Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

domingo, 13 de enero de 2013

NOTA SOBRE LAS TRES PEQUEÑAS LUCES DEL TEMPLO, por H:. Graal

Uno de los emblemas más representativos de la Masonería y de su dinámica ritual son las Tres Pequeñas Luces, relativas a las tres columnas dispuestas en escuadra que marcan el ombligo del Templo (1), dedicadas a la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. 
Si en Oriente es el Delta luminoso, en el centro del Taller son las Tres Pequeñas Luces las que presiden todos los trabajos masónicos, los grupales celebrados en Logia como en particular los que realiza cada hermano con su Piedra, sea Bruta o Cúbica, aplicándose las enseñanzas. Ellas tienen en las Tres Grandes luces su instrumento ideal, la Sabiduría en el Libro de la Ley Sagrada, la Fuerza en la Escuadra, y la Belleza en el Compás.
La circulación en el interior del Templo se efectúa siempre en sentido dextro-céntrico alrededor de las Tres Luces, y todo lo que la Orden tiene en depósito se sitúa entre ellas, en el Cuadro de Logia relativo al grado como mapa y resumen de toda la simbólica del grado. Los trabajos masónicos no pueden abrirse hasta que las tres columnas quedan iluminadas por los principales oficiales del Taller. El V:. M:. exclama: Que la Sabiduría presida la construcción de nuestro Templo. El primer V:. : Que la Fuerza lo sostenga, y el segundo V:. : Que la Belleza lo adorne
La Masonería tiene un linaje constructivo y artesanal, el Templo es la Gran Obra y el propio Espíritu constructivo del que deriva toda organización humana de este tipo toma las características de Gran Arquitecto del universo, es decir, de Cosmocrator (es bien conocida la iconografía de Cristo como Cosmocrator y Cronocrator, delimitando la circunferencia del mundo con un compás trazándola sobre el Caos.) Su Plan es Él y el Sello de su impronta está en todos los mundos, en todos los seres y en todas las cosas. Él ilumina las tinieblas primordiales y ordena los elementos (Ordo Ab Chaos) realizando permanentemente la unidad de la consciencia y la materia, con Sabiduría, con Fuerza y con Belleza. Dice Salomón : “Tú todo lo dispusiste con número, peso y medida.” (Sabiduría. 11, 20), lo cual podría relacionarse directamente con las Tres Pequeñas Luces, la Sabiduría con el número, la Fuerza con el peso, y la Belleza con la medida.
El verdadero Templo es el Universo (Macro y Microcosmos), que también es un Taller y, como no, el gran Teatro del Mundo donde se representa la Divina Comedia. No es de piedra, es un ser vivo, consciente y sintiente, y capaz de acción.  Y es aplicando estas tres energías en el tiempo cotidiano y en el tiempo señalado que el masón colabora en la permanente reconstrucción y renovación del templo de la vida, que no es otro que el suyo propio.
Un trabajo ritual o un gesto ritual no es una acción profana, horizontal y convencional, que nunca es verdadera acción sino reacción ante una necesidad o respuesta a un estímulo; todo verdadero “acto” es ritual en el sentido que conscientemente imita el acto creador (o alguno de sus aspectos) y consiguientemente “actúa” en los tres mundos, por lo que el oficiante tiene la posibilidad de entrar en contacto efectivo con ellos,  y en ese sentido cabe diferenciar cabalmente el rito de la ceremonia.
En la acción ritual está presente de manera expresa y consciente un espíritu de Sabiduría (doctrina), de Fuerza (rigor, precisión) y de Belleza (ritmo) mediante el cual ese mismo espíritu se revela a sí mismo. Es la concepción de un Plan universal que se cumple según una intención y un orden presentes en todo y en todo tiempo, en el cual el iniciado juega el papel de co-laborador aunque sea perfectamente consciente de que :UNUM ARTIFEX EST DEUS, siendo el modo de “operar” del Gran Arquitecto su tema de meditación constante. (2)
Especialmente los ritos masónicos tienen un componente cosmológico que resalta como una constante el hecho de llevar a su perfección algo que ya lo es en potencia pero no en acto, como la Piedra Bruta ocultando con sus aparentes irregularidades la perfecta regularidad de la Piedra Cúbica interior. La ignorancia y los estigmas profanos lo impiden, o dicho de otro modo, un velo o capa de escoria que debe extraerse para dar a la piedra bruta la forma adecuada a su nuevo destino.
La perfección de uno mismo entendida iniciaticamente, es el modelo de toda otra perfección, cualidad u obra humanas, y la obra de arte por excelencia es uno mismo. Y no hay obra maestra sin ser sabia, fuerte y bella. Qué mejor definición de lo que tendría de ser una verdadera obra de arte que ver reunidas estas tres cualidades. (3)
Esas cualidades son universales, imprescindibles en la constitución misma del ser y de los seres; todos disponen de una facultad consciente, otra volitiva y otra motora o actuante. La Sabiduría (en tanto principio o arquetipo onto-cosmológico) no es sino la propia luz consciente y supra-consciente del G:. A:. D:. U:., su Omnisciencia, y en el hombre, como dice la instrucción del primer grado, “el principio que ilumina su consciencia”. La Fuerza no es sino la Voluntad del G:. A:. D:. U:., su Omnipotencia, y en el hombre su facultad volitiva, que al suscitarse por la luz de la Sabiduría hace también posible que “querer sea poder”. La Belleza es la resultante de ambas o ambas son aspectos suyos, pues, en la Belleza u Omnipresencia divina siempre se encuentran perfectamente conjugados. Bien la definía Platón como esplendor de lo verdadero, pues lo verdadero es bello de por sí, es decir, perfecto, a pesar de las apariencias. La meditación sobre el ternario o la tri-unidad nos devuelve siempre a la unidad, o mejor, como dice la instrucción del primer grado: “El Ternario, síntesis de lo que parece opuesto, constituye para nosotros la representación inteligible de la Unidad.”
En efecto, el número tres es la primera manifestación, el cero, el uno y el dos son inmanifestados; geométricamente esto se demuestra asimilando el punto a la unidad y la línea a la dualidad. El cero no tiene dimensión, ni por lo tanto manifestación ninguna, pero el punto tampoco, y la línea es tan sólo la primera dimensión espacial con su doble posibilidad direccional, pero que al no cerrarse sobre sí misma no produce la forma. Es con la segunda dimensión espacial que la posibilidad de la forma se concretiza, y por lo tanto, aparece la forma inteligible y con ella el modelo de la forma organizada, la forma sensible. Nos referimos al triángulo, la primera forma manifiesta, la primera delimitación espacial.
No debemos considerar las cualidades respectivas de las Tres Pequeñas Luces tan solo en su acepción moral, sentimental o idealista, realmente apenas importan con respecto a sus connotaciones más universales, las más importantes con respecto a la realización espiritual. No es casualidad que en muchas tradiciones hindúes, especialmente en las agámicas, la Sakti revista siempre estas tres potencias, Jñana Shakti, Ichcha Shakti y Kriya Shakti, la facultad de conocer, de querer y de acción. La propia constitución interior y exterior del ser humano obedece a ese ternario primordial, y sus facultades igualmente se reparten en tres principales ámbitos, el de la consciencia y el conocer; el de la volición y el querer, y el de la acción y el hacer.
En el orden de clausura de los trabajos a estas tres columnas se les asignan también cualidades análogas. Las Tres Luces se apagan siguiendo el mismo orden de apertura pero con diferente invocación. El V:. M:. exclama: Que la Paz reine sobre la tierra, y el M:. C:. apaga la columna de la Sabiduría. El P:. V:. exclama: Que el Amor reine entre los hombres, y se apaga la de la Fuerza. El S:. V:. exclama: Que la Alegría esté en los corazones, y se apaga la columna de la Belleza. 
Sabiduría, Fuerza y Belleza. Paz, Amor y Alegría. La Tierra, los Hombres y los Corazones, forman un eneagrama digno de ser estudiado con atención, aunque aquí no podamos. 
En muchas tradiciones distintas, estas tres cualidades han estado referidas desde siempre a los tres poderes del Hombre Universal (el equivalente al G:.A:.D:.U:.) inherentes a los tres mundos (el espiritual o celeste, el anímico o sutil, y el  terrestre o corporal) que reúne en sí la autoridad espiritual referida a la Sabiduría, el poder temporal referido a la Fuerza, y la maestría o la profecía referidas a la Belleza (4). 
En el cristianismo, los tres Reyes Magos saludan a Jesús como sacerdote ofreciéndole incienso, como rey ofreciéndole oro, y como profeta o maestro de maestros ofreciéndole mirra. En las sociedades tradicionales es común que la organización social y del gobierno tenga un estructura basada en estas mismas cualidades, incluso el diseño de las ciudades y la disposición de sus barrios; el sacerdocio asociado a la sabiduría sagrada, a su enseñanza y aplicación; la nobleza asociada a la fuerza, es decir, al poder y a su gobierno; la burguesía asociada a la belleza, al artesanato y al comercio. La cuarta casta (obreros, campesinos, mercenarios y peonaje)  participaba pasivamente de las tres. Otras analogías importantes podrían encontrarse en la Alquimia hermética; el Azufre y su carácter lumínico corresponde a la Sabiduría; el Mercurio y su carácter formativo a la Fuerza; la Sal y su carácter fijativo a la Belleza. 
Por último, un aspecto del mismo simbolismo que solo podemos señalar ahora, son las analogías entre estas Luces, sus Oficiales respectivos y los instrumentos que a cada uno corresponde. La escuadra pitagórica del collar del V:. M:. corresponde a la Sabiduría (tras su apariencia aritmética, el Teorema de Pitágoras esconde un profundo conocimiento iniciático, el concierto entre la verticalidad y la horizontalidad). El nivel del Primer Vigilante se corresponde con la Fuerza y con la horizontalidad. Y la Plomada del Segundo Vigilante con la Belleza y la verticalidad.  “La escuadra del Venerable, (recuerda R. Guénon en La Gran Tríada. Pg. 63), es considerada, en efecto, como la unión o la síntesis del nivel y la perpendicular”.


1.- En efecto, Las Tres Pequeñas Luces con el Cuadro de Logia en su centro, marcan con respecto al cuerpo del Templo el ombligo, siguiendo la correspondencia exacta entre el Macro y el Microcosmos; el Altar de los Juramentos marca el corazón y el Oriente la cabeza. Y no es casualidad que en la iniciación el recipiendario entre en el Templo agachado, pasando por entre las dos columnas como un recién nacido, haciendo la puerta las veces de Yoni de la Madre Tierra.
2.-  Decía también Sto. Tomás (Suma Teológica), dirigiéndose sobretodo a los artistas (otro sobrenombre de alquimista en esa época, como filósofo), que “el artista debe imitar a la naturaleza en su modo de operar y no a sus producciones”. Crear, formar, hacer, construir son, en el fondo y metafísicamente hablando, maneras de decir “manifestar”; realmente, Dios no “crea” (y menos a partir de algo –una materia- exterior a Él) sino que se manifiesta Él mismo auto-limitando su omnipresencia, su omnipotencia y su omnisciencia, voluntariamente y por causa precisamente de su absoluta libertad y omni-posibilidad, pues una de las facultades de lo infinito es la de manifestar lo finito en su seno sin quedar en absoluto afectado. Él mismo inmanifestado, se manifiesta a Sí mismo en sus Nombres y Cualidades revistiéndose de todas las formas posibles en el mundo de las formas, y sin forma en el mundo informal.
3.- El modelo creacional, aquí el Templo, es el mapa mismo del camino iniciático, llamado también la Gran Obra; resigue el mismo orden de los “días” del Génesis pero a la inversa. Y el Ars Magna, el Arte Regia o Real se llama al conocimiento iniciático. En la Masonería, el Templo, Taller o Logia es una imagen del cosmos, un resumen simbólico del mismo, como lo es todo templo construido según las normas tradicionales.
4.-  Ver la historia bíblica de José y sus hermanos, su relación con la belleza y la profecía.