación sin meditación (fikra) es estéril, nula. Por contra, una invocación refleja –meditada- es capaz de enrraizar y florecer sobre una roca. “La más noble de las ciencias es aquella que se recibe en compañía de la meditación” dicen los maestros, “El rechazo de las pasiones favorece el flujo de la meditación”, decía en el mismo sentido el sheikh Darqâwî (+1823), ésta favorece la adquisición de la ciencia inspirada (al-‘il al-wahbî), y esta llevará a la gran certeza (al yaqîn al kabîr); por último, ésta expulsará definitivamente toda duda o ilusión y conducirá a su detentor directamente a la Presencia (Sakîna) del Señor Omnisciente. Llevad vuestra concentración sobre vuestro propio ser y no os alejeis de ella, pues, en ella está todo. 

sábado, 16 de abril de 2011

ENTENDER A LA LUNA: REFLEXIONES SOBRE EL EQUINOCCIO Y LA CUARESMA, por Armando Montoya-Jordán

Hace poco mientras revisaba una breve obra del joven Mircea Eliade, (Una nueva filosofía de la Luna, Editorial Trotta, 2010) no pude dejar de sorprenderme por la actualidad  y vigencia que su obra parece aun ejercer sobre la cultura contemporánea, sedienta de mascaradas e iconografías que destellen el imaginario colectivo de los individuos que la conforman, una sociedad desgarrada por la tiranía del relativismo absoluto. El resultado de todo ello se ve reflejado en la primacía de los lenguajes tecno-cientificistas del mundo actual, fenómeno que  ha virtualmente empequeñecido la capacidad reflexiva mas íntima del ser humano.

En un breve pero muy significativo ensayo sobre el papel de la Luna en la ascensión del horizonte de la cultura en los albores de la humanidad, Eliade nos propone buscar la reflexión adecuada para entender el papel del astro terrestre en la conformación de la conciencia humana y su subsiguiente influencia en la concreción del fenómeno conocido como “Cultura”. Ahora bien, en el lenguaje del pensador rumano, por lo demás un lenguaje proverbial que logra plasmar una hermenéutica del mito, la cultura posee un valor absolutamente capital para con lo religioso, lo cosmológico y lo espiritual, en suma, lo sagrado. Y en toda su obra lo sagrado está estrechamente vinculado al despertar de la agricultura, o sea el culto a la tierra y su relación con la renovación de la vida. Cultivar y culto son pues dos acepciones recíprocas y denotan la cualidad polisémica del término cultura. En la cosmovisión de Eliade, la Luna, como astro menor que circunda la Tierra, a pesar de su pequeñez en comparación con el gran astro solar, posee una significatividad irrefutable en la formación del carácter humano, pues ha sido gracias a su constante presencia que la humanidad ha sabido establecer un vínculo directo con la naturaleza, haciendo posible el puente entre cosmos y humanidad. Ese gran salto ha significado pues que el ser humano haya sido finalmente capaz de integrar el conocimiento de la naturaleza a su condición existencial, transformándolo en lenguaje, y consecuentemente en cultura.

sábado, 9 de abril de 2011

EDITORIAL Abril 2011

Si acaso el milenarismo apocalíptico que ha inquietado a tantas generaciones estuvo justificado en su momento por graves calamidades, guerras, hambrunas, peste... qué decir de los tiempos que corren, porque las actuales catástrofes, muchas ya irreversibles, superan con creces todas aquellas. Pero el estado de ánimo no es el mismo, ni el modo de entender los sucesos tampoco; nada viene ya del cielo, ni bendiciones ni maldiciones, la ilusión en nuestros propios recursos, que los provocan mayormente o no los saben preveer, es enorme, y el tratamiento mediático que reciben próximo al espectáculo, anula muchas veces una reacción correspondiente o una toma de consciencia cabal de la situación. 
El estado mental colectivo no está preparado para todo, pero el sopor que lo embota y del que es en grado sumo inconsciente, lo aleja lo suficiente de todo para no sentir demasiado la proximidad del peligro ni el clamor ajeno, ni el propio que bulle en su interior, tal como estuviera encerrado en un grueso cascarón de indiferencia, sumido en sus exclusivas miserias cotidianas y minucias personales. Ante lo funesto solo caben leves pábulos de incomodidad, alzamiento de hombros, pequeñas alarmas confusas, inquietudes opacas que desatan desánimos que se vierten al exterior en forma de agresividad e insensatez normalmente.
Hablar del final, del caos general y de malos augurios ante un porvenir incierto, no es “politicamente correcto” en un mundo que vive de espaldas a la realidad presente, proyectado a un futuro imaginario, aplazando todas las soluciones para mañana; el pesimismo está prohibido, los agoreros son “antisistema”, peores que delincuentes porque atentan contra el centro vital del sistema: la ilusión, ¿qué seria de las masas sin ilusión? La zanahoria de un “mundo feliz”, de “bienestar social”, ni Orwel, que era progresista, le dió crédito, pero ha de mantenerse viva la utopia, tanto como el sueño de las masas, no sea que despierten los borregos y se conviertan en lobos al ver que el barco de los ciegos va a la deriva gobernado por tuertos con ínfulas de cíclopes pero con galopantes cataratas. La inercia brutal de los intereses más abyectos no permite, al parecer, ningún cambio en la buena dirección, tan solo acelerar el desastre.
El despertar espiritual pasa necesariamente por un despertar a la situación real del mundo que vivimos, de su marcha cíclica inexorable, de los rítmos que lo gobiernan desde lo atómico a lo sideral, desde lo tangible a lo invisible, desde lo conocido a lo ignoto. El despertar reclama la consciencia de nuestros verdaderos límites para trascenderlos, porque realmente lo único que perdura es la Faz del Altísimo, que no por altísimo está menos aquí y ahora presente, siempre y sin interrupción. Esto lo siente el corazón del amante y ya no teme nada, pero ha tenido que despojarse de toda forma de ilusión, la más importante: la de una personalidad limitada a un cuerpo y a una historia profana manipulada por los intereses más obscenos. 
¿Qué más ha de pasar para tomar consciencia de la nefasta dirección que han tomado las cosas dirigidas desde el puente de mando de la modernidad y el “progreso” ? 

Redacción

miércoles, 30 de marzo de 2011

RENÉ GUÉNON Y EL SHEIJ SALÂMA RÂDÎ (y III), por Muhammad Hassan Chadli

El sheij 'Abd al-Wahid Yahia (René Guénon) y el sheij Salama Hasan ar-Radi

Será en otra ocasión cuando abordaremos en detalle la vía del Sheij Salâma y, sobre todo, estudiaremos su función y expondremos de manera detallada y profunda la doctrina que ha enseñado. Terminaremos ahora estas notas biográficas y las que conciernen a la organización de su tarîqa relatando dos episodios relacionados conjuntamente con el Sheij Salâma y el Sheij ‘Abd al-Wâhid Yahyâ.
En la parte de su libro referida a “los milagros del santo” (130), M. Gilsenan habla de una categoría de milagros (karâmât) que se reproducen periódicamente: se trata de aquella relativa al socorro dado en caso de desamparo (najda), o a la protección y la asistencia del Sheij hacia un hermano de su comunidad. Los miembros de la tarîqa se limitan a considerar estos hechos como “sobrepasando la inteligencia”, “situados más allá de la comprensión de la razón” (fawq al-‘aql), o “sobrepasando la naturaleza humana” (fawq al-bashariyya). Consideraremos dos ejemplos dados en la obra, relatados por los discípulos del Sheij, y posteriormente describiremos otro que hemos oído nosotros mismos.

En un pueblecito del campo egipcio, un hombre fue apartado, con un gesto vivo y enérgico, del paso de un tren que no había visto dirigirse hacia él. Otro cayó de uno de los puentes que franquean el Nilo, en El Cairo. Enseguida fue sacado del agua vigorosamente, y la voz del Sheij le dijo entonces: “¡deberás poner más atención la próxima vez!”.

Ahora, se trata de René Guénon. Estaba paseando en solitario por un bosque próximo a Blois, como muy tarde al final de sus estudios secundarios. Empezaba a caer la lluvia, y fue en este momento cuando se deslizó en un agujero profundo del cual no podía salir. La lluvia aumentaba, volviendo resbaladizas las paredes, y la salida imposible. Además, la oscuridad se iba acentuando con la llegada del crepúsculo. Las probables llamadas de auxilio se perdían irremediablemente. Es entonces cuando surgió una mano que le agarró firmemente, y repentinamente levantado se vio sacado fuera del agujero. En el momento de reencontrarse sus espíritus, el desconocido había desaparecido. Años más tarde, a la edad de más de cuarenta años, el Sheij ‘Abd al-Wâhid Yahyâ se encontraba en El Cairo. Pronto, encontrándose por primera vez con el Sheij Salâma Râdî, sería presa de temblores y, en un estado de “trance”, exclamó: “¡Hâdhihi! ¡Hâdhihi! ¡Es ella! ¡Es ella!”, reconociendo probablemente la mano (131) que le había ayudado en su juventud (132).

lunes, 21 de marzo de 2011

RENÉ GUÉNON Y EL SHEIJ SALÂMA RÂDÎ (II), por Muhammad Hassan Chadli

Las instituciones reguladoras de las organizaciones iniciáticas egipcias

Los “Reglamentos de las Ordenes sufíes” (Lâ’ihat at-Turuq as-sûfiyya) (73) de 1895 instituyeron este Consejo Sufí compuesto por el khedive (74), el virrey de Egipto, como presidente; el Jefe de Maestros (Ra’îs al-Mashâyikh), designado por el khedive (75); cuatro miembros permanentes procedentes de los Maestros dirigentes de las turuq de El Cairo, elegidos por sus iguales en asamblea general; y cuatro suplentes (artículo 3).

El nombre de la familia al-Bakrî, que acabamos de citar en nota, y cuya genealogía se remonta al primer califa del Islam, Abû Bakr, no es del todo desconocida por los lectores de René Guénon. En efecto, se menciona en el pasaje siguiente: tras haber considerado a los Ismaelitas, Drusos y los Nosaïris como “sectas” (firâq), prosigue: “tales sectas no tienen ninguna relación con las verdaderas turuq, que son 72 (éste podría ser un número simbólico, pero, según una lista establecida por Sayyid Tawfîq El- Bakrî, parece que es igualmente el número exacto)” (76).

Los miembros de las turuq estaban sometidos a los decretos del Consejo Sufí, los cuales a su vez eran conformes a la Ley sagrada (artículo 5). Cualquier conflicto, en el seno de una tarîqa, entre los representantes de un Sheij y sus discípulos, o entre los propios discípulos, era competencia y quedaba bajo la responsabilidad del Sheij de la tarîqa (artículo 12), no interviniendo el Consejo más que en caso de conflicto entre los miembros de turuq contra uno de sus maestros (artículo 13). 

sábado, 12 de marzo de 2011

RENÉ GUÉNON Y EL SHEIJ SALÂMA RÂDÎ (I), por Muhammad Hassan Chadli

Por cortesía de la redacción de la revista Letra y Espíritu, en la que apareció publicado al castellano, insertamos en nuestro blog un artículo de Muhammad Hassan Chadli sobre René Guénon y el Sheikh Salâma Râdî, publicado originalmente en francés en la revista La Regle d’Abraham nº 26, la cual, también amablemente, nos ha concedido permiso para su publicación en M-T. Tanto por los datos vertidos en él sobre un aspecto poco conocido de la vida en El Cairo del sheikh ‘Abdel Wahid Yahya, como los que se refieren al tasawwuf del sheikh Salâma y a las diferentes regularizaciones de las turuq que en esa época se consignaron afectando a todo el corpus iniciático posterior del Islam, este trabajo ofrece el más alto interés.      (La redacción)


René Guénon en El Cairo. 

René Guénon llega a Egipto a principios de marzo de 1930 “con el objetivo de buscar, hacer copiar y traducir diversos tratados de esoterismo islámico”(2), para la editorial “L’Anneau d’Or” que él había creado antes de su partida (3). Con este objetivo, podía consultar los fondos de la biblioteca nacional de El Cairo o de la universidad El-Azhar, tal y como más tarde haría Osman Yahia para los manuscritos de Ibn ‘Arabî (4). Pronto le sería posible, por su frecuente trato con ciertas organizaciones iniciáticas (turuq, singular: tarîqa), acceder a las fuentes más reservadas, como él mismo reconoce en la conclusión de “La chirologie dans l’ésotérisme islamique” (5): “Los datos que han servido como base para estas notas han sido extraídos de tratados inéditos del Sheij Sayyid ‘Alî Nûreddîn El-Bayyûmî, fundador de la tarîqa que lleva su nombre (bayyûmiyya); estos manuscritos están aún en posesión de sus descendientes directos” (6)

Se tiene tendencia a olvidar que, una vez instalado en El Cairo, René Guénon fechó todos sus artículos escritos para Le Voile d’Isis en referencia a la Hégira (7). Este olvido se debe al hecho de que algunos de estos artículos hayan sido incluidos por el autor en uno u otro de sus libros. En cuanto a aquellos que serán recopilados en las obras póstumas, se han descuidado muy a menudo estas indicaciones, las cuales sin embargo no están desprovistas de significado. El primer texto publicado, “La Grande Guerre sainte”, aparecería en mayo de 1930, y tendría fecha del primer dhû-l-qa’da 1348 H. (8). En algunos artículos, a veces la fecha va acompañada de una anotación aclaratoria, como por ejemplo al final de “El-Faqru”: “Mesr, 11-12 rabî ‘al-awwal 1349 h. (Mawlid En-Nabî)” (9), es decir: “Nacimiento del Profeta”. Encontramos también referencias a otras fechas conmemorativas o de aniversario, como las relativas a los nacimientos de Sayyidnâ El-Hussein (10) (uno de los hijos de Alî, el cuarto califa y yerno del Profeta), y de algunos Maestros del Sufismo como por ejemplo los del Sheij El-Bayyûmî (11) y de Sayyidî Ismâ’îl El-Imbâbî (12).

sábado, 26 de febrero de 2011

ALGUNOS ASPECTOS DEL SIMBOLISMO DEL COMPÁS, por H:. Graal

Junto a la escuadra, el compás es el instrumento más emblemático de la Franc-Masonería y de la ciencia constructiva que la caracteriza, la Arquitectura, llamada en la antiguedad Arte de la Geometría por ser una directa aplicación suya.  En su sentido genérico el oficio de masón es el de geómetra, no solo en un aspecto "idealizado" que hace referencia al arte de los antiguos constructores de catedrales, sino en el estrictamente iniciático y operativo, dado que la geometría es una ciencia sagrada, un "Arte Liberal", cuyo carácter simbólico encierra el conocimiento de los secretos y misterios de la Construcción cósmica.  "Dios geometriza al crear", dice Platón, lo que confirman también otras tradiciones a parte de la Masonería, como puede verse en el hinduismo con la figura de Viswakarma, el Arquitecto divino.  Y en el cristianismo con el Cristo Pantocrator trazando con el compás los límites del mundo, especialmente en la iconografía medieval.   Es así también que la inscripción grabada en el exterior del templo de Apolo en Delfos indicaba expresamente: "Que nadie entre aquí si no es geómetra", pues va de suyo que en este oficio iniciático es imposible conocer la Voluntad o Plan del G:. A:. D:. U:. sin conocer asimismo los principios espirituales de esta ciencia. Y decimos “espirituales” porque el conocimiento meramente escolar, especulativo y técnico de la geometría llamada “analítica”, no es, en este caso,  sino una pálida sombra de la verdadera geometría iniciática. En el mismo sentido, es fácil también reconocer la presencia de una geometría natural en la estructura de todas las formas vivas, presencia que abarca desde lo atómico a lo sideral y el ámbito general del espacio, concebible y expresable en términos geométricos por una intuición innata en el ser humano.