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William Adolphe Bouguereau, Madre Patria (1883)
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Del útero original a la simiente divina
El tema de la gran liberación está referido al retorno a Binah, la Madre Primordial, llamada también Éden o Jardín de las almas. Con Binah se entra al nivel más elevado de los 4 mundos en los que se despliega el árbol de la vida, el nivel de Atziluth.
El retorno a Binah “Entendimiento”, supone el regreso al útero primordial, y a través de él al germen divino primero que viene de la simiente del Padre representada en la letra iud, donde ya estamos en el nivel de Jokmah “Inteligencia”, séfirah llamada “el Padre”. Ambas, Jokmah (Padre) y Binah (Madre), han partido de Keter “Corona”.
“La Séfirah Keter es llamada también el Anciano de los ancianos. Éste está compuesto por tres naturalezas o principios superpuestos: varón, hembra e hijo.” O sea que Keter, la cual representa la Unidad, y la cabeza de la Creación, contiene ya los tres principios. Y por eso de ella parten la séfirah Jokmah “Inteligencia” llamada “Padre”, en columna derecha relacionada con el principio masculino; la séfirah Binah “Entendimiento” llamada “Madre”, en la columna izquierda del principio femenino; y la séfirah oculta Daat “Conocimiento” que une a ambas en la columna central, relacionada con el tercer principio.
Así como Keter (Corona) es la cabeza del árbol sefirótico y en ella se encuentran tres naturalezas superpuestas, la palabra Bereshit representa la cabeza de la Creación y en ella se expresan tres naturalezas varón, hembra e hijo.
Este tema del Principio de la Creación visto como un matrimonio entre un aspecto masculino y otro femenino, aspectos que a su vez parten de un principio original e indiferenciado está presente en la palabra Bereshit, ya que no solo nos presentaba las tres naturalezas del varón, la hembra e hijo, sino en realidad cuatro, a través de un principio original previo, del cual parte la primera pareja de opuestos (“varón y hembra” o “Padre y madre”). Y en éste principio primero y original es donde esas dos naturalezas se encontraban indisolubles, tal como en aquel principio que representaba al hijo (37) por ser el producto de los dos contrarios y contener ambos atributos.
Si tomamos como referencia aquel movimiento que describe el comienzo de la Creación, llamado tzim-tzum, donde ese Dios infinito que todo lo ocupa representado en el Ein Sof produce un movimiento, una retracción de su luz, podríamos comprender a esa primera retracción como la Unidad primera de la que todo parte representada en Keter la corona. Pero al nacer un espacio con esa concentración de su luz, entonces la Unidad da paso a un principio masculino representado en Jokmah “el Padre” y el espacio donde va a partir la Creación será representado en Binah “la Madre Primordial”.
Observemos que Binah, comienza con la misma bet de Bereshit, y además contiene entre ella y la iud la misma relación planteada entre la bet y la iud de Bereshit, o la bet y su punto en el interior. Por ello בינה Binah puede leerse como בן יה Ben Iah “Hijo de Iah” (38) nos advierte el Zohar. O sea que la Madre contiene al hijo como lo expresa la bet de Bereshit, presentando una matriz que ha sido fecundada por la simiente que viene del Padre. Por otra parte la letra iud que representa a la simiente (como el punto en el interior de la bet) es la letra que representa a Jokmah “el Padre”.
Si contemplamos el movimiento inverso al que describe el tzim-tzum, o sea el movimiento de “Retorno al Principio”, entonces esa cabeza de la Creación deja de contraerse y se funde nuevamente con ese espacio que había dejado libre, retornando de la dualidad, a la unidad y finalmente a su estado previo y original, retornando al Ein Sof, infinito que todo lo ocupaba, el No Ser.
Éstos dos aspectos divinos, masculino y femenino que representan Jokmah “Padre” y Binah “Madre” se encuentran unidos en su origen, en Keter “Corona”, la Unidad, aquella que a partido del Ein Sof, tomado finalmente como causa sobre toda otra causa.
Expresa el Zohar con respecto a Hokmah y Binah, “cuando el macho y la hembra están unidos el hijo ya está con ellos”. El hijo representa la simiente divina que nace de esa unión expresada en la י iud dentro בינה de Binah, letra iud que por otra parte representa a Jokmah (Padre), señalando que la simiente del Padre se gesta en la Madre. Este tercer principio que representa la simiente divina que contiene ambos atributos está en relación con la columna central del árbol de la vida, la cual es sostenida por יסוד Iesod “Fundamento” (nombre que comienza con la misma iud), séfirah ligada con el tzadik “el Justo” quién representa el “fundamento del mundo”; columna central que permite la unión entre el Mundo de Abajo con el Mundo de Arriba, y la colunma derecha con la izquierda.
Esta situación que presenta el tercer principio, el hijo, es de alguna manera análoga en relación de simetría inversa, con la situación que presenta la Unidad primera representada en Keter, de donde parten los opuestos simbolizados en el Padre y la Madre, conteniendo ambos principios. Por ello el matrimonio de Dios y la Shekinah, festeja el misterio de la Unidad de Dios, misterio relacionado con el nivel de Keter la “Corona”, y esa unión permanente solo la puede realizar el Mesías, el que se corresponde con éste tercer principio, como hijo divino que nace de aquellos dos principios y también los pone en conjunción uniendolos, uniendo con ellos el Cielo y la Tierra.
El tercer principio que representa la simiente divina o el hijo, está relacionado con la columna central del árbol de la vida, que une la columna derecha de la Misericordia relacionada al principio masculino, y la izquierda del rigor del principio femenino. Por ello en el corazón de la columna central se encuentra Tiferet, relacionada con Jacob y en el Cristianismo con Cristo, séfirah que permite la unión entre la parte superior del Árbol de la Vida llamada el Mundo de Arriba con la mitad inferior, llamada Mundo de Abajo.
El misterio de la Unidad de Dios a través del matrimonio del Santo bendito sea, y la reina Shekinah, está unido al misterio del Mesías, cuyo símbolo no es otro que la cruz, y ya sea bi-dimensional o tri-dimensional el significado más profundo de la cruz es el mismo, el metafísico.
Con respecto a la cruz, podemos mencionar también que la palabra cruz en hebreo es צלב tzalab, está compuesta por una letra צ tzadik “justo”, más una ל lamed y una bet ב que forman la palabra לב leb corazón, por lo tanto podemos leer en la palabra tzalab la expresión לב צ leb tzadik “corazón del Justo” (o corazón justo). Recordemos que el tzadik “Justo” está ligado a יסוד Iesod “el fundamento”, séfirah donde se apoya la columna central del árbol de la vida, por ello se dice que el Justo es el fundamento del mundo, ya que sostiene la columna central. Por otro lado a יסוד Iesod podemos leer como סוד י sod iud “secreto de la iud”, la letra ligada al tercer principio, la simiente divina relacionada con esa columna central que sostiene el tzadik “Justo”. Y el secreto de la iud tiene que ver con todo esto que venimos diciendo sobre el tercer principio que representa la simiente divina.
Vemos que en el Árbol de la Vida, la letra iud que representa a Jokmah, llamada el Padre, también se encuentra dentro de Binah, la Madre, representando al Hijo, como también está relacionada con Iesod, la séfirah donde se apoya la columna central, relacionada con el Justo quien representa al fundamento que sostiene el mundo, y la palabra cruz nos indica que es el corazón del Justo el que sostiene el mundo comunicandolo con el Mundo de Arriba.
El hijo representa el tercer principio desde el ternario (Padre, Madre e Hijo) y cuarto con respecto al cuaternario si tomamos como primer principio a la Unidad Keter, del que parte la pareja de opuestos Jokmah - Binah “Padre-Madre”. Por ello está unido en línea vertical ascendente (eje vertical de la cruz) dentro del cuaternario, con el primer principio representado en la Unidad Keter. De alguna manera ambos poseen una naturaleza similar, que se refleja. Por ello este cuarto principio ligado al germen divino del comienzo en relación a la Creación; pero que en relación a la Redención representa al Mesías, supone un retorno no solo al útero de la Madre, y a través de ella a la simiente del Padre, sino un retorno a Keter la Unidad que ha partido del mismo Ein Sof, el No ser.
En el gráfico podemos observar un cuaternario, que nace de dos ternarios opuestos; en el primer ternario representado en el triángulo derecho, el vértice donde está el 1 representa el principio original, la Unidad (simbolizado en Keter) de donde nacen la primera pareja de opuestos representados en la base del triángulo donde están colocados los números 2 y 3 que representan a Padre y la Madre. El segundo ternario que compone el cuaternario es representado en el triángulo invertido, cuya parte superior es la misma base del triángulo derecho, donde están la pareja Padre- Madre colocados en cada vértice (2 y 3); en este segundo triángulo invertido el tercer principio que nace de la pareja de opuestos y representa al hijo, está colocado en el vértice de abajo, y es cuarto con respecto al cuaternario. Este cuarto principio con respecto al cuaternario, y tercero con respecto al ternario se une en vertical ascendente al primer principio del cuaternario señalado en el vértice del primer triángulo, el de arriba. Y esta la relación del cuarto principio con el primero que representa la Unidad, es la que representa el vínculo que existe entre el Mesías con el nivel de Keter, la Unidad a través de la línea vertical de la cruz que forma el cuaternario.
Por todo esto, el concepto de Mesías está unido de forma indisoluble al de matrimonio de Dios y la Shekinah, los cuales representan el aspecto masculino y femenino divino, matrimonio relacionado con la misma Unidad de Dios, y unido al símbolo de la Cruz.
Y por ello, solo el Mesías puede consolar a Raquel, porque es el que marca el camino de retorno hacia su regazo con la realización de los distintos grados del ser, retornado a ese útero primordial. Y en él, al germen divino de la Creación el cual es anterior a la caída, simiente con la que retorna al Padre en el nivel de Jokmah, y luego a la misma Unidad expresada en Keter, cuando los grados más altos del alma son completados y llegamos al nivel de Iejida de “Unión” permanente con la Divinidad. Esta relación es la que explica la identificación del Hijo con el Padre, y del Mesías con Dios, dentro del Cristianismo.
El Mesías representando la simiente divina, viene al mundo desde el útero que representa Binah, por ello dice el Zohar que el Mesías aguarda en un lugar llamado el “nido de pájaros” en Binah, y desciende en una realización en dirección descendente para tender un puente entre el cielo y la tierra marcando el camino por donde los hombre han de retornar en una realización vertical ascendente.
El Mesías alcanza al grado más elevado del alma, Iejida de “Unión” permanente con la Divinidad, a través de la realización de todos los grados o estados del ser total; y esa realización está representada en el septenario o cruz tridimensional, que aparece desde el mismo Génesis comenzando por Bereshit, forma que anuncia tanto la Creación como la Salvación unida al Mesías.
Todas estas relaciones entre estos principio están presente en la palabra Bereshit, donde no solo está expresado el ternario formado el principio masculino, el femenino y el que representa la simiente divina que nace de los dos primeros; sino también, el principio original del que sale la primera pareja de opuestos (Padre, Madre), la Unidad que simboliza Keter, cabeza de la Creación.
Bereshit la llave que cierra y abre
Sobre Bereshit el Zohar expresa que:
“"En el principio" es la llave, y todo está oculto en ella, ya que abre y cierra.”
Todo está oculto en la palabra Bereshit “En el Principio” porque contiene en ella desde el misterio de la Creación al de la Redención, con la Creación abre y con la Redención cierra.
Bereshit בראשית es Barah Shit ברא שית.
“Bara shit “creó 6”, desde el fin del cielo hasta otro fin, seis lados se extienden desde la suprema esencia mística, a través de la expansión de la fuerza creadora de un punto primario. Aquí fue inscripto el misterio del nombre de 42 letras.”
El Zohar nos advierte que Bereshit contiene una llave, es el septenario la llave que abre y cierra, porque a través de él nos va a describir el misterio del comienzo de la Creación, por ello “abre”; y también con él nos va a revelar el misterio de la Redención con el camino de retorno al principio, por lo cual también cierra aquello que abre.
El movimiento que abre la Creación
La palabra Bereshit describe cómo se produce el origen de la Creación, y la primera línea del génesis encabezada por ésta palabra nos describe la forma y el movimiento con que abre esa creación:
Bereshit bará Elohim et hashamáyim ve'et ha'árets.
Ese movimiento va desde el interior hacia el exterior de forma irradiante, desde un centro expresado en la palabra Bereshit, la cual representa la cabeza de la Creación de donde parten las otras seis palabras. Porque la primera línea del Génesis está compuesta por 7 palabras que nos describen un septenario, Bereshit más las otras seis que parten de ella representando la 6 direcciones espaciales, expresando la fórmula 1+6, con la que describe el movimiento que abre desde el interior (Bereshit) al exterior con los seis ejes simbolizados en las seis palabras. El siete ligado al centro de los seis del septenario, se relaciona aquí con el uno antes del seis.
El movimiento que cierra la Creación
El movimiento que cierra es un movimiento en sentido inverso al que abre la creación, es el de retorno al principio que implica la teshuvah, el camino de la redención. El movimiento que cierra está expresado en la estructura de los seis días de la creación y el séptimo de descanso, simbolizando el regreso de los seis al centro expresado en el séptimo día; centro donde todos los opuestos se equilibran en la armonía de esa paz relacionada con el siete. Aquí la fórmula expresada es 6+1, marcando un movimiento de retorno desde el exterior de los seis ejes al centro representando en el shabat. Aquí el 7 que representa el centro de los seis se relaciona con el uno después del seis, marcando el movimiento de retorno.
El shabat simboliza la vuelta al centro de los seis, centro expresado en la palabra Bereshit de la primera frase del Génesis; palabra que describe como todo comienza a través de un matrimonio que da origen a la Creación. Es a ese matrimonio entre los dos aspectos divinos que han dado origen a todo, donde se retorna en el shabat, cuyo descanso representa el estado de paz que surge en la unión de los contrarios que se armonizan. Por esto en el shabat se festeja el matrimonio de Dios y la Shekinah, a través de la unión de los esposos.
Bereshit describe el comienzo de todo a través de un matrimonio
בְּרֵאשִׁית
Primero vamos a destacar tres letras que representan tres principios: בּ bet, la Madre; א alef, el Padre; y י iud, el Hijo. Estos tres principios están expresados a través de la forma que emerge con la palabra רשת reshet compuesta por las letras ר resh, ש shin y ת tav que se intercalan entre bet, alef y iud en Bereshit. Reshet significa: red, malla, cuadrícula, y nos expresa la forma de una entramado de líneas horizontales atravesadas por líneas verticales, donde en cada punto de conjunción entre dos líneas emerge la forma de la cruz.
La palabra רשת reshet nos describe una forma donde línea horizontal representando al principio pasivo femenino, estaría en correspondencia con בּ bet (39), porque ella representa el mismo principio femenino; la línea vertical que representa al principio activo masculino es en correspondencia con el א alef (40)(tomada desde el valor axial de su nombre 111); y el punto de conjunción entre cada vertical con cada horizontal de donde emerge la imagen de la cruz, se correspondería con la י iud, letra pequeña como un punto, cuyo valor 10 (el denario) y se relaciona con la cruz en las diferentes culturas.
Pero además esos tres principios están expresados en esas tres letras que forman la misma palabra רשת reshet (41) en Bereshit, porque la ר resh es femenina como la ב bet; la ש shin es masculina como א el alef; y la tercera la ת tav al igual que la י iud también se relaciona con la cruz por su valor (el cuaternario) y porque su antigua forma era una cruz, y de ella deriva la letra tau griega.
Observemos que las dos triadas de letras expresan los mismos principios: uno femenino, otro masculino, y un tercero que representa la conjunción de los dos primeros al relacionarse con la cruz.
El tercer principio en ambas tríadas expresado en la י iud en una, y en la ת tav en otra, desde el misterio de la Creación con el movimiento que abre representará a la simiente divina de la que todo parte, nacida del matrimonio entre los principios masculino y femenino (Padre y Madre). Pero desde el movimiento que cierra esa Creación sobre sí misma con el misterio de la Salvación, representará a la simiente divina expresada como Mesías que trae la redención marcando el camino de retorno al principio. Y observemos que ambas letras iud y tav son en su forma arcaica el origen de la yota y la tau griegas, dos letras que se relacionan con Cristo.
El septenario expresado en Bereshit
Hemos presentado un ternario presente en la palabra Bereshit, pero ahora vamos a ver que en realidad hay dos ternarios opuestos y complementarios.
Estos tres principios expresados en bet, alef y iud, están dispuestos en Bereshit de acuerdo al orden cosmológico donde el principio femenino se enuncia antes que el masculino (como el yin antes del yan, o como Prakriti antes que Purusha), pero esto no significa que contradiga al orden ontológico donde el Padre es primero con respecto a la Madre.
Vemos que ambas tríadas de letras ( בּ bet, א alef, י iud; y ר resh, ש shin, ת tav) que entrelazadas forman la palabra בְּרֵאשִׁית Bereshit, presentan el mismo género de ternario compuesto por un principio masculino, otro femenino, y un tercero que representa el subproducto de ambos, a los que presentamos como Padre, Madre e Hijo. Este género de ternario es representado geométricamente en el triángulo invertido, donde la primera pareja de opuestos se ubica en los vértices de la base colocada hacia arriba del mismo, y el tercer principio en el vértice que apunta para abajo.
Ahora bien, si consideramos esta vez al alef de la primera tríada de letras con respecto a su valor uno, que expresa la unidad (y ya no con respecto al valor polar de su nombre), entonces este deja de ser el Padre, para ser el principio original, es decir, la Unidad de donde parte la primera pareja de opuestos complementarios (masculino-femenino); la bet continuará representando al principio femenino, pero la iud que simboliza a la simiente divina como Hijo, pasa a representar al Padre porque es simiente que vine del padre, por ello se la llama también gota de semen, y es además la letra que representa a la séfirah Jokmah, llamada Padre en el árbol de la vida. Allí en esa “doble” identidad de la iud yace el misterio del hijo divino que se identifica con el Padre.
Entonces la triada alef, bet, iud, cuando tomamos al alef desde la unidad y no desde el valor axial de su nombre, y a la iud en vez de simiente divina que expresa al hijo, sino representando al padre; entonces esta tríada pasará a formar el género de ternario formado por un principio original representado en la Unidad expresado en el alef, del cual parten la pareja de opuestos masculino y femenino (Padre-Madre) representados en la iud y la bet. Este género de ternario es opuesto complementario con respecto al anterior y está expresado en el triángulo derecho, donde la unidad está ubicada en el vértice que mira hacia arriba y la pareja de opuestos en la base del triángulo.
Si colocamos ambas tríadas de letras que conforman la palabra Bereshit en estos dos triángulos opuesto, a la tríada ( א alef, ב bet, י iud), le va a corresponder triángulo derecho, porque la segunda tríada ( ר resh, ש shin, ת tav) solo puede ser colocada en el inverso, ya que ésta solo representa a ese único género de ternario.
Al reunir ambos triángulos obtenemos la imagen de la estrella de David donde podemos leer la palabra Bereshit en el sentido inverso a las agujas del reloj comenzando desde el vértice de la base del triángulo derecho donde está ubicada la letra ב bet.
En esta imagen están representados los dos géneros de ternarios expresados en Bereshit. Si trazamos la directrices interiores de los triángulos marcando su estructura interior tenemos la forma bidimensional del septenario; y si unimos los vértices por el exterior entonces podemos ver la imagen tridimensional del septenario, cruz tridimensional.
Las dos letras dispuestas en el eje vertical, א alef y ת tav, son la primera y la última letra del alfabeto hebreo, que corresponden al alfa y la omega del alfabeto griego. Ambas letras representan: el alef, la Unidad de la que todo parte; y la tav (42) (relacionada a la cruz), el Hijo divino como la simiente divina que trae la regeneración; se encuentran relacionadas entre sí a través del eje vertical de la cruz, y forman la partícula hebrea את (et), que contiene todas las otras letras del alfabeto hebreo. Este eje vertical de la cruz representa el axis mundi, el cual es simbolizado en el árbol de la vida ubicado en el centro del Pardes, en la descripción del Génesis.
Esta relación entre el principio y el fin representados en la primera y última letra, y el árbol de la vida, la encontramos en Apocalipsis 22:13,14:
13 Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. 14 Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad,
Si envolvemos esta forma en una circunferencia:
Entonces esta descripción corresponde con la del Paraíso, porque en él el árbol de la vida se encontraba localizado en el centro, y desde su base partían cuatro ríos. Esa imagen nos describe la cruz tridimensional con el árbol que representa el eje del mundo marcando la dirección arriba y abajo, mientras que los cuatro ríos señalan las cuatro direcciones del espacio. Guénon expresa que “… el recinto circular del 'Paraíso terrestre' no es otra cosa que el corte horizontal del 'Huevo del Mundo', es decir, de la forma esférica universal y primordial". “Esta esfera es además el “Huevo del Mundo, el Paraíso terrenal se encuentra en el plano que le divide en sus dos mitades superior e inferior, es decir en el límite del cielo y la tierra”.
El corte horizontal de la esfera representa el plano humano, en el cual el Pardes está localizado en el centro de ese corte horizontal donde se encuentra el eje del mundo simbolizado en el árbol de la vida, señalando el corazón del “centro del mundo”. En tanto que la mitad inferior de la esfera representa los planos o estados infra-humanos, y la mitad superior los planos sobre-humanos o supraindividuales.
El Mesías anunciado en Bereshit
Podemos extraer muchas características del Mesías que están señaladas ya “En el Principio” Bereshit:
- El nombre del Mesías se relaciona con la letra que expresa a la simiente divina, la iud, y significa Salvación porque por un lado desde el movimiento de la Creación es simiente divina de la que todo parte; pero desde movimiento inverso que cierra con el camino de retorno al inicio, es la simiente que trae la “Salvación” ישוע Yeshua en hebreo, palabra que comienza con ese misma letra י iud.
-El término del exilio y el retorno a la tierra prometida. Si la simiente divina es el punto de partida que abre la Creación, el Mesías marca el movimiento inverso de retorno para los hombres, por ello se dice que con él termina el exilio, porque representa el movimiento de retorno al principio.
- La Paz viene a establecerse en el reinado del Mesías. El retorno al principio que representa el Mesías, es el retorno al centro del septenario, el centro de los seis, allí donde todos los opuestos se armonizan, el lugar de la Paz. Y porque conduce al retorno, a ese centro ligado al siete, es que el séptimo milenio se considera el tiempo del reinado del mesías, temporalmente es el centro de los seis anteriores de tribulaciones que representan los contrarios; el séptimo milenio representa un tiempo primordial ligado a la Paz relacionada al paraíso perdido, o a la Paz de Principio que nace del matrimonio de los opuestos.
Por esto también Mesías es 358 donde 3+5+8 = 16 es 1+6=7.
- La cruz es el símbolo que no se puede separar de él, porque ella representa la conjunción del principio masculino y el femenino; y en la palabra Bereshit el punto de unión entre la horizontal y la vertical de donde surge la imagen de la cruz estaba unido a ese tercer principio que representa el Mesías con la letra י iud de la primera tríada y a la tav en la segunda.
- El matrimonio entre Dios y la Shekinah en el Zohar está ligado al Mesías, y este matrimonio siempre está aparejado a la imagen de las seis direcciones del espacio, es decir, la cruz tridimensional o septenario asociado al Mesías; porque es el sìmbolo de la unión de los dos aspectos divinos, representados en el Rey y la Shekinah. Por ello nos dice el Zohar que solo el Mesías podrá unirlos de forma permanente a Dios y la Shekinah, realizando la unión del Cielo con la Tierra.
- La relación entre el Hijo y el Padre que se expresa a través de la iud, al ser la simiente divina que representa al Hijo (43), pero que al mismo tiempo es llamada “gota de semen” ligada con el Padre (44); es el misterio que relaciona a Mesías con Dios. La letra א alef que representa al Padre, se dice que está compuesta por una vav y dos letras י iud , por ello la iud que representa al Hijo es la simiente que viene del Padre, y que en la letra בּ bet que simboliza a la Madre, está expresada en el punto en el interior de ella.
- El nacimiento del Mesías de una Betulah “Virgen”, porque ella representa la “Casa de Dios” Beit El como el valor guemátrico (45) de esa palabra lo indica, aquello que representa la bet de Bereshit portando la simiente divina en su interior. La relación entre bet y su punto en el interior (daguesh), como la bet y la iud en Bereshit, nos hablan también de la relación entre la Betulah y su hijo Yeshua, cuyas iniciales en ambas palabras coinciden con esas dos letras además, la bet en Betulah y iud en Yeshua.
- El nacimiento del Mesías y la caverna. Esto tiene que ver con el misterio de la caída contenido en Bereshit, y éste misterio con lugar del nacimiento del Mesías. La בּ bet que representa al útero desde el misterio de la Creación, desde el de la Caída representa la caverna donde la luz ha quedado oculta, pasando desde su localización original en la rosh “cabeza” de la montaña a la parte subterránea de ella, la caverna. Por ello la palabra caverna en hebreo, meora, envuelve entre la primera y última letra la palabra or luz, señalando el mismo principio que representa la bet, la luz oculta dentro de ella. Misma relación que presenta la caverna de Beit Lejem donde nace el Mesías, y la ciudad Luz que lleva el nombre del almendro significando luz oculta y secreta, ciudad que Jacob llamará Beit El, y recordemos que ambas son la misma ciudad según lo señala Guénon. Esto nos está indicando que la casa de Dios, es decir el centro de la luz primordial en el mundo ha quedado oculta y secreta.
En este nivel del misterio de la caída, la luz que pasa de la “cabeza” rosh a la bait (la bet) casa que representa la caverna, implicando un descenso de la luz primordial desde un centro original ubicado a una zona superior a una zona subterránea inferior que representa la caverna. Estos dos niveles son en la escala del macrocosmos representados, en la cúspide (cabeza) de la montaña y la caverna; y en el nivel del microcosmos son en la cabeza, y la zona bajo de la columna, allí donde se ubica el huesecillo llamado luz en la tradición judía, según nos lo indica la escalera de Jacob que se eleva sobre la ciudad que tiene el mismo nombre Luz y que representa la luz secreta y oculta, la escalera se corresponde con la columna y la cabeza con el cielo dentro de este orden de analogía.
Estos dos niveles, la cabeza y la caverna, están representados con el nacimiento y la muerte de Cristo. Porque nace en la caverna que representa la luz original en posición de caída, la cual el Mesías debe retornar a su centro original, la cúspide de la montaña, allí donde indica el lugar de la crucifixión, en la cima del monte Golgolet que significa cráneo, y donde está enterrado el cráneo (la cabeza) del Adam Primordial. Lo que indica que la restauración de la luz original por parte del Mesías es a nivel del macrocosmos representada en la cima de la montaña, y del microcosmos el hombre, representada en la cabeza.
El nacimiento indica la primera venida, en el momento del ciclo que la luz es oculta en el mundo; y la muerte en el Golgolet que posee la raíz de galgal “rueda”, alude a la rueda cósmica de los ciclos, donde la muerte es seguida de la resurrección, indicando un momento del movimiento de la rueda cósmica, el del punto de detención, allí donde la muerte de un ciclo se transforma en el nacimiento de otro, cuando la luz ha sido restaurada a su centro original.
La restauración de la luz a su centro original en la cabeza, en el nivel de la teshuvah inferior, corresponde con la realización del Hombre Verdadero, y el centro sagrado del mundo que deja de ser oculto y subterráneo siendo visible y accesible representado en la cúspide de la montaña. Esta realización sepone que se han completado los tres primeros niveles del alma que representa a un hombre completo, nefesh, ruaj y neshamah.
Y en el nivel de la teshuvah superior el retorno de la luz a su centro original ubicado en la cabeza, corresponde el desarrollo de los niveles del ser hasta llegar a Atzilut la parte superior del árbol de la Vida donde se encuentra concentrada la luz primordial. El Adam Kadmon que corresponde al Hombre Universal ocupando todo el Árbol de la Vida a través de los cuatro mundos, donde su cabeza ocupa el nivel de Atzilut, integrado por Keter, Jokmah y Binah; a éste nivel se entra por Binah. Entonces el retorno al útero divino es cuando la luz vuelve a nivel de la cabeza. Por ello si el nacimiento representa una caída y se viene al mundo de cabeza, el retorno al útero divino es también por la cabeza en la dirección del ascenso cuando la luz es restablecida en ella. La entrada a este nivel es por Binah, nivel que corresponde a los dos últimos grados más elevados del alma jaiah, en unión intermitente con la divinidad e Iejidah, Unión permanente con la divinidad, a este último grado se dice que solo accede el Mesías.
La luz en posición de caída está ubicada en Iesod, el fundamento, que se corresponde con la zona del sexo, allí donde nos indica la escalera de Jacob con el nombre luz del huesecillo ubicado en la base de la columna.
Esta imagen nos indica que el Hombre Universal representa la realización completa y perfecta del ser total, realización que ocupa los cuatro mundos del árbol de la vida hasta llegar al más elevado donde se entra por Binah, el útero primordial y a través de ella a la simiente representada en la iud asociada a Jokmah para retornar a Keter la corona y con ella al nivel del Ein sof.
El Amor y la Unidad en Bereshit a través del Padre, la Madre y el Hijo
El valor de la palabra Bereshit es 913, si sumamos 9+1+3 obtenemos 13, el valor guemátrico de la palabra ahabah “amor” y ejad “uno” en hebreo, lo que significa que tanto Amor como Uno son lo mismo. Ese Amor que representa la Unidad está expresado a través del matrimonio entre ambos principios opuestos complementarios en Bereshit, principios que representan al Padre y la Madre. El Zohar nos dice que, cuando el macho y la hembra están unidos, el hijo ya está con ellos; y es de la sumatoria que expresan estos tres principios; alef (1), bet (2) y iud (10), de donde sale el 13, que podríamos llamar la escencia de Bereshit, porque todo su valor 913 se reduce a 13, el valor del Amor y la Unidad. Podríamos decir “En el principio”, era el Amor con el que creó Dios.
Ya sea que éstas tres letras señalen al género de ternario que corresponde al Padre, la Madre y al Hijo, como el matrimonio de opuestos del que surge el tercer principio, donde es expresada esa unión; como también cuando ésta tríada representa el género de ternario donde la pareja de opuestos complementarios se encuentran reunidos en la Unidad como principio original, Unidad que expresa el Amor que nos señala Bereshit.
Por ésto el misterio de la Unidad de Dios, cuando se dice Dios es uno “ejad” 13, siempre está ligado al misterio del matrimonio de Dios y la Shekinah, que representa la unión del amor “ahabah” 13. Ambos conceptos responden a 13, el valor de Bereshit.
Por otro lado 13 resulta de la sumatoria 6 y 7 valores que representan al septenario:
Si separamos a la palabra בְּרֵאשִׁית Bereshit, según el principio femenino representado en la palabra בית bait “casa” y el masculino en ראש rosh “cabeza”, entonces tenemos que: בית bait es (412) 7 y ראש rosh es (501) 6. Obtenemos la relación 6 y 7. O sea que de la suma del principio masculino más el femenino obtenemos 13, amor y unidad.
Y si la separamos בְּרֵאשִׁית Bereshit entre el nombre de la bet בת compuesto por la primer y última letra bet y tav, y el punto luminoso representado en la letra י iud como la ראש rosh “cabeza” de la Creación, entonces tenemos que:
Además podemos observar en la figura que nos presenta Bereshit, como la palabra ראש rosh “cabeza” que corresponde al principio activo masculino está colocada en un triángulo superior derecho, que representa tal principio; y como la palabra בית bait “casa” está colocada en el triángulo invertido que simboliza el mismo principio femenino:
Podemos observar además como el concepto de tzim-tzum que describe el comienzo de la Creación se expresa “En el principio”, en la misma estructura de la palabra בְּרֵאשית Berishit. Porque ella está compuesta por dos palabras: ראש rosh “cabeza” que representaba al Padre o al principio activo masculino, y la palabra בַּית bait “casa” que representaba a la Madre o al principio pasivo femenino, la cual está rodeando a la palabra rosh cabeza, como aquel espacio libre dejado de la concentración de Dios. Notemos además que la letra א alef se encuentra en el centro de la palabra ראש rosh “cabeza”, señalando esa contracción de la luz de ese Dios infinito, que pasa a representar la Unidad; mientras que la palabra ראש rosh que la contiene representará el primer principio que parte de esa Unidad, el activo masculino que expresa al Padre, y la palabra בית bait que señala el espacio libre, posee en su interior a la letra י iud que representa la simiente divina, señalando que ese espacio ha sido fecundado por un rayo que parte de la concentración de la luz de Dios. Ese rayo de luz que fecunda el espacio dejado libre, es el elemento axial presente en del valor polar del א alef; por ello la י iud contenida en la palabra בית bait que representa el útero o la casa de donde parte la Creación, expresa esa simiente perteneciente al א alef (recordemos que está formada por dos iudim una arriba y otra abajo separadas por una vav).
Ese matrimonio que nos presenta la palabra Bereshit, el cual ha dado origen a la Creación es el matrimonio que se festeja en el shabat, por ello se dice que la unión de los esposos en shabat es una correspondencia simbólica de la unión de Dios y la Shekinah, y a través de esa unión los esposos participan con Dios de la Creación. Se retorna al matrimonio expresado en “En el Principio” Bereshit, a través del septenario que se describe repetidas veces en el Génesis, con la primera palabra, la primera línea que la contiene, y el primer relato de los seis días de la Creación y el séptimo de descanso, como en la descripción del Pardes.
Por ello también por ejemplo, la oración Ana be-coaj (oración para retornar al momento del comienzo que es anterior a la caída), presenta una estructura compuesta por 6 palabras que contenidas en cada uno de sus 7 renglones, dan un total de 42 palabras formando la oración; describiendo de esa forma el septenario del comienzo. O la Shema que proclama la Unidad de Dios, también nos describe en su estructura el septenario, porque la Unidad de Dios se festeja con el matrimonio de esos dos aspectos divinos que nos describe Bereshit.
Recordemos las palabras el Zohar cuando nos presenta a Bereshit como:
“Bara shit “creó 6”, desde el fin del cielo hasta otro fin, seis lados se extienden desde la suprema esencia mística, a través de la expansión de la fuerza creadora de un punto primario. Aquí fue inscripto el misterio del nombre de 42 letras.
Estas palabras nos advierten la presencia del septenario contenido en la misma palabra Bereshit.
La cruz tridimensional en el Cristianismo
La cruz es el símbolo más representativo del Cristianismo, pero contemplada bajo su aspecto tridimensional como septenario, solamente durante el comienzo de éste, en el Cristianismo primitivo, la vemos expresada en los crismones:
En el origen del Cristianismo, ésta cruz que representa el significado metafísico del símbolo era contemplada, quedando luego en el olvido.
La Rosa y la Cruz
No es de extrañar entonces que éste símbolo sea tomado por el cristianismo esotérico, representado en la antigua y mítica orden Rosacruz (46).
Esta clave, esa llave contenida en Bereshit, el septenario, no es otra que el símbolo principal ésta la orden; la cual ha sostenido velada a través de los símbolos que le dan su nombre, la rosa y la cruz. El septenario, la cruz tridimensional que expresa por excelencia el significado más profundo de símbolo de la cruz.
Observemos uno de los antiguos símbolos relacionados con esta orden. La rosa posee 42 pétalos que son el producto de seis círculos de pétalos compuesto por siete pétalos cada uno, presentándonos la ecuación 6x7 que expresa al septenario. Seis círculos de pétalos en relación a las seis direcciones espaciales, que nacen de un centro representando el siete oculto. Por ello si contemplamos el centro de los seis pétalos que representa 7 y multiplicamos por el 7 de los pétalos, entonces obtenemos la ecuaciòn 7x7 = 49, el número ligado al jubileo y la gran liberación.
La forma que expresan ambos símbolos en conjunción, la rosa y la cruz, lo que nos describe es esa cruz tridimensional en realidad.
Además el lema de los rosacruces “Paz Profunda”, alude en realidad a la Perfección de la Paz que simboliza el centro del septenario, esa Paz ligada al Principio, que en el Mundo de Abajo está en relación con el centro sagrado supremo. Y por esto nos dice Guénon que Jerusalem viene de Salem, “Paz”, aquella ciudad de Melkitzedek que representa ese centro sagrado supremo, siempre ligado a la Paz. Centro supremo del que Jerusalem será su reflejo, representando un centro secundario que en el devenir cíclico del tiempo va a evocar al primero.
Así también las Bodas Alquímicas entre el Rey y la Reina de las cuales nacía el andrógino alquímico o rebis, guardan relaciones semejantes y análogas a las que describimos a través del Matrimonio de los dos aspectos divinos, y su relación con el tercer principio expresado en el Hijo divino.
Retornar al Principio con Bereshit
Si hemos nombrado a este texto “El Retorno a la Patria Original (Matriz Primordial de la Creación) con la llave que cierra y que”, es porque la llave que nos ha conducido en este retorno es Bereshit “En el Principio”, porque así como ella abre la Creación desde el útero que representa su primera letra, también ella cierra esa Creación sobre si misma con la misma letra, retornando al útero de donde todo ha partido.
Es que todo está contenido en Bereshit, y ella es una síntesis de toda la Torah. Si el kodesh ha-kodashim, “santo de los santos” de la Torah es el Cantar de los cantares, que relata el amor entre Dios y la Shekinah, entonces Bereshit representa la llave, la clave, de ese secreto de los secretos de la Torah. Bereshit es un tabernáculo, como la primera letra con la que comienza la bet, que representa el primer tabernáculo de Dios.
Y por esto en ella están contenidos tanto el misterio de la Creación, de la Caída y el de la Salvación, porque todo está anunciado ya “En el Principio”.
No hay palabra que se asemeje a Bereshit, ella es la escencia de la Torah, y está tan plena de vida, que es en un movimiento constante, un movimiento con el que ella habla y relata el comienzo como el el final, desde la primera línea de la Torah.
Toda la Misericordia divina está expresada ya en la primera palabra del la Torah, porque al abrir el libro sagrado ella es tan generosa que lo relata todo de Principio a Fin, y nos dice que Dios creó por Amor, por eso su valor se reduce a 13 como ahabah, por pura Misericordia. Y por ello útero o matriz en hebreo es rejem, que tiene la raíz de rejamim, Misericordia.
A veces se dice que Dios creó al mundo con el rigor, porque el principio femenino representa al rigor. Pero Dios no dejó solo al principio femenino, sino que lo fecundó, y por ello la Creación nace de un matrimonio que es la expresión del Amor.
NOTAS:
37- Tercer principio de la tríada Padre, Madre e Hijo, que deviene en cuarto principio del cuaternario cuando aparece el principio original del que parte la primera pareja de contrarios.
38- Iah (iud-he) son las dos primeras letras del Nombre de Dios YHVH.
39- La bet por su valor 2 y por su forma es femenina.
40- Como en alfabeto árabe la letra alif es masculina y la ba femenina.
41- Hay una correspondencia entre las letras de la primera triada y la segunda, porque resh vale 200 se reduce a 2 como la bet es femenina; la shin vale 300 se reduce a 3, valor impar masculina y se correspondería con el valor masculino nombre del laef 111 que se reduce también a tres. En tanto que la tav como la iud se relaciona con la cruz por su antigua forma y porque su valor 400 reducido al 4 responde al cuaternario.
42- El Zohar nos dice sobre esta letra: “Por eso el Santo, bendito sea, reserva a la tav para convertirse en el signo de sus elegidos”.
43- Cuando consideramos a la tríada alef, bet, iud como Padre, Madre e Hijo.
44- Cuando consideramos a la tríada alef, bet, iud como Principio original representado en el alef, de donde sale la pareja de opuestos (masculino-femenino) donde el masculino o Padre será representado en la iud, y el principio femenino continúa siendo representado en la bet.
45- Como habíamos presentado en anteriores textos la palabra Betulah “Virgen” y Beit El “Casa de Dios”, poseen el mismo valor guemátrico 443, lo que significa que comparten la misma escencia. Porque en Betulah es: bet 2 + tav 400 + vav 6 + lamed 30 + he 5 = 443, como Beit El: bet 2 + iud 10 + tav 400 + alef 1 + lamed 30 = 443
46- Por supuesto que no nos referimos a ninguna orden actual que lleve este nombre, sino a la misteriosa, antigua y original de la que tan poco se puede conocer.