Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

sábado, 17 de agosto de 2013

LA POSIBLE SACRALIDAD DE CIERTOS TEXTOS TRADICIONALES: LA “ILIADA”, por Arjuna

Los poemas épicos han constituido siempre un denominador común dentro de las diversas civilizaciones, y todos han sido objeto de una tradición más o menos amplia, que los ha ido rememorando hasta su dilución en el tiempo. Un ejemplo de tradición favorecida en este aspecto, ha sido la griega, pues algunos de sus poemas ya llevan más de treinta siglos sin pasar al olvido, “Iliada” y “Odisea” son un ejemplo de ello, y sobre el primero es sobre el que queremos tratar concretamente en este trabajo.  Así de pronto, sabemos que su autoría le es atribuida a Homero, de quien, en una biografía de urgencia, podríamos decir que se trataba de un aedas ciego, considerado como un poeta errante que utilizó para la composición de sus magnas obras, “Iliada” y “Odisea”, antiguas tradiciones y cantos de otros aedas. Se supone que debió vivir entre los siglos XII y VII a. de J.C., y cuyo nacimiento se le atribuye en Esmirna o en Chíos, aunque han aparecido otras muchas ciudades que pretenden haber sido su cuna. 

Su nombre, en realidad, no era Homero, pues Homero quiere decir “que no ve”, es decir, “ciego”; por lo que, según ciertos historiadores, pudo ser Meónidas, Melesígeno o, más bien, Melesígenes, es decir nacido el día de “las Melesias”, fiestas celebradas en Esmirna en honor a su río, el “Meles”. Pero la posteridad lo ha conocido por su apodo, a causa de haber perdido la vista a mediados de su vida, lo que le incitó más a dedicarse a la escritura de sus obras.  No han faltado quienes nieguen la existencia de Homero como autor de los poemas “Iliada” y “Odisea, atribuyéndoselas a una compilación de la poesía popular griega, elaborada en el transcurso de los siglos. Hecho, que no debe considerarse imposible, cuanto más que, el mismo Homero, las extrajo de antiguas tradiciones y cantos de otros aedas. Federico Augusto Wolf, autor de “Prolegomena ad Homerum sive de opera Homericorum prisca et genuina forma veriisque mutationibus”, afirma que “Iliada” y “Odisea” no podían ser obra de un solo hombre, sino de numerosos poetas, apoyándose en las contradicciones que se observan en algunos cantos de la “Iliada”. Wolf considera, sin embargo, “viva y existente” la personalidad de Homero, aunque como recopilador de todo un caudal épico-poético de siglos anteriores.

jueves, 1 de agosto de 2013

sábado, 20 de julio de 2013

OUSPENSKY, GURDJIEFF Y LOS "FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA" (y II), por Boris Mouravieff

III

La muerte de Katherine Mansfield en el “Instituto” (20) produjo en Ouspensky una fuerte impresión que le llevó a romper con Gurdjieff. Pero una impresión todavía más fuerte le causó el accidente de coche sufrido por Gurdjieff en el cruce de las carreteras nacionales nº 7, de París a Fontainebleau, y nº 168, de Versailles a Choisy-le-Roi.

Gurdjieff regresaba en coche, solo y de noche, de París al Prieuré. Se desconoce la causa del accidente, pero el hecho es que chocó contra el tronco de un árbol a más de sesenta por hora, y resultó gravemente herido. Enterado unos días más tarde, Ouspensky vino a París desde Londres; y ambos fuimos al lugar de la catástrofe.

Abatido, hundido, tras un prolongado silencio me dijo:

- Tengo miedo…, es espantoso… El Instituto de Georges Ivanovitch (Gurdjieff) se creó para escapar a la influencia de la ley del azar bajo la que pasa la vida. Y he aquí que él mismo ha caído bajo el imperio de esa ley…
Y prosiguió:
- Me pregunto aún si ha sido realmente un puro azar (Gurdjieff no valoraba mucho la honradez, como tampoco la personalidad humana en general; ¿Se pasó de la raya?). Les repito, ¡tengo un miedo terrible!

Retomamos el camino, silenciosos. En Fontainebleau entramos en un restaurante para almorzar. Me pidió que telefoneara al Prieuré a su nuera, que formaba parte de los “filósofos del bosque”. Pero no estaba en casa.

Durante el almuerzo, Ouspensky se refirió varias veces a la cuestión del valor real de la honradez. Era claro que para él, el problema era una especie de punto clave. Y, mediante una serie de asociaciones, para mí insondables, relacionaba la cuestión de la honradez con el accidente sufrido por Gurdjieff.

Sin embargo, como hemos dicho, Ouspensky no rompió con Gurdjieff más que físicamente, por así decirlo. Tras ello, y al menos en sus conversaciones conmigo, no le gustaba volver al análisis del “fenómeno Gurdjieff”. Después de varias evasivas, le hice la pregunta directa: por qué evitaba este tipo de conversación que, en mi opinión, podía ser instructiva y de la que al menos se podía sacar una lección.

sábado, 13 de julio de 2013

PRÓLOGO DEL LIBRO "UNA MEDICINA VIVA. PERSPECTIVAS EN TORNO A LA MEDICINA CHINA" Ed. La Liebre de Marzo, por Arnau Oliveres Künzi


En el Occidente contemporáneo la medicina china es una medicina alternativa, en efecto, pero no por ello hay que definirla por comparación con otra medicina, ya que tiene entidad propia. No debemos eludir que la realidad que dio origen a dicha sabiduría de prevención y curación, tradicional y procedente del Extremo Oriente, queda muy alejada de la nuestra, de manera que es probable que nuestra perspectiva cotidiana haga un poco difícil que estemos abiertos a captar su esencia. La medicina china es una medicina viva y, si bien su naturaleza siempre ha sido muy plural, los pilares sobre los que se asienta son muy singulares.
Consciente de que las particularidades de la medicina china se encuentran, sobre todo, en sus principios fundamentales, Arnau Oliveres Künzi nos invita a descubrir el arte médico que se esconde detrás de diez profesionales de referencia y nos exhorta a emprender un viaje en el que aprender no ha de significar solo investigar o explorar, sino también, y sobre todo, cambiar.


sábado, 29 de junio de 2013

EDITORIAL VERANO BOREAL DE 2013

La línea editorial de M.T. ha sido hasta ahora brindar una atención especial, sobre todo, al sentido iniciático de las doctrinas espirituales, sin descuidar algunos estudios más o menos académicos sobre lo mismo bien interesantes en otros aspectos. Una singularidad creemos importante es haber editado por primera vez en España y en castellano el Paramarthasara de Abhinavagupta (1) directamente traducido del sánscrito por Arcadio Rojo con expreso consentimiento del maestro Kammlesh Dutta Tripathy de Varanasi al frente de la línea Sri Vydia del Shivaismo advaita Cachemir, al cual dirigimos todo nuestro reconocimiento. En relación al tasawwuf islámico también han sido preciosas las colaboraciones del sheikh Abdelbaki Meftah de la orden Shadiliyya-Belkaidia de Argel, experto en Ibn ‘Arabi, al que igualmente dirigimos nuestro reconocimiento. Sobre el simbolismo masónico debemos agradecer también los trabajos de varios hermanos que resaltan de él muchos aspectos ignorados por la propia masonería moderna y “social”, a la espera de serle reconocida la dimensión iniciática que le corresponde por principio, aunque muy olvidada incluso por muchos masones contemporáneos.

sábado, 15 de junio de 2013

OUSPENSKY, GURDJIEFF Y LOS "FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA" (I) *, por Boris Mouravieff

Boris Mouravieff  (8 de Marzo 1890, Kronstadt, Rusia. 2 de Septiembre 1966, Suiza).Ver biografía completa en : http://es.wikipedia.org/wiki/Bor%C3%ADs_Muraviev. Durante 17 años Boris Muraviev mantiene una relación de amistad con P. D. Ouspensky. A través suyo conoce a G. I. Gurdjieff, con quién mantendrá independientemente contactos durante su estancia en Francia para después desvincularse de él y sus grupos.  
El concepto que tiene Muraviev de Gurdjieff no es alagador como podría serlo en parte el de J. Evola, que admira no tanto la doctrina pero sí al personaje aún reconociendo algunas de sus brutalidades (quizá porque nunca llegó a conocerlo personalmente). Al igual que Guénon, Muraviev lo considera un auténtico peligro; lo conoce bien y a diferencia de lo que ocurre con el resto de personas afines a él y del propio Ouspensky, no está tan “sugestionado” como para no darse cuenta de lo irregular de su sistema y de la estafa de su “carismática” persona. De esa relación surge este texto, pues el autor estuvo también intensamente interesado toda su vida en la doctrina del Hombre Nuevo que predicaba también Gurdjieff desde otra perspectiva, aunque Muraviev lo hiciera exclusivamente desde la tradición cristiana oriental. Muraviev tiene del cristianismo una idea bastante afectada por el ocultismo desiminónico, como también una gran confianza en el positivisto científico, tanto que está convencido de que al final se sumará a la tradición esotérica ancestral para formar una única y misma cosa.
En cuanto a Gurdjieff y a parte de las ”originalidades” del personaje, de las que sólo podrían salvarse aquellas que colocan en su lugar las pretensiones del hombre ordinario y vulgar, su “doctrina” es una amalgama de retales extraídos de las más variadas despensas: positivismo, cristianismo oriental, sufismo, magia de salón e invenciones de cosecha propia. Solo cabe observar su personal “cosmología” (sus prolijas categorías de mundos y niveles) y su teoría de los “hidrógenos” para comprobar hasta donde puede llegar la fantasía de un personaje cuyas pretensiones rebasan toda medida y cuyos intereses nada tienen de espiritual. Es por este motivo que este tipo de personajes de “por libre” no pueden citar nunca sus fuentes ni maestros sin mentir, ni la inexistente cadena iniciática en la que están integrados.
Quedan claros en la obra los estudiados mecanismos de sugestión y manipulación empleados por la mayoria de impostores que ven compensada su nula o mediocre espiritualidad (véase intelectualidad) con ciertos recursos psíquicos de prestidigitador de bazar, los propios de cualquier lider de grupo sectario, siempre articulados alrededor de alguien tocado por los “hados” de sus propias y únicas pretensiones de ambición personal y de usufructo de los medios de vida de sus víctimas. 
Estos mecanismos parecen seguir en todos los casos un mismo “protocolo” que vemos emplear a los más variados timadores de la pseudo-espiritualidad actual, personajillos que han creado una “marca personal” de esoterismo extraído directamente a veces de medios ocultistas pero apañado y amañado con nociones de más nivel sacadas, entre otros, de René Guénon, del que se apropian su liderazgo intelectual para avalar sus “programas”. Con respecto estos personajes nunca se podría estar demasiado prevenido.




I

Hablar de Ouspensky es hablar de Gurdjieff. Y hablar de Gurdjieff y de Ouspensky es hablar de la Tradición esotérica que, de manera fragmentaria, fue divulgada por uno con la ayuda sustancial del otro (1). La gran dificultad para hablar de los problemas esotéricos consiste en que nuestra civilización, analítica por excelencia, con su especialización llevada al infinito, ha llegado a crear una élite muy culta pero con la particularidad de que, en general, el intelectual no posee más que una ínfima parcela de nuestro Saber. Especialista en su rama, no tiene del resto más que nociones sumarias. Y como este resto implica al conjunto de una vida cada vez más compleja y febril, y a la que hay que hacer frente en todo momento, paralelamente a la fragmentación del Conocimiento se ha creado todo un sistema de “botones”, para que tocándolos el individuo obtenga los efectos deseados sin pasar por el estudio y el trabajo. Pagando lo que haga falta, naturalmente.

Así, el arte de vivir se resume actualmente en la adquisición de conocimientos profundos en un estrecho sector del Conjunto, lo que da ya acceso a la fortuna y a los honores, y para el resto la utilización del sistema de “botones” que responden a todas nuestras necesidades. Ciertamente, también era así en la época de los Griegos y de los Romanos, pero como el mundo antiguo no conocía la especialización a ultranza, el sector de los “botones” era mínimo mientras que el de los conocimientos profundos abrazaba la casi totalidad del Saber de la época.

El sistema de la especialización que, tanto en los estudios como en la realización no es de hecho más que una juiciosa distribución del trabajo, ha permitido las maravillas del progreso. Pero, en contrapartida, ha desacostumbrado al hombre a pensar en profundidad, si no es en un campo específico.

A su vez, esto condujo a la formación desequilibrada del hombre de élite contemporáneo: junto a un espíritu crítico muy acusado, se desarrolló en su subconsciente una insospechada credulidad en lo que quedaba fuera de su especialidad y materias afines.


viernes, 24 de mayo de 2013

EL CERO METAFÍSICO Y LA UNIDAD, por Arjuna

Cuando los creyentes leemos: Y Dios dijo: “Hágase la Luz” y la Luz se hizo, nuestra fe nos hace intuir que fue así, pues, de no haber sido así, es de suponer que no estaríamos ahora aquí y nada existiría.
Y hablando de existir ¿qué significado tiene en realidad esta palabra? Parece proceder de la expresión “ex_estare”, que significa etimológicamente, “estar fuera de”. Lo que implicaría que los que existimos, estamos fuera de algo a lo que se le designa simplemente como “de”. ¿Pero fuera de qué? Porque, desde el mundo de la existencia, distinguimos unas cosas de otras para poder reconocerlas, es decir nos basamos en la distinción, y en ese simple “de” del que estamos fuera, al expresarlo solo y aislado, da la sensación de un lugar de esencial importancia, como si, existir, fuera haber salido de un “Todo” donde no hubieran distinciones. 
Aunque designarlo como el “Todo”, también sería un error, pues, si fuera del Todo, puede haber algo, el Todo ya no sería todo, sino una parte. De ahí que debamos deducir que ese “de”, del que estamos fuera los que existimos, sea la parte esencial del Todo, de la que puede salirse a esa otra situación (la existencia) donde se aprecian las individualidades por el procedimiento de la distinción. Y esto implicaría que ese “Todo”, al que podríamos designar como “Posibilidad Total”, estaría compuesto por la “posibilidad de existir” y la de “no-existir”, es decir por la posibilidad de “salir de” y la de “no salir de”. A esto los metafísicos lo designan como la “Posibilidad de Ser” y la “Posibilidad de No-Ser”, o, más comúnmente, como el “Ser” y el “No-Ser”. Éste último constituiría la esencia pura de lo indiferenciado, de donde todo procede, y, aquél, la posibilidad de diferenciación.

sábado, 4 de mayo de 2013

LA LOGIA Y EL HUEVO DEL MUNDO, por H:. Graal

En cierto punto del manual masónico de instrucción del grado de aprendiz del R. E. A. A. se pregunta: "¿A que puede compararse una Logia regularmente cubierta?".  A lo que se responde: "a la célula orgánica y más especialmente al huevo, que contiene un ser en potencia. Todo cerebro pensante figura como un taller cerrado, una asamblea deliberante y al abrigo de la agitación exterior". La comparación que aquí se establece entre la Logia y el huevo difiere en apariencia de la visión mineral de la misma como imagen arquitectónica del cosmos, identificándola con un ser vivo y orgánico, con un ente pensante, autosuficiente, pues en ella coincide el Templo y el Taller, el espacio sagrado y ritual del trabajo iniciático, lugar de concepciones, gestaciones y elaboraciones rituales, idéntico al "laboratorio" (orar y laborar) y al Athanor alquímicos. La comparación de la Logia con el huevo se extiende también a la célula orgánica y al cerebro, que como él contienen la potencialidad de la vida y el pensamiento, es decir, del Verbo, que es pensamiento (ad-intra) y palabra de vida (ad-extra).

  La diferencia entre el lenguaje arquitectónico (mineral) y el orgánico (animal), solo es aparente, pues la célula es de hecho la "construcción" más simple y sintética del mundo corpóreo, aunque no por ello menos compleja en sus estructuras fundamentales. Y una verdadera construcción arquitectónica también es, por otro lado, un todo "orgánico", una unidad viva que no se limita a la simple suma de sus partes. La propia etimología de célula nos lo confirma: del latín cellula: "celdita", de cella: cuarto pequeño o habitación, de ahí la palabra: celda. El signo astrológico del Sol, idéntico al alquímico del Oro, es una circunferencia con el centro destacado, imagen gráfica también de la célula y del Ser primordial.

viernes, 19 de abril de 2013

RESEÑA A “LA PROFANATION D’ISRAËL SELON LE DROIT SACRÉ”, Ch.A. GILIS. Ed. Le turban noir, 2008, por 'Abdel Hakim

Charles André Gilis es un autor polémico, tradicionalista guenoniano en la línea del tassawuf islámico continuado por Michel Vâlsan, se centra en este trabajo en un asunto tan espinoso como actual. Se ha decidido realizar esta reseña porque el enfoque del asunto, salvando la idiosincrasia y las cuestiones más religionarias o exclusivistas, es bastante genuino e inusual; además de no existir su obra en castellano. Sirvan las citas extraídas como motivo de reflexión desde una perspectiva sagrada. 
Siempre desde una hermenéutica akbariana centrada en la noción de Derecho Sagrado, comienza Gilis este pequeño libro con unas consideraciones sobre la Ley Universal: “ante la incapacidad de los Occidentales para comprender lo que es el Derecho divino y admitir su legitimidad, (…) la noción más adecuada para hacer comprender lo que es verdaderamente el Derecho sagrado, es la de “alianza”; El hombre fue creado para Dios, es decir, iniciáticamente, para que pueda conocer-Le y el Altísimo es el único verdadero detentador del Derecho. Es Él quien determina la Ley universal y quien fija los términos de las alianzas.”  Prosigue el autor exponiendo dicha Ley como el Sanatana Dharma hindú y el Din al Islam musulmán, “Religión esencial de la que los profetas y enviados divinos tienen como misión adaptar a las sucesivas fases y a las modalidades particulares del ciclo humano”, dando lugar a “diversas formas tradicionales, como adaptaciones de esta Ley primordial”.

Si bien el judaísmo está regido por la Ley de Moisés y el Islam por la Ley de Muhammad, el cristianismo se presenta como una excepción, pues no tiene una ley sagrada que le sea propia, al haberse constituido por el abandono de la ley mosaica. Respecto a esta singularidad cristiana Gilis explica: “Hay en ello un estatuto de excepción que reposa sobre la idea de que la espiritualidad es un “superación de la ley”. Además, ese estatuto es interpretado unilateralmente como la señal de una superioridad, cuando en realidad representa una modalidad particular y una adaptación a un mundo en perdición (que prefigura el nuestro) en el que, según René Guénon, las tradiciones “existentes hasta entonces, y especialmente la greco-romana que se había hecho predominante, habían llegado a una extrema degeneración”.

sábado, 6 de abril de 2013

RENÉ GUÉNON Y EL TASAWWUF ISLÁMICO, por Manuel Plana

Poco después del deceso de René Guénon (7-1-1951), Michel Valsán comentaba: “…dada la ocasión, muchos se han extrañado al enterarse que fue musulmán.” (…) “Otros se preguntaban si podía haber acuerdo entre su perspectiva doctrinal y su postura tradicional personal. Otros incluso han llegado a pensar que su enseñanza metafísica e intelectual no podría considerarse compatible con la doctrina islámica. No es necesario destacar lo que hay de superficial o aún de malévolo en este género de opiniones o de suposiciones.” (1) 
Hace poco más de treinta años, el profesor Nadjmud Din Bammate señalaba a propósito de lo mismo: ”Es curioso ver, incluso entre los fervientes adeptos de la obra guenoniana, esforzarse en poner entre paréntesis, como un molesto incidente, su conversión al Islam y notar, por ejemplo, que tiene poco lugar en sus escritos la tradición islámica.” (2)
Salvo pocas excepciones, el desdén hacia este tema poco ha cambiado hasta ahora, por lo visto, la opción personal de Guénon fue tan “personal” que no vale la pena considerarla, y si las doctrinas islámicas son poco sobradas en su obra, ¿para qué interesarse por el Islam y el sufismo? Es lo que piensan algunos “guenonianos”, los mismos que desdeñan el Islam y no ven en el sufismo sino algo pseudo-religioso, convencidos quizá de que las instituciones occidentales de este tipo, si es que comparativamente las hay, están mejor dotadas y son más adecuadas para el hombre occidental. 

La poca presencia que en sus libros tiene el Islam y su tasawwuf, es decir, el sufismo, se debe a razones de peso que él mismo explica como veremos, pero ha hecho creer a bastantes de sus lectores el tener que descartarlo como tradición realmente operativa para ellos mismos, pensando que al dirigirse sobretodo al hombre occidental era a sus únicas tradiciones occidentales (de hecho solo hay una iniciática) a quien Guénon remitia, lo cual, sin dejar de ser una posibilidad siempre estimada, no se limita a eso en absoluto. Ciertamente, si Guénon escribió sobretodo para el hombre occidental es por las razones evidentes del decrépito estado de su espiritualidad,  pero la luz que vertió, al menos en lo que toca a lo esencial, venía de Oriente, cosa que le reprocharon muchos y que él nunca desmintió. Y bajo esa luz es que todo lo referente a la realización espiritual y al simbolismo sagrado en sus más importantes aspectos, retomó su definición original, tanto en el caso de las tradiciones occidentales como orientales.  


lunes, 25 de marzo de 2013

EDITORIAL PRIMAVERA 2013

La palabra crisis es la que más se escucha por doquier en estos momentos, al ponerse en evidencia el grado de corrupción general de las instituciones y su enorme perjuicio social. Pero ¿qué se entiende por crisis? Quizá un periodo de dificultades que sigue y antecede a otro de bonanza. Pero ese no es el caso realmente. Son muy cortos los períodos de tiempo y muy delimitados los puntos geográficos que no hayan sufrido algún tipo de crisis en este último siglo. Si consideramos la implicación directa o indirecta de Europa y América en este periodo tenemos guerras, conflictos y desastres simultáneos y encadenados de todo tipo hasta hoy (consultar S-XX guerras en Wikipedia) 
Realmente hace mucho tiempo que no salimos de una situación crítica con muy breves pausas de precaria estabilidad. Desde la última revolución industrial todas las crisis se han agudizado y siguen haciéndolo desde la propia eclosión de la modernidad. El mundo moderno no es él mismo sino una anomalía que corrompe todo lo que toca, una crisis permanente de valores espirituales, morales y finalmente materiales, es decir, económicos; la primera no hace sino precipitar la segunda y ésta la tercera. 
Una concepción puramente material de la realidad, y además interesada exclusivamente en explotarla, no hace sino imitar la perpetua crisis de los elementos materiales al reaccionar entre sí, un estado de confusión de elementos. Aún así, es un caos relativo; los dias suceden a las noches, el sol sigue saliendo por el Este y ocultándose por el Oeste; la primavera sigue fecundando la flora y la fauna, y los procesos biológicos no se interrumpen. Es el ente humano quién se ha vuelto literalmente loco. 
Lo económico centra toda la atención y es el único discurso audible en un momento en que precisamente tambalea aquella ilusoria seguridad material que auguraban breves lapsus de bonanza anteriores. La obsesión de lo económico es un filtro mental poderoso a través del cual todo se interpreta y se programa: normas de comportamiento buscando siempre beneficios, intereses, comisiones y réditos de cualquier relación, transacción, intercambio y esperanza. 
La incertidumbre es crisis, pero la falta de certeza  no la compensan miles de opiniones al vuelo; la zozobra y la corrupción se instalan como parásitos en un mundo donde se ha desterrado la Verdad y la nobleza. Quizá llegó la hora de tomar decisiones definitivas sobre un estado de crisis permanente al que ya casi nos estamos acostumbrando; del griego krisis, crisis es decidir, optar por otra dirección que la que ofrece la inercia obscena del mundo moderno, una vía muerta desde su nacimiento y ya putrefacta.

Redacción

sábado, 9 de marzo de 2013

NOTA SOBRE LA BÚSQUEDA DE LA "PALABRA PERDIDA", por H:. Geometría

La idea de que existe o ha existido una técnica operativa reservada y muy secreta de invocación y/o evocación, mediante la cual y por el poder misterioso de ciertos nombres o palabras, pueda convocar inexorablemente la presencia divina o provocar el despertar espiritual súbito y definitivo (y también, entre otras cosas, convertir un sapo en príncipe), es de aquellas que forman parte del folklore de la mayoría de pueblos, y ya se sabe que todo lo que a él respecta contiene buenas dosis de verdad, aunque simplificada, exagerada, encubierta y muchas veces deformada. Es por ello que el tema de la Palabra Perdida se presenta no sin cierta ambigüedad que a algunos fascina pero también conduce por penosos derroteros. 

En efecto, la parte "técnica" u "operativa", mágica dirán algunos, es ciertamente importante en toda forma de iniciación verdadera, y de hecho todo el edificio doctrinal de la misma está dirigido a la realización, sin la cual aquella no deja de ser una preparación simbólica preliminar. Pero, sin menospreciar, al contrario, la eficacia de los ritos, tampoco ha de confundirse esa realización con simples tecnicismos rituales; todo, doctrina y método (1), es un soporte y un vehículo de esa realización, que es puramente interna e intransferible por muchos efectos externos y secundarios que pueda incluir. Y es importante, decíamos, empezando por la invocación e incantación de los nombres divinos, en los cuales se supone que reside la "energía" de lo invocado, y todo lo que se relaciona con ellas (postura, ritmo, respiración, entonación, etc...), distinguiéndose tanto de la pasividad del misticismo religioso, como de la imposturas grotescas de los pseudo-esoterismos de turno. Sin embargo, esa importancia no reposa en los gestos o fórmulas mismos (que pueden variar y adaptarse a diferentes circunstancias), sino en el carácter ritual, es decir, sagrado y sacrificial (sacrum-fácere) de toda operación iniciática, que de no practicarse según esa intención y premisa deja de tener toda eficacia real, comportando la misma idea de "técnica" (tecné: arte) un sentido sagrado (teúrgico) extraño al ordinario moderno.

lunes, 25 de febrero de 2013

EL CONTRA-IMPERIO: MUNDIALIZACIÓN Y CYBERNÉTICA(*), por Patrick Geay (**)

“Porque tus mercaderes eran los príncipes de la tierra, y tus sortilegios han engañado a todas las naciones”

Apocalipsis de Juan 18: 23

Por sorprendente que pudiera parecer, el hecho de que R. Guénon haya evocado al final del Reino de la Cantidad (Cap. XXXIX) el advenimiento próximo de una parodia “contra-iniciática” del Santo Imperio, no ha suscitado casi comentarios, al menos que sepamos. Hay que decir que, después de este punto, la noción de “contra-iniciación” fue deshonrada por los “guenonianos” mismos, tanto que es dificil de utilizar. No hay duda, sin embargo que, en el espíritu de Guénon, aquella coincidia, en una perspectiva escatológica perfectamente tradicional, con las “potencias de las tinieblas” que, bajo la égida del Anticristo, deben instalar en nuestro mundo su reino provisional. En este mismo capítulo, Guénon citaba entonces un tratado de San Hipólito sobre el asunto (1); evocaba también “al jefe de los awliyâ esh-Shaytân” (2) o “santos de Satán”, expresión coránica (3) que designa una contra-jerarquía espiritual presidida por el Dajjâl (el Impostor), reflejo invertido (4) de la jerarquía iniciàtica suprema (5). Esto no impidió que la visión de Guénon fuera claramente asimilada a un “conspiracionismo” (6), lo que hoy en dia tiene directamente por efecto situar ese capítulo de su obra en el campo bastante mal frecuentado de los teóricos del complot, de los que a menudo se mofan, no sin razón, los historiadores profesionales. Pero eso es olvidar que detrás de los pseudo-complots de los que era consciente Guénon, como el de los Protocolos de los sabios de Sión de los que ha hablado ocasionalmente (7), existen realmente auténticos complots. Puede pensarse, en este sentido, que practicamente toda la literatura conspiracionista que, desde Barruel, se ha diversificado mucho, no sirve más que para enmascarar la verdadera realidad asociando, más o menos conscientemente, observaciones válidas sobre la existencia de tal organización a falsas o delirantes interpretaciones haciendo casi imposible el enfoque de estas cuestiones. 

sábado, 2 de febrero de 2013

NOTA SOBRE EL SHIVAISMO CACHEMIR Y EL BRAHMANISMO (1), por David Dubois (2)

La ausencia de todo precepto moral en las obras atribuidas a Abhinavagupta habrá sorprendido sin duda a más de un lector. Más aún, no hay una simple ausencia sino más bien una crítica de las morales brahmánicas y tántricas.
En el 4º capítulo de “La luz de los Tantras” (Tantraloka) en particular, ofrece un desarrollo dialéctico sobre este punto de un vasto alcance práctico. Su conclusión es que las reglas no son ni una ayuda ni un obstáculo. De hecho, uno puede prescindir de ellas tal como lo aconsejan ciertas tradiciones tántricas no-dualistas, pero también se pueden admitir sin prejuicio ninguno. Tal fue, por otro lado, la elección de Abhinavagupta que residía entre sus discípulos revestido de los atributos de Shiva (granos de rudrâksha, ceniza, rosario, etc...). Incluso en su comentario al Canto del Bienaventurado (Bhagavad Gîta, del que acaba de aparecer una nueva edición en la editorial GF) él afirma que la moral brahmánica es falsa en teoría, pero a la que uno se debe conformar en la práctica: ”Los adeptos perfectamente realizados no se dicen “sirviendo a un brahman acumularé mérito”. Ellos no creen en las virtudes purificadoras de la vaca, ni que poseer un elefante les enriquecerá, etc... A sus ojos, el perro no es un animal impuro. Para ellos incluso el “intocable” (la casta de los chandalas o parias, los sin casta) no es impuro ni un pecador. Ellos miran a todas las criaturas con una misma mirada. Sin embargo, ellos no actúan así en la vida cotidiana (na tv vyavaharanti)”. (ad V, 19)

domingo, 13 de enero de 2013

NOTA SOBRE LAS TRES PEQUEÑAS LUCES DEL TEMPLO, por H:. Graal

Uno de los emblemas más representativos de la Masonería y de su dinámica ritual son las Tres Pequeñas Luces, relativas a las tres columnas dispuestas en escuadra que marcan el ombligo del Templo (1), dedicadas a la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. 
Si en Oriente es el Delta luminoso, en el centro del Taller son las Tres Pequeñas Luces las que presiden todos los trabajos masónicos, los grupales celebrados en Logia como en particular los que realiza cada hermano con su Piedra, sea Bruta o Cúbica, aplicándose las enseñanzas. Ellas tienen en las Tres Grandes luces su instrumento ideal, la Sabiduría en el Libro de la Ley Sagrada, la Fuerza en la Escuadra, y la Belleza en el Compás.
La circulación en el interior del Templo se efectúa siempre en sentido dextro-céntrico alrededor de las Tres Luces, y todo lo que la Orden tiene en depósito se sitúa entre ellas, en el Cuadro de Logia relativo al grado como mapa y resumen de toda la simbólica del grado. Los trabajos masónicos no pueden abrirse hasta que las tres columnas quedan iluminadas por los principales oficiales del Taller. El V:. M:. exclama: Que la Sabiduría presida la construcción de nuestro Templo. El primer V:. : Que la Fuerza lo sostenga, y el segundo V:. : Que la Belleza lo adorne
La Masonería tiene un linaje constructivo y artesanal, el Templo es la Gran Obra y el propio Espíritu constructivo del que deriva toda organización humana de este tipo toma las características de Gran Arquitecto del universo, es decir, de Cosmocrator (es bien conocida la iconografía de Cristo como Cosmocrator y Cronocrator, delimitando la circunferencia del mundo con un compás trazándola sobre el Caos.) Su Plan es Él y el Sello de su impronta está en todos los mundos, en todos los seres y en todas las cosas. Él ilumina las tinieblas primordiales y ordena los elementos (Ordo Ab Chaos) realizando permanentemente la unidad de la consciencia y la materia, con Sabiduría, con Fuerza y con Belleza. Dice Salomón : “Tú todo lo dispusiste con número, peso y medida.” (Sabiduría. 11, 20), lo cual podría relacionarse directamente con las Tres Pequeñas Luces, la Sabiduría con el número, la Fuerza con el peso, y la Belleza con la medida.