Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

domingo, 14 de agosto de 2016

¿UN MÁS ALLÁ DE LA CONSCIENCIA? (*), por David Dubois

¿Hay un más allá de la consciencia? Algunas autoridades lo han afirmado, como Nisargadatta Maharaj. Y otros antes de él, como la escuela del Nyâya-Vaisheshika, para quién el estado de liberación es un estado de inconsciencia, ya que la consciencia no es nuestra verdadera naturaleza, sino solamente una cualidad, un atributo entre otros del que nos libramos en el momento de la liberación. Este estado de liberación no es un estado de felicidad, de plenitud, sino una ausencia de todo sufrimiento y de toda experiencia, un estado que realmente no lo es. Además, la consciencia es el fundamento de toda experiencia, así pues, también de todo sufrimiento. Liberarse de la consciencia es, pues, liberarse del sufrimiento. 
Es este un tema de las filosofías  de Occidente, que, de diferentes maneras por cierto, celebran la supra-consciencia o la inconsciencia; desde el “incognoscible” de Dionisio el Aeropagita (teología negativa), hasta la veladas sobre-alcoholizadas de nuestros jóvenes. Por lo tanto, ¿el Absoluto es otra cosa que la consciencia? La consciencia ¿es un estado susceptible de sobrepasarse? Y ¿qué es la consciencia?
Para algunos, como para el budista Nâgârjuna, toda consciencia implica una dualidad del sujeto y del objeto. En Occidente se dirá que toda consciencia es consciencia de alguna cosa. La corriente budista que Nâgârjuna testimonia, comparará la consciencia con una espada que no puede cortarse ella misma. Dicho de otro modo, no hay consciencia de sí. Es justo una apariencia, un falso semblante, un mito, una manera de hablar sin reflexionar. 
Sin embargo, ¿qué sería una consciencia sin consciencia de sí, una consciencia  de algún modo inconsciente?
Otra corriente budista afirma al contrario que la consciencia es consciencia de ella misma, sin dualidad entre sujeto y objeto, tal como un lámpara es ella misma su luz propia sin necesidad de otra lámpara. Esta corriente, presente en los orígenes del Gran Vehículo (mahâyâna), devendrá la escuela de la práctica del yoga (yogâcâra), según la cual todo es construcción mental. 

En resumen, en Occidente como en Oriente, en el hinduismo como en el budismo, y aún hoy en día, hay dos posiciones sobre la consciencia: 

La consciencia es un estado, una etapa hacia el absoluto que es nuestra verdadera naturaleza, un estado sutil, el estado último, pero que puede y debe ser sobrepasado en un inconcebible más allá de la consciencia, pues toda consciencia es germen de sufrimiento y todo sufrimiento encierra una cierta dualidad. (1) Uno no puede escapar de la experiencia del sufrimiento a menos de sobrepasar la experiencia misma, es decir, la consciencia.

La consciencia no es un “estado” sino el trasfondo de todo estado. Ella no es una etapa, sino el fondo sin fondo de todas las etapas. Ella no es una cualidad del Absoluto, sino su esencia. Toda consciencia es consciencia de sí, pero esta consciencia de sí no implica dualidad de sujeto y objeto. La consciencia se conoce ella misma, pero no de la manera que se conoce un “objeto” (diferenciado del sujeto). Ella se conoce inmediatamente. La consciencia no es necesariamente fuente de sufrimiento: la pura consciencia de sí, sin objetivación de sí, sin identificación (con ningún nombre o forma), tiene el poder de transformar toda experiencia en felicidad impregnada de paz.

Yo creo que la razón, la intuición y la experiencia muestran que la segunda posición es la buena.

La primera posición es errónea porque:

Ella confunde la consciencia con un estado, es decir, con un objeto de la consciencia.

Cuando afirma que la consciencia es forzosamente dualista, tal como una espada no puede cortarse ella misma, confunde todavía la consciencia con un objeto. La consciencia no se parece a una espada ni a ninguna otra cosa. Solo Dios puede conocer a Dios.

Un más allá de la consciencia sería todavía una experiencia, así pues, un estado de la consciencia. Querer salir de la consciencia, o creer que se sale, es como querer ir más deprisa que la propia sombra.

La consciencia no es dual, incluso cuando parece serlo. La consciencia del objeto es siempre, en realidad, una consciencia de sí (del verdadero sujeto que es ella misma). La dualidad es un error: se toma una consciencia de sí por una consciencia de lo otro, como en un sueño.

No hay medio de conocer el más allá de la consciencia.

Los textos tradicionales que afirman que el Absoluto está “más allá de la consciencia o de la inconsciencia”, “sin consciencia” (acetana, asamvedana), “más allá del ser” (sattva-tîta), son procedimientos pedagógicos para liberar la consciencia de la tendencia a identificarse, a asir los objetos y estados. La sabiduría de Nâgârjuna debe comprenderse en este contexto.

Los estados de vacío, de “inconsciencia”, de los que el sueño profundo es la ilustración más pura, son estados. (Pero) la consciencia no es un estado.

La consciencia no es una cosa fija y absolutamente inmutable. Ella está siempre presente, pero ella es libre de reconocerse como vacío, como nada, tal como lo es de reconocerse como zanahoria , perro u hombre.

La consciencia es libre quiere decir que no es prisionera de ella misma: ella puede tomarse como eso o aquello (a voluntad).

El vacío, los estados de no-conocimiento, de inconsciencia, etc… son simplemente la consciencia retomándose como pura consciencia, lo que la consciencia cualifica de inconsciencia, ya que ella no se conoce de ordinario (en el estado de vigilia) más que en los objetos. Lo que se considera como pura inconsciencia o un “más allá de la consciencia”, es pura consciencia no-dual.

Esta pura consciencia no es el reconocimiento liberador. Pues, cuando los objetos reaparecen, la consciencia es llevada (secuestrada) y alienada de nuevo.

La consciencia se reconoce (sobretodo) como intervalo entre los objetos, los estados,  y (también) como estos objetos, estos estados: solamente entonces ella es libre.

Hablando de modo práctico, uno queda como mudo, desplazado, flotando, descolgado, abierto, en ausencia o en presencia de un objeto sin referencia a un sujeto. Ver que no hay sujeto es ver al verdadero sujeto. Ver que nadie ve (con un nombre y una forma, un ego), es ver nuestra verdadera naturaleza, la consciencia, más allá de las palabras, las imágenes, las emociones, las sensaciones, los estados.

Algunos versos del Yoga según Vasistha sobre la identidad del absoluto y la consciencia de sí:

El viento y su temblor son uno,
Tal como el fuego y su calor.
Así mismo, la pura consciencia y su poder de vibrar (spanda)
Son siempre un solo y mismo Sí (6/2, 84,3)
Cuando (la consciencia) se detiene y permanece tal cual,
Se la llama “Shiva”:
Entonces la actividad de la diosa (Shakti), del poder de consciencia,
Reposa en el Sí, en sí.
Cuando ella permanece tal cual, en su estado natural,
Se la llama “Shiva”. (6/2, 84, 26, 27a)
Por que él es consciencia,
(El Absoluto) no puede ser lo que es
Si él no es así (consciente),
Tal como el oro no puede existir
Sin forma. (6/2, 82,6)
¡Tú que eres sabio! Dime ¿cómo
La pimienta puede existir sin estar pimentada?
¿Cómo el azúcar podría ser no azucarado (dulce)? (6/2, 82, 8-9)
Una pura consciencia
Desprovista de consciencia
¡No merece el nombre de “pura consciencia”! (6/2, 82, 10)
La consciencia no puede estar presente
Sin esa especie de vibración (spanda)
Que es la substancia misma de la consciencia,
Tal como una cosa no puede ser
¡Lo que ella es no siéndolo! (6/2, 83, 14)

Así, no hay (un) más allá de la consciencia. Y este más allá, si incluso se pudiera adivinar, explicar o tener experiencia, ya fuera a través de una “no-experiencia”, estaría aún en la consciencia, en lo que el poeta Jacques Goorma llama la Sede:

“La Sede del despertar está en la claridad del espíritu, en esta luz irradiando toda cosa de su presencia. Toda cosa no ha lugar más que en su Sede”  (Le Séjour, pg. 9)

En verdad, las cosas no vienen de nada, ni de la consciencia. Ellas son una nada consciente.


Traducción del francés y notas Manuel Plana.


* shivaisme-cachemire.blogspot.com

1.- Curiosamente, ésta es también la conclusión de René Guénon, que ve la consciencia como una facultad de orden humano e individual tan solo, lo cual se contradice bastante no solo con lo que dicen los Tantras, el Shivaismo cachemir, el budismo Dzonchen y otras escuelas, sino también con el propio Shankara.