Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

jueves, 5 de diciembre de 2013

EL DR. ANDERSON, UN HERMANO DESCONOCIDO (y II), por Sergey Kitaev

Este es el único retrato contemporáneo de Anderson (aunque tampoco podemos estar seguros de que sea él). El grabado es de William Hogarth y se llama “Los misterios de la masonería sacados a la luz por Gormogones” (circa 1724). Anderson, supuestamente, camina con la cabeza metida entre los peldaños de la escalera, lo cual probablemente sea una alusión a las pruebas iniciáticas. Otros posibles personajes en el cuadro: la figura en la armadura probablemente sea Philip, Duque de Wharton, y la otra, la figura montada en el asno, suponemos que es Desaguiliers.


Tras finalizar el breve repaso de los datos biográficos de Anderson, ahora intentaremos aclarar algunos puntos de su biografía masónica que, por ser poco claros, generan rumores de todo tipo, muchos de los cuales carecen de fundamento alguno. Debido a la gran falta de datos históricos, la fecha exacta de iniciación de Anderson y por tanto, su legitimidad como masón y como autor de las Constituciones masónicas, es un punto que suscita muchas dudas. Existen varias opiniones sobre el año de adhesión de Anderson a la Gran Logia de Londres, aunque, en todo caso, el margen del error es de dos o tres años. 
Gracias a fuentes externas sabemos que en uno de los panfletos que denunciaban el sermón sobre Carlos I de Anderson, éste fue calificado como “un Hermano fraudulento”, “maestro del fraude” o “Maestro de Oficio” (Craft Master, aquí Craft también significa “tramar”, “engañar”, “confabular”). Esta prueba de que Anderson podría haber sido masón antes de pertenecer a la Gran Logia aparece en 1715, aunque en cierta manera no es más que una prueba circunstancial.
Según A. E. Waite, “algo después de 1717” (otras fuentes hablan de 1721) Anderson se afilió a la logia Old Horn num. 4 (9). Sin embargo, en los registros de las Constituciones de 1723 Anderson figura como Maestro de la Logia núm. 17. Dos años más tarde aparece “Jaques Anderson Maître [de] Arts” como miembro de la French Lodge (Solomon’s Head, Hemmings Road), el Venerable Maestro de la cual era el mismo Desaguiliers. En los años 1730, ya reconocido como Gran Vigilante de la nueva institución, Anderson asistió a las reuniones de la Gran Logia. Con todo esto, no sabemos la fecha de la iniciación de Anderson, ni tampoco nos ha sido posible averiguar si ésta ocurrió en Escocia o Inglaterra.

Lo que sí conocemos a ciencia cierta es una versión bastante difundida sobre su formación masónica (o más bien sobre su falta de formación), que deambulaba entre algunos hermanos e investigadores y que sirvió de arma a los críticos de la masonería de la época de las Constituciones en general. Esta versión permitió a dichos críticos aludir a la falta de filiación tradicional, no sólo de Anderson, sino de todos los elementos constitutivos de la masonería de la Gran Logia de 1717. A continuación recogemos los argumentos que tales críticos esgrimían habitualmente.
Es posible que Anderson hubiera sido iniciado en la logia de Aberdeen entre los años 1698 y 1702. Fuera como fuere, desde el 1 de enero de 1710 Anderson fue Jaquín de la Logia de San Pablo de la División Operativa de Franc-Masones de Londres, perteneciente ésta a la división de York de la Masonería Operativa. El sistema de trabajo de esta organización incluía VII grados iniciáticos. 
En una logia operativa, el Jaquín era un capellán que no cursaba sus siete años de aprendizaje como masón, y por tanto, no poseía ninguno de los siete grados de esta organización. Sin embargo, podía presenciar las ceremonias bajo la obligación de no revelar nada. La ceremonia operativa de un Jaquín no podía ser llevada a cabo por nadie más que por otro Jaquín, que comunicaba ciertos secretos al nuevo Jaquín. Era una ceremonia sacerdotal y no una ceremonia artesanal. 
En 1714, Anderson realizó una innovación en las reglas, concerniente a la admisión de personas como miembros del gremio sin que hubieran cumplido el periodo obligatorio de aprendizaje de siete años. Al enterarse de las innovaciones, los miembros de la logia operativa cesaron a Anderson de su cargo como Jaquín en septiembre de 1715. Se supone que fue en ese momento en el cual Anderson entró en los círculos de los futuros fundadores de la Masonería no-Operativa o Aceptada.
Básicamente, el mensaje aquí era el siguiente: Anderson y, por extensión, otros fundadores de la Gran Logia no poseían ningún derecho masónico para iniciar, ni tampoco poseían la plenitud de la existente iniciación masónica. En resumen, aquello era “un fraude”…
Hasta donde hemos podido averiguar, esta información apareció por primera vez en el artículo de A. Gorham, La masonería Operativa, en 1919. La arriba mencionada descripción del supuesto cargo de Anderson como Jaquín es una cita casi textual de una parte de este trabajo. A. Gorham pertenecía a la llamada División de York de “La Venerable Sociedad de Franc-Masones, Masones Rústicos, Amuralladores, Pizarreros, Pavimentadores, Yeseros y Ladrilleros” (The Worshipful Society of Free Masons, Rough Masons, Wallers, Slaters, Paviors, Plaisterers and Bricklayers), cuyos máximos exponentes durante los siglos XIX y XX fueron Clement E. Stretton, John Yarker y Thomas Carr, entre otros. Esta estimada organización, poseedora de un material simbólico extremadamente interesante, actualmente tiene logias incluso en el territorio español. 
Sin embargo, según la información que está a nuestra disponibilidad, los hechos sobre Anderson y su cargo en la logia como Jaquín expuestos más arriba no se han visto confirmados por ningún historiador que no perteneciese a esta respetable organización. Y es bien conocido que en aquel tiempo en la mayor parte del territorio del Reino Unido no había más de dos grados de masonería: Aprendiz y Compañero. Aparentemente, los indicios de algún elemento del grado de Maestro se podían encontrar en el territorio escocés. Evidentemente, la División de York podría haber sido una extraordinaria excepción muy local y peculiar, y, tal y como afirman sus miembros y exponentes, ya en aquel entonces podría haber poseído y trabajado con un sistema de VII grados más algunos cargos especiales, como es el caso de Jaquín. Entre los trabajos de investigación masónica que están a nuestro alcance no hemos podido localizar ningún dato sobre los cargos de Jaquín en el territorio del Reino Unido exceptuando de nuevo el propio y exclusivo caso de la División de York en exposición de sus respetables historiadores. 
Para la finalidad de este estudio y lejos de intentar desmentir lo dicho por A. Gorham, ni, mucho menos, desconfiar de la herencia iniciática que posee esta respetable Orden, preferimos exponer los datos de los que hemos podido disponer y tomarnos estos datos con cautela. No pretendemos refutar nada ni tampoco adherirnos a alguna opinión más o menos partidista, aunque esto no significa que no tengamos ninguna opinión. Pensamos, que el fin de este trabajo es exponer los hechos que nos son conocidos y no buscar la última verdad histórica.  
Otro punto que quisiéramos aclarar hasta donde nos permite nuestro saber también es bastante controvertido. Existen opiniones, que sostienen que el Libro de Constituciones es un proyecto “personal” y no puede tener un valor iniciático alguno. Nuestra opinión es la siguiente:
Cierto es que, tal como hemos visto más arriba, Anderson firmó la obra como su autor. Quizás cabría considerar este hecho como una cierta proeza ya que el Libro de Constituciones no deja de ser un libro dirigido también al mundo profano. Y es muy probable que a la nueva Gran Logia le fuera más que conveniente que este libro se mostrara como una empresa personal y no como una publicación masónica oficial (de hecho, como veremos, no lo era del todo). Esto, entre otras cosas, significaba que Anderson podía haber sido denunciado sin que ello tuviera ningún reflejo negativo en la misma Gran Logia (en aquel entonces las denuncias eran algo bastante habitual). Al fin y al cabo, con esta publicación Anderson aceptó el yugo de cierta responsabilidad y la Gran Logia siempre estaba en condiciones de “lavarse las manos”. 
Aparte de ello, aunque Anderson firmó el Libro de Constituciones como su autor, el libro: 
a) Había sido encargado por la Gran Logia 
b) George Payne revisó las Regulaciones
c) La parte “histórica” (a mis ojos sería más propio llamarla “legendaria” o “mitológica”)(10) se compuso tomando como base los Antiguos Manuscritos, provistos por Desaguiliers 
d) El producto final fue sometido a la aprobación de la comisión de 14 hermanos  
e) La impresión se efectuó bajo la supervisión de la misma Gran Logia. 
Es más, en la 1ª redacción de las Constituciones el nombre de Anderson ni siquiera aparecía en la portada, aunque al final del libro, en el apartado de aprobación oficial del trabajo, sí aparecía su nombre junto con los nombres del Duque de Wharton, Desaguilers como su Diputado, los Grandes Oficiales (Vigilantes) y Maestros, y los Vigilantes de otras 20 logias. Uno de estos últimos Maestros era Anderson, que añadió a su nombre la frase “el Autor de este libro”; seña curiosa si consideramos que en el Libro de Marca de Aberdeen de 1670 el supuesto padre de Anderson se refiere a sí mismo de una manera parecida. En la lista de los miembros de la logia él figura como “Escritor de este Libro”.  
En defensa de la credibilidad iniciática de los demás elementos constitutivos de la nueva Logia (y por ende, del proyecto de las Constituciones), mencionaremos el siguiente hecho:
Según las minutas de la logia en cuestión, que confirman estos hechos, Desaguiliers, “deseoso de tener una conferencia” con los oficiales de la localidad, visita la logia de Mary’s Chapel (Edimburgo, Escocia) el día 24 de agosto de 1721. “Habiéndolo encontrado debidamente cualificado en todos los puntos de la Masonería, ellos le reciben como a un hermano en su sociedad”. Aparentemente, entre otras cosas, hablan sobre el posible reclutamiento de nuevos miembros entre la alta sociedad de Edimburgo. Durante los próximos días y en presencia de Desaguiliers se admiten a la Orden varios nuevos miembros de alta alcurnia, entre ellos el alcalde Campbell. Vemos que Desaguiliers ha sido retejado y aprobado como masón, cosa que posiblemente buscaba. Sin querer sacar conclusión alguna de ello, notemos que tan sólo un mes más tarde se encarga la redacción de las Constituciones a Anderson.
El último punto “discutible” que quisiéramos exponer tiene que ver con la opinión bastante difundida que vincula a Anderson con la quema de una serie de manuscritos antiguos por unos miembros de la nueva Gran Logia. Muchos masones y no-masones creen que detrás de este acto, sin duda barbárico, se puede entrever un plan grandioso de la nueva obediencia para exterminar todos los posibles documentos masónicos de la época que permitían afirmar las raíces cristianas de la nueva masonería. Veremos lo que hemos podido averiguar sobre ello.
Todo lo que nos es conocido sobre la historia de la nueva Gran Logia, comenzando a partir de 1717 y hasta 1723, a excepción de algunos artículos en los periódicos de la época o cartas y diarios de sus miembros, ha sido expuesto por el mismo Anderson en la segunda redacción de las Constituciones. Tan sólo el 24 de junio de 1723 se creó el cargo de Secretario oficial de la institución, y es a partir de este momento cuando se toman regularmente las minutas y notas sobre las tenidas y decisiones que se tomaban durante estas.
El mismo Anderson aparece en la Logia como muy temprano en 1721, así que el testimonio que él nos ofrece sobre lo que ocurría antes no se basa en su propia participación. Está más claro que el agua que hemos de retirar todas las sospechas posibles sobre su participación en estos acontecimientos: la famosa quema, ya postfactum, ha sido descrita y datada por el propio Anderson como algo que ocurrió en 1720. También hay que hacerle justicia y decir que Anderson fue pionero en lo que es la historiografía de la actividad de la Gran Logia. Y es evidente que para ello tuvo que basarse en las comunicaciones de los partícipes inmediatos de los acontecimientos. En este sentido, el mero hecho de que Anderson y sus hermanos, que incluso casi veinte años (¡!) después de lo ocurrido le proporcionaron la información necesaria, creían conveniente mencionarlo nos demuestra, sobre todo, su honesta intención de exponer todos los hechos con la máxima transparencia, y hasta reafirma cierta nobleza espiritual de estos hermanos.
El marco histórico de lo ocurrido es el siguiente. Tal como expone Anderson, sabemos que ya en el año 1718 George Payne, Gran Maestro, afirmó: “deseo que los hermanos hagan llegar a la Gran Logia cualquier Documento o Escrito antiguo relacionado con los Masones o Masonería para poder estudiar los Usos de los Tiempos antiguos; en este mismo año ya han sido recolectadas varias copias antiguas de las Constituciones Góticas”. Vemos que la nueva masonería tenía un genuino interés en conocer a su precursora operativa y que gran parte de las Constituciones, tal como hemos dicho más arriba, estaba basada en la herencia que les dejaron los antiguos gremios. Es más, de acuerdo con lo que afirma el arriba mencionado William Stukeley, el 24 de junio de 1721, (es decir, sólo un año después de la nefasta quema), el mismísimo George Payne, Gran Maestro, presentó el manuscrito encontrado por él “en el oeste de Inglaterra y de 500 años de antigüedad”. Hoy día, según confirman los historiadores, conocemos este manuscrito como el Manuscrito de Cook, el cual, por cierto, está repleto de alusiones al cristianismo, lo cual indica como mínimo una completa tolerancia de la Gran Logia de Londres en cuanto a este aspecto de la historia masónica universal.
Sin embargo, la “descristianización” de la nueva masonería sí que ha tenido lugar y creemos que sus fines fueron sobre todo la búsqueda de la máxima apertura de la nueva escuela iniciática a todas las confesiones monoteístas. Aun así, no pensamos que haya sido la tarea preponderante de la nueva Gran Logia. Este proceso fue largo y paulatino, y en parte seguía las tradiciones del propio gremio operativo, donde las alusiones vetero-testamentarias abundaban tanto en lo que nos queda de sus documentos escritos como en sus testimonios pétreos. Este mismo proceso fue una de las causas del conflicto entre Antiguos y Modernos (11). En teoría, esta confrontación acabó desembocando en la búsqueda y encuentro final de un consenso sobre los principios generales de la masonería especulativa y el contenido del ritual único adoptado para la nueva obediencia, resultado de la fusión de Antiguos y Modernos en la Gran Logia Unida de Inglaterra. Hoy día conocemos la realización ritual encarnada de este consenso como el rito de Emulación, y creemos que deberíamos hablar a grandes rasgos sobre la victoria última de los Antiguos, al menos si analizamos el contenido del ritual adoptado. Aun así, todavía hoy día nuestros rituales en la masonería simbólica, aun siendo de distintos ritos, contienen una cantidad importante de elementos cristianos: uno de los más obvios es que todavía llamamos nuestras logias “las logias de san Juan”, por ejemplo. Es curioso que aunque los Modernistas fueron denunciados por los Antiguos por, supuestamente, dejar los elementos cristianos de lado, estos mismos Modernistas abrían sus trabajos “A la gloria de san Juan”.  Añadiremos que la propia Gran Logia de Londres fue constituida el día 24 de Junio de 1717 el día de San Juan Baptista, y otras reuniones en la misma fecha se efectuaron en 1718, 1719 y 1720.  A partir del año 1720 la Gran Logia se reunía regularmente el día 24 de diciembre (que posteriormente se ha movido al 27 del mismo mes), el día de San Juan Evangelista.
No vemos nada parecido al supuesto odio y deseo de exterminación total del contenido cristiano de la masonería ni en la manera de trabajar de los Modernistas, ni en el trato general que daban a los manuscritos que caían en sus manos, hecho que con tanta insistencia se les achaca.
La propia quema datada en 1720 fue descrita por Anderson de la siguiente manera:
“Este año, para prevenir que caigan en manos ajenas, algunos hermanos demasiado escrupulosos, pertenecientes a varias Logias particulares, han quemado demasiado precipitadamente varios Manuscritos muy valiosos (en aquel momento sin que tuviesen sus copias), que hablaban de la Hermandad, sus Logias, Estatutos, Obligaciones, Secretos y Usos (en particular uno, escrito por mr. Nicholas Stone, Vigilante de Iñigo Jones)”.
Vemos que Anderson tan sólo constata el hecho e incluso lamenta la manera “precipitada” con la que estos hermanos actuaron. No obstante, y esto es lo que nos interesa para este trabajo, su participación en este acto de vandalismo es totalmente improbable e inverosímil. Al igual que es inverosímil, insistimos, la hipotética política “anti-cristiana” de la nueva Obediencia, que a ojos de algunos, actuó aniquilando con “fuego y espada” a su contrincante ideológico, una tarea irrealizable ni siquiera en teoría, para no hablar de que tanto Anderson como Desaguiliers eran pastores cristianos. Una vez más podemos ver que Anderson cumple honestamente con su deber, esta vez como historiador y, sobre todo, como masón.
Hemos repasado los datos biográficos de H. Anderson y hemos intentado aportar algo más de información sobre algunos hechos poco claros o clichés, que de tanto en tanto todos escuchamos.  
Para acabar añadiremos que la finalidad de este artículo no es exaltar la imagen de H:. Anderson ni refutar las críticas dirigidas a él o a sus proyectos. Tan sólo hemos intentado vislumbrar, detrás de una serie de tópicos gastados, la figura humana de un hermano: sus pensamientos, sus intenciones, su devenir como masón, en fin, su vida.

Esperamos que de esta manera hayamos podido propiciar un mayor conocimiento de la historia de la Masonería a la que pertenecemos, conocimiento histórico relativo, pero que puede ayudar a sentir mejor el Espíritu que guiaba a los padres-creadores de nuestra Orden. Creemos que los hechos son también una cosa susceptible de interpretación e invitamos a los hermanos a meditar masónicamente sobre la vida de este hermano, buscando en sus acciones semillas de Harmonía, Tolerancia y Sabiduría, de las que podemos ser partícipes por habernos iniciado en la Masonería.

Ubi amor, ibi oculus, dijo San Bernardo.

Donde hay Amor, hay visión…


* Publicado en el nº 2 del Boletín de la Logia de Investigación Quatuor Coronati nº 19 de Barcelona. 


NOTAS: 





9- Resulta interesante, hablando de los primeros pasos evolutivos de la nueva Orden iniciática, lo que William Stukeley, masón y miembro de Royal Society, escribe en su diario sobre su iniciación en la Fraternidad, datándola el día 6 de enero de 1721: “Yo fui el primer masón aceptado en Londres en los últimos años. Hemos tenido bastantes problemas para encontrar la cantidad suficiente de miembros para poder efectuar la ceremonia”. Como él mismo confirma más abajo en su diario, después de la entrada en la Orden del Duque de Montagu, la cosa consiguió arrancar con más fuerza.

10-  La necesidad de la mitología como un fenómeno en la masonería general, no sólo en “la de Anderson”, es un tema que ha sido tratado por muchos autores. Sin embargo, aquí hay que notar que, al margen de un simbolismo iniciático totalmente legítimo y tradicional, comprendido en el marco de lo que hoy denominamos Tradición Primordial, en aquel entonces contar con un árbol genealógico para poder legitimar y dar credibilidad a la nueva organización en las mentes de los posibles nuevos miembros era de lo más habitual. De hecho, era incluso tradicional para el propio gremio. Sólo hay que observar que es una costumbre que se remonta a la misma masonería operativa. En el manuscrito Regius (1390), el más antiguo que conocemos, se nombran entre los precursores de la masonería a Euclides y al rey Athelstan, mencionando de pasada la historia de la construcción de la torre de Babel. El más tardío Grand Lodge num.1 (1573) cita como supuestos masones de antaño a los hijos de Lamech, al Rey Salomón, a Hiram y a Hermes Trismegisto, más o menos igual lo encontramos en el manuscrito de Iñigo Jones (1607). Por otra parte, era muy habitual que tanto la historia de la nación, como los linajes dinásticos de las familias reales de la época, se remontaran al propio Adán, algo que sucedía a menudo y que se hacía sin ningún reparo.  

11- Como ya sabemos, la primera Gran Logia masónica del mundo fue fundada en 1717 en Londres. Sus organizadores fueron las cuatro logias de “masones aceptados” y entre los miembros de esta Gran Logia se encontraba Anderson, aunque se afilió después de 1717. Después, no tardaron en aparecer las Logias de la competencia: en 1725 nace la Gran Logia de Irlanda y también la Gran Logia de York, y en 1736 la Gran Logia de Escocia. En 1751 aparece la “Gran Logia de los Antiguos” o simplemente Antiguos. A pesar de la evidente cronología, estos últimos “bautizaron” a la Gran Logia de Londres como los Modernos, ya que, según ellos, dejaban de lado los cánones de los picapedreros antiguos, al menos en cuanto a la religión tradicional de la Orden. Aparte de esto, los Antiguos criticaban el hecho de que como medida para contrarrestar la difusión de los secretos ceremoniales, provocada por la publicación de panfletos, los londinenses habían efectuado una serie de reformas del ritual. Pasados sesenta años, en 1813, las dos Grandes Logias formaron la Gran Logia Unida de Inglaterra que conocemos hoy.



Bibliografía:  

 - Manuscrito Regius, 1390
 - Manuscrito Grand Lodge num.1, 1573
 - Manuscrito Iñigo Jones, 1607
-  Anderson, James, Anderson’s Constitutions of 1738, Kessinger Publishing, 2004
- La Constitución de 1723 proyectada por J. Anderson…, ed. en español facsímil de 1936, Introducción y notas de Pere Sánchez Ferré, ed. Alta Fulla, Barcelona, 1998Anderson's Constitutions of 1738
 - R.F.Gould, History of Freemasonry 1883-1887
 - A.E.Waite, A New Encyclopaedia of Freemasonry (Ars Magna Latomorum) and of Cognate Instituted Mysteries: Their Rites, Literature, and History, 1921
 - Albert Mackey, Encyclopedia of Freemasonry, Vol I (1873) & Vol II (1878)
 - D. Stevenson, James Anderson: Man & Mason
 - J.M. Hamill, The sins of our masonic fathers...
 - RW Ossian Lang, Was Anderson right? Who was he?
 - M. Spurr, Freemasonry. Child of the Enlightenment? Or vice versa?
 - T. Churton, The Golden Builders: Alchemists, Rosicrucians, First Freemasons
 - Bros. A.L.Kress & R.J.Meerkren, Degrees of Masonry. Their Origin and History
 - Luis Alejandro Hernández Ríos y Teófilo Martines de Duero, El antiguo sistema de Francmasonería Operativa según los registros de la División de York 
 - Santiago de Villanova, «Palabras Sagradas y Qabbalah en Masonería» (en la revista Letra y Espíritu, Nº21, Diciembre de 2006)
 - Rev. F. de P. Castells, The Apocalypse of Freemasonry
 - Bro. A.L.Miller, «The connection of Dr. James Anderson, of the “Constitutions”, with Aberdeen and Aberdeen University», AQC Vol.XXXVI
 - Bro. Harry Carr, The Freemason at Work
 - Bro. Lionel Vibert, Anderson's Constitutions of 1723, The Builder, 1923