Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

viernes, 23 de diciembre de 2011

LA EDAD DE ORO COMO UTOPÍA DIONISÍACA

Desde la mentalidad moderna en la que nos encontramos inmersos se ha desarrollado toda una concepción del tiempo puramente profana, en tanto que niega toda su dimensión cualitativa en pos de una pura cantidad mensurable. En la práctica esto lo que supuso es la percepción de la historia, del devenir humano y de la naturaleza de una forma lineal progresiva y evidentemente ascendente, para dar cuenta de la inteligencia humana. Todo ello en un universo frío, vacío, mecánico, de cifras sin contenido, únicamente cuantificable y descriptivo, cual un inventario muerto, resultado de ignorar primero y negar después la dimensión cualitativa y simbólica de la realidad temporal, presente en toda sociedad tradicional. 
La perspectiva sagrada del tiempo necesariamente debe ser cíclica en el sentido en que la manifestación es un cosmos (un “orden”) que reproduce en distintos planos un mismo despliegue cosmogónico. De ahí que el simbolismo de los ritos y los calendarios fuera el de recrear una disposición primordial como constante actualización, completando en el presente (como presencia) el ciclo de retorno al origen. 
Y es precisamente en ese Origen donde está la clave de la concepción tradicional del tiempo, en el sentido en el que se presenta remoto, oculto y alejado por un lado, pero también recuperable y presente por otro, siguiendo unas pautas iniciáticas análogas al operar del Cosmos. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA MATRIZ MILAGROSA DE LOS NOMBRES DIVINOS* (I), por Abdelbaki Meftah

*.- Presentamos aquí otro importante estudio de este autor sobre el simbolismo numérico y literal de los Fuçus al Hîkam del Sheik al Akbar Muhidîn Ibn ‘Arabi, la continuación de: La matriz milagrosa de los Nombres divinos (ver 1ª parte en revista Qalam nº 2), inédito en castellano como todos los de este especialista de su obra y también del tasawwuf sapiencial, al que siempre agradecemos sus preciosas colaboraciones y su amable interés por esta publicación y del cual tenemos previstas más entregas.

Primera aplicación: El número 109

La segunda sección de las Futûhât, consagrada a los “comportamientos iniciáticos”, incluye 116 capítulos que tratan, cada uno de ellos, de lo relativo a un particular rango en el proceso iniciático. Al final de cada uno de estos rangos, el sheikh menciona el número de grados que lo componen.

A título de ejemplo, al final del capítulo 76, que trata del “Al mujahada” (“combate interior”: resistencia a las tentaciones), precisa que este último comporta 89 grados para los “estacionarios” (alusión a la pausa que el iniciado marca entre dos grados consecutivos), sin que el sheikh haga ningún comentario sobre estos números, y no es más que en el capítulo 109, dedicado a la diferencia entre la Voluntad y la Pasión, en el que explica que cada uno de los números citados representa la suma de los valores numéricos atribuidos a las distintas letras que forman el nombre de este rango (la suma relativa a la palabra “al-mujahada” es precisamente 89).
A continuación, explica la relación original entre este nombre y el número asociado.

Pregunta: ¿Por qué el sheikh ha dado su explicación precisamente en el capítulo 109?
La respuesta a esta pregunta reviste varias formas:

- - La primera es que la palabra “número” (Al’adad) equivale a 109, al mismo título que el nombre divino “El Sabio” (Al-Hakim), pues la sabiduría implica la noción de precisión.
-   - La segunda es que el número 109 se presenta como simbolizando el conjunto de los números asociados a las letras constitutivas de las palabras del Libro Sagrado. En efecto, está formado por tres cifras, el cero central que permite el paso de un estado o de un rango al siguiente (el paso de las unidades a las decenas, de las decenas a las centenas, etc.), mientras que el 1 y el 9 son los dos límites inferior y superior de las cifras que forman todo número.
- - La tercera es que la sura 28 del Corán se abre por un conjunto de tres letras (طسم), cuya suma numérica es precisamente 109.
-    - La cuarta es que la suma de los enteros que van de 1 a 109 es igual a 5995, que es exactamente la suma total de los números asociados a las 28 letras del alfabeto árabe, y cuyo residuo (5+9+9+5=28) lo confirma

Por otra parte, el sheikh René Guénon da ciertas propiedades de este número en un artículo que trata de la angeleogía del alfabeto árabe. Señala también que el rosario utilizado en ciertas cofradías iniciáticas tiene 108, siendo evidentemente el hilo que asegura la cohesión del conjunto lo que enlaza con el 109.

lunes, 31 de octubre de 2011

REALIDAD, ILUSIÓN Y PERCEPCIÓN, por Manuel Plana

“Cuando se levante el velo de la percepción sensorial de tus ojos, si eres un infiel, hallarás el infierno abrasador; si eres un hombre de fe, el Paraíso. Tu cielo e infierno están dentro de ti mismo; mira en tu interior, ¡ve hornos en tus entrañas, jardines en tu corazón!”.

Hakim Sanâ’i (Poeta sufi persa anterior a Rumi) 


“No os amoldéis a las normas del mundo presente, sino procurad transformaros por la renovación de la mente, a fin de que logréis discernir cuál es la voluntad de Dios”.

San Pablo. Romanos 2, 1, 2


“Todo existe en la mente, incluso el cuerpo es la suma de un vasto número de percepciones sensoriales integradas en la mente, y cada percepción es también un estado mental” (…) “La suma total de esos destellos crea la ilusión de existencia”.
Nisargadatta Maharaj. Yo soy Eso. Pg. 198


“Lo que consideramos el mundo sensible, el mundo de lo finito y temporal, no es sino un conjunto de velos que ocultan el Mundo Real (increado e infinito). Estos velos son nuestros propios sentidos. Nuestros ojos son velos de la verdadera vista, nuestra orejas un velo del oído verdadero, ¿qué queda entonces del hombre? Queda un ligero resplandor que se le aparece como la lucidez de la consciencia. Hay continuidad perfecta entre ese resplandor y la gran Luz del Mundo infinito”
Sheikh Ahmed ibn Mustafá al-‘Alawi
En: Le Cheikh El-Alaoui. Dr. M. Carret


“Mira a tu alrededor, Clarke. Ves los montes, una colina después de otra como las olas del mar; ves los bosques y los prados, los campos llenos de trigo maduro, e incluso las huertas que llegan hasta los cañaverales del río. Me ves de pie a tu lado y oyes mi voz; pero yo te aseguro que todas estas cosas (sí, desde la estrella que acaba de aparecer en el cielo hasta el sólido suelo que estamos pisando), te aseguro que todas estas cosas no son más que sueños y sombras, las sombras que ocultan a nuestros ojos el mundo verdaderamente real. Hay un mundo real, pero se halla más allá de todo este encanto, de esta visión, más allá de estos castillos de naipes, pues más allá se halla el mundo que ahora esconde este velo.”

                                                                           Arthur Machen. El gran dios Pan  

sábado, 15 de octubre de 2011

NOTA SOBRE EL RITO SOLSTICIAL Y LA LOGIA DE MESA, por H:. Geometria

Como es sabido, la celebración de los dos solsticios de invierno y de verano forma parte importante del calendario ritual masónico, siendo las fiestas principales de esta Orden iniciática. Su caracter axial, igualmente presente en el orden de apertura y clausura de los trabajos, mediodía y medianoche del ciclo diario, y en el propio ritmo quincenal de las tenidas, que de hacerse en cada luna llena y nueva de mes coincidiría perfectamente con la axialidad de los solsticios, este caracter, decíamos, las pone en relación directa con el simbolismo de las dos puertas del cosmos, representadas en el mandala zodiacal por los signos de Capricornio y de Cancer, el norte y el sur del mismo respectivamente. Son el Deva-Yana y el Pitr-Yana del hinduismo, la puerta de los dioses y la de los hombres o ancestros de la antiguedad grecorromana.  Por la última el ser se incorpora al mundo en el estado humano, del que deberá realizar la integridad de sus posibilidades mediante el cumplimiento de los Pequeños Misterios, inherentes a los grados azules de la Franc-masonería. La muerte a lo profano y el nacimiento iniciático se operan, en efecto, bajo los auspicios del signo de Cancer y del solsticio de verano (1).  Los dos ganchos del signo pueden equipararse, en este caso, a las dos columnas J y B de la logia (aunque corresponden también a los dos solsticios), por entre las cuales se alumbra al neófito en el rito iniciático.  Los dos aspectos lunares de Cancer, asimilados a Diana y Hécate en la antiguedad, simbolizan la doble posibilidad que dicha puerta ofrece, ya sea el acceso a los estados supraindividuales en el primer caso, ya a los estados individuales en el segundo respectivamente. Ambas posibilidades estan comprendidas dentro del propio ámbito cósmico.  Por la puerta de Capricornio, en cambio, el ser se libera de las vicisitudes de la manifestación cósmica en todo su conjunto, dando acceso a lo supracósmico, es decir, también a los estados supraindividuales pero en su aspecto incondicionado, inmanifestado y permanente, estados que conciernen a los Grandes  Misterios y al cumplimiento total del proceso iniciático. Por esta misma puerta y en el momento invernal que le corresponde en el año, pasa el germen espiritual que nacerá en el mundo como el Avatar divino y en el corazón del iniciado como la chispa de luz, letra Yod o letra G (de God) en el simbolismo microcósmico, germen que augura la efectivización del "segundo nacimiento".  

viernes, 30 de septiembre de 2011

PARAMARTHASARA (8-13)* de Abhinavagupta (y comentarios de Yogaraja). परमार्थसारः

Comentario de Yogaraja al verso 8

Se podría preguntar: si se ha establecido tanto sobre fundamentos lógicos así como sobre la base de los Textos de los Agamas que el Sí Mismo inherente en todas las cosas es Universal en su naturaleza, y que la Pura Conciencia es la esencia de su Ser y el substrato de todas las manifestaciones debido a su omnipresencia, entonces ¿Por qué es un trozo de arcilla, del cual se afirma no ser diferente del propio Sí Mismo, y a la vez no ser experimentado como el Sí Mismo? Si también se admite que un trozo de arcilla es de la naturaleza del Sí Mismo [a causa de la omnipresencia del Sí Mismo y de ser inherente a todas las cosas], entonces la distinción entre animado e inanimado desparece. ¿Cómo la mundanal vida diaria, que se basa en la diferencia entre la vida de lo animado e inanimado, puede existir [en la ausencia de tal distinción]? El autor {Abhinavagupta} nos da la siguiente respuesta:

        Verso 8
     राहुरदृश्योऽपि यथा शशिबिम्बस्थः प्रकाशते तद्वत्।
सर्वगतोऽप्ययमात्मा विषयाश्रयणेन धीमुकुरे॥८॥
rāhur adśyo 'pi yathā
Śaśi-bimba-stha prakāśate tad-vat |
sarva-gato 'py ayam ātmā
viayāśrayaena dhī-mukure || 8 ||

Al igual que el invisible rāhu (la sombra de la tierra), cuando aparece sobre el circulo de la luna (en el momento de un eclipse lunar) se convierte en visible a nuestros ojos, de la misma manera, el Sí Mismo, a pesar de inundar todo con su presencia, se hace visible en el espejo del intelecto (Bhuddi) al mostrarse como un objeto concreto de conocimiento.

lunes, 19 de septiembre de 2011

NATURALEZA Y MEDIOAMBIENTE, por Manuel Plana

Nuestra relación con la naturaleza y en general con el mundo que nos rodea, ha sido diferente según las épocas y los espacios vitales. Sin embargo, todas las diferentes humanidades que nos han precedido y las tradicionales que aún coexisten con el mundo moderno, tienen en común lo que precisamente las distancia abismalmente de éste, el hecho de considerarla viva y sagrada y tratarla en consecuencia. Por viva y sagrada nos referimos a que es una unidad indivisible con el ser humano, no cerrada en compartimentos estancos sino impregnada desde lo sideral a lo atómico de unas esencias y de una consciencia que no hacen sino expresar un orden superior: “ecosistema”, “biosistema”, “antroposistema” y “cosmosistema” son lo mismo.  Hasta el medioevo nuestra propia cultura coincidía con esa visión o mejor “cosmovisión” unificada de la naturaleza y, aún más, abierta a todas las posibilidades sutiles e incluso “sobrenaturales” de la realidad, tal y como el tiempo y el espacio. Será a partir del mecanicismo, la Ilustración y especialmente de la revolución industrial, que la orientación de la mentalidad general la mirará con ojos de codicia mercantil, en consonancia con la nueva visión del mundo, que abandona la antigua perspectiva concéntrica para dispersarse en un análisis excéntrico, empírico y racional del mundo físico, un análisis reductor y puramente material que, elevado a la categoría de dogma, pretende explicar toda la realidad en clave mecanicista, limitándola a su simple aspecto sensorial.

miércoles, 31 de agosto de 2011

RENÉ GUÉNON Y EL HINDUISMO (*), por Pierre Feuga (**)

La tradición hindú es omnipresente en la obra de René Guénon, que la consideraba como “la herencia más directa de la Tradición Primordial”. Si no le ha consagrado más que dos obras al hinduismo propiamente dicho (más una recopilación póstuma de estudios y recensiones), no hay ninguno de sus otros libros en donde la India –su metafísica, su cosmología, sus ciencias tradicionales, su organización social- no aparezca como una referencia mayor, casi absoluta, a tal punto que algunos han podido preguntarse por qué, en su vía personal, no había abrazado el hinduismo más bien que el islamismo. Su primer biógrafo, Paul Chacornac (1), da una respuesta que ha contentado a muchos: “Las modalidades de iniciación hindú, estando ligadas a la institución de las castas, no se comprende cómo un occidental, por definición sin casta, podría acceder a ellas. Por otra parte, el ritual hindú no se presta de ningún modo a la vida occidental, mientras que el ritual islámico, cuales sean las dificultades prácticas que presenta, no es tan incompatible con la vida occidental moderna”. A eso puede objetarse que a pesar de todo hay ejemplos, raros pero no dudosos, de occidentales que se han integrado en el hinduismo. Si hubiera decidido vivir en la India Guénon ciertamente hubiera llevado la vida ritual de un hindú, igual que instalado en Egipto llevó la vida ritual de un musulmán. Así pues, en su caso tan excepcional, no se ve una imposibilidad radical en “devenir hindú”, borrándose la noción de “casta” en ciertos tipos de iniciación sin tener el menor sentido en el caso del samnyâsin.(***) La “conversión“ al islam –bien anterior, como se sabe, a la instalación en Egipto- (2) se explica quizá por el lugar “intermediario” entre el Oriente y el Occidente que ocupa esta tradición, en acuerdo con la propia función intermediaria de Guénon, y también por el caracter “último” de la religión del Profeta, en correspondencia con el caracter último del mensaje guenoniano (3). Sin embargo reconozcamos que serían motivaciones bastante abstractas, incluso para un hombre cuya vida reviste un incontestable “simbolismo” que se tiende más y más a “mitificar”. La verdadera razón de la “elección” de una forma tradicional (¿se elige o se es elegido?) concierne a la intimidad misteriosa de cada ser, y no es comparable a una estrategia militar o a un matrimonio de conveniencias.

miércoles, 17 de agosto de 2011

SOBRE LA REGLA DE 24 DIVISIONES, por H:. Geometría

Entre otros instrumentos constructivos la regla es uno que por su importancia merece una atención especial dentro del simbolismo masónico. Abordaremos el aspecto que concierne, en el primer grado del Rito Escoces Antiguo y Aceptado, a su relación con "el día del masón". En este rito tiene 24 divisiones y se propone al iniciado como modelo de toda su actividad diaria.  Este hecho ya destaca de por sí la importancia que tiene dicha actividad dentro como fuera de la logia y de las reuniones periódicas que efectúan los miembros de esta Orden. El marco real de toda verdadera realización espiritual abarca, en efecto, todo el tiempo y el espacio del iniciado, los cuales debe consagrar (sacrum-fácere), según una misma actividad o actitud (1) interior, centrada en la constante reminiscencia de lo sagrado y atenta a las transmutaciones de su propio atanor alquímico, la logia interna.  
En algunas instrucciones masónicas estas 24 divisiones se reparten en 3 porciones de 8 horas cada una, y han de emplearse respectivamente: "ocho para el trabajo, ocho para el descanso y ocho para el cultivo de las facultades intelectuales y buenas obras".  Es cierto que esta partición parece inspirarse en la importancia masónica del número 3, especialmente en el primer grado, pero también lo és que si se trata del tiempo, es decir, del ciclo diario, su división más natural, considerando la circularidad del mismo, sigue tradicionalmente pautas numéricas relacionadas con ella, como son el número 9 y el 12 o también el 2 y el 4.  Al respecto de las actividades asignada a esta partición de 3, Guénon no observa ninguna ventaja iniciática especial: "... en suma, dice, no representa más que un empleo del tiempo bastante banal; es un ejemplo de la tendencia "moralizante" que desgraciadamente ha prevalecido en la interpretación corriente de los símbolos.  La repartición en dos series de doce, correspondiendo a las horas del día y las de la noche (como el número de letras componiendo las dos partes de la fórmula de la Sahadah islámica) daría ciertamente lugar a consideraciones mucho más interesantes". (2)  También señala el mismo autor la importancia de este instrumento no sólo en el primer grado sino en el tercero y añade: "...es por ello que hace aparecer lo más netamente su relación simbólica con el día dividido en 24 horas"(ibid). 

martes, 2 de agosto de 2011

EL SUFISMO: REALIDAD ESPIRITUAL DEL ISLAM (*), por Sergio Trallero Moreno

Introducción
En cualquier lugar donde busquemos una definición para Sufismo seguramente lo primero que aparezca sea “misticismo islámico” o “aspecto esotérico del Islam”, por eso para empezar conviene aclarar muy brevemente qué se entiende por “misticismo” y por “esoterismo” frente a la deformación y abuso que se ha hecho de estos conceptos. 
El término “misticismo” (o mística) se ha generalizado mucho en diversos ámbitos pero en nuestra cultura ha tomado ciertas connotaciones cristianas que lo desdibujan. Lo más apropiado sería ceñirse a su etimología griega, que remite a misterio y arcano, y de la que se desprende la noción de “saber iniciático”. A veces es más ajustado usar el genérico “espiritualidad” o los más precisos “gnosis” o “iniciación” para remarcar el sentido de realización espiritual, conocimiento sagrado, experiencia iluminativa completa, etc. La mística en sentido estricto no es simplemente algo devocional o sentimental, o ascético, sino que más bien responde a un flujo del Espíritu (o presencia intensa y permanente de lo Universal) a través de facultades intuitivas superiores a la razón y la emoción humanas. Es por ello que se sirve de un lenguaje simbólico unitivo y sintético (superior al lógico, metafórico o alegórico), además de ir más allá del concepto religioso de “salvación” del individuo, pues apunta hacia estados superiores de consciencia, identificación plena con atributos divinos o principios metafísicos más allá de los condicionamientos espacio-temporales propiamente humanos.
Hay que advertir que aquí el uso de “metafísica” no es en el sentido filosófico que ha tomado en occidente, ya desde Aristóteles, como un saber discursivo de naturaleza onto-teológica, sino en su acepción más universal que apunta hacia la trascendencia misma, la realización espiritual y la consecuente toma de consciencia supra-racional. La Metafísica pura, si se puede llamar así, apunta aquí a la Realidad meta-cósmica, en tanto que absoluta posibilidad del Infinito mismo, siendo el Ser su primera determinación. Por tanto el conocimiento metafísico (1), como comprensión de los múltiples “estados del ser” abarcados desde la trascendencia del Ser, es inefable e inexpresable en esencia, por no ser humano sino un acto del Absoluto sobre sí mismo, en su soledad unificante. Pese a todo el mayor misterio consiste en que se da en él una cierta “apertura” hacia la consciencia del hombre, aunque sólo sea como un eco, una huella o incluso como ausencia vivida de la Eternidad perdida. 

miércoles, 20 de julio de 2011

PARAMARTHASARA (5-7)* de Abhinavagupta (y comentarios de Yogaraja). परमार्थसारः

    Así pues, después de haber descrito los cuatro tipos de huevos (andas), el autor (Abhinavagupta) explica en este verso la naturaleza del mundo  en cuanto que comprende un objeto de disfrute y el sujeto que lo disfruta.

                                                     Verso  5

तत्रान्तर्विश्वमिदं विचित्रतनुकरणभुवनसन्तानम्। 
भोक्ता तत्र देही शिव एव गृहीतपशुभावः॥५॥ 
tatrāntar viśvam ida
   vicitra-tanu-karaa-bhuvana-satānam |
 bhoktā ca tatra dehī 
   śiva eva ghīta-paśu-bhāva || 5 ||

Todo este Universo, con su infinita multiplicidad de bhuvanas (regiones), y con su infinita variedad de cuerpos físicos y de diferentes órganos de los sentidos, existe dentro de los cuatro a.da. Y Shiva, habiendo  asumido la forma de un ser limitado, paśu, Shiva, Él sólo, es el ser encarnado que disfruta de todo este Universo.

Comentario de Yogaraja al verso 5
     El que este mundo está contenido dentro de los cuatro huevos (andas) es bien conocido en los Agamas. (Se puede preguntar) “¿Cuál es la naturaleza (del mundo)?”. La respuesta dada es, “Su naturaleza es su infinita variedad”. El mundo comprende distintos tipos de sujetos, (como las deidades que se encargan de presidir) como Rudra, y los sujetos limitados que están encarnados, poseyendo diferentes clases de cuerpos físicos compuestos por piernas, manos, bocas, etc. y distintas formas y tamaños etc.

sábado, 9 de julio de 2011

SOBRE LA ASTROLOGÍA MUNDIAL Y EL MOMENTO ACTUAL, por Sergio Trallero Moreno

La astrología, lejos de la deformación actual como mera superstición o consulta personal interesada, ha sido desde antaño una “ciencia sagrada”.  En tanto que Sabiduría unida al hombre desde sus orígenes, milenio tras milenio y cultura tras cultura, la ciencia de los ritmos y los ciclos universales ha estado presente en todas grandes civilizaciones (babilonia, egipcia, china, hindú, persa, maya, griega, árabe). 
Para todo espíritu tradicional, la concordancia o correspondencia de Micro-cosmos (el hombre) y Macro-cosmos (el universo) era un hecho evidente que vertebraba la Realidad garantizando su unicidad. El hermetismo, base de la astrología occidental, nos ha transmitido claramente estas enseñanzas, ligando dicha ciencia celeste con una ciencia terrestre (la alquimia), por aplicación de analogía inversa de unos mismos principios cosmológicos.  
Sin entrar en las tendenciosas e ignorantes críticas del estamento científico actual, con su estrechez de miras y su ceguera total en determinados asuntos, hay que señalar que la Astrología es tanto una Ciencia, por tener un método y unas técnicas, como un Arte, por requerir de una interpretación intuitiva. En resumen consiste en un saber tradicional que, mediante un lenguaje simbólico, ayuda al hombre en la contemplación de lo divino en él mismo. Ahora bien, incluso en su uso y generalización contemporánea, la astrología, que ha perdido en su larga historia no pocos elementos claves, ha pasado a identificarse plenamente con una de sus varias aplicaciones: la horoscópica, vulgarización de la antigua astrología genetlíaca o natalicia. Se olvida entonces que este único sentido, muy apropiado para el ego individualista posmoderno, puede resultar el más estéril y dañino si no se enmarca en la comprensión cosmológica y metafísica que requiere toda ciencia sagrada.

lunes, 27 de junio de 2011

ISLAM, SUFISMO Y MODERNIDAD, por Manuel Plana

A pesar de la poca simpatía  que el Islam inspira a la mentalidad occidental moderna, en especial su ley religiosa (la Shari’a), el Sufismo, que es su esoterismo y su metafísica, goza sin embargo de cierto prestigio, despierta una respetable curiosidad, ya fuera quizá por su “exotismo”, aunque se ignore casi todo de él. Por ello mismo, se ha llegado a creer en muchos casos, tanto por occidentales como por ciertos sectores musulmanes, que el Sufismo no es Islam, sino una especie de corriente dentro suyo de proveniencias diversas, a veces heréticas, cuando no una cosa importada del monaquismo cristiano o del mundo occidental antiguo, lo cual no es cierto como tantas otras cosas imputadas a esta tradición.
La Shari’a y el legalismo religioso (el Fiq) no representan al Islam integral sino solo a su exoterismo, la ley y los preceptos religiosos generales.  En cuanto al mundo y la raza árabes, tampoco tienen el monopolio del Islam, especialmente ahora cuando la comunidad islámica, la Umma, la componen actualmente en todo el mundo casi un 70% de personas no árabes.  Al Islam integral lo compone tanto la Shari’a y el Fiq, como especialmente el Tasawwuf (llamado Sufismo en Occidente), que siendo el hueso o la almendra del fruto, es su parte más esencial;  y en este sentido, es bien significativo lo que decia el Imam Malik, el padre de la escuela sunnita Malikí: “La práctica del Tasawwuf sin Shari'a corrompe la fe; la de la Shari'a sin Tasawwuf te corrompe a tí mismo, sólo uniendo las dos se alcanza la verdad”
Para ser más precisos, el monoteísmo musulmán se define como la manifestación última de la Tradición primordial o adámica (Din al Qayyum), reinstaurada en los pueblos semíticos por Abraham, que era Hanif (puro), es decir, ni idólatra ni politeista, (ni tampoco judio, cristiano, ni musulmán) sino adorador de la Unidad; después de Abraham por Moisés, después por Jesús y finalmente por Muhammad (slaws). Dicho monoteísmo comprende en el Islam tres principales dimensiones superpuestas en importancia espiritual, primero el propio Islam, al que corresponde la Shari’a, pensada según los maestros para someter el ego animal del hombre (Nafs) al Espíritu (Ruh); segundo el Iman, la Fe o convicción espiritual verdadera, al que corresponde la Tariqa y las vías del Tasawwuf, dirigidas al ‘Aql, es decir, a la inteligencia del corazón (razón e intuición intelectual); y el tercero el Ihsan que corresponde a la Haqiqa, la Verdad o Realidad divina en sí. La Tariqa o el Tasawwuf es precisamente el sendero iniciático que lleva del nivel de la Shari’a al de la Haqiqa, que es el núcleo de todo el conjunto. 

jueves, 16 de junio de 2011

Recensión del libro "ABHINAVAGUPTA. La libertad de la consciencia". David Dubois. Edit. Almora 2010. 348 pgs, en francés.

Siendo la tradición espiritual más antigua de la India –y quizá del mundo, pues es prevédica- el Shivaismo, de Cachemira en este caso, es sin embargo una gran desconocida en Occidente, cosa que tiene razones precisas y algo “perversas” considerando el papel que han tenido en ello los intereses políticos de los colonizadores anglosajones. Clasistas y puritanos victorianos, a éstos les interesaba mucho más un hinduismo brahmánico, con su sistema inflexible de castas y su doctrina no-dual pero dualista en la práctica, que un shivaismo, kaula, krama o trika, que aún siendo el más respetado y reconocido en India, incluyendo los niveles más elevados de iniciación espiritual, respetaba socialmente las castas pero sin considerarlas a la hora de la iniciación, para la que cuenta ante todo la cualificación personal y no el linaje familiar. Y fue así que la difusión de la espiritualidad hindú en Occidente (paralela a la occidental en India), promovida por los ingleses hasta bien entrado el S-XX siguiendo el auge orientalista de moda, fue exclusivamente la del Vedanta brahmánico, dejando toda la tradición de los antiguos agamas shivaitas fuera de la “promoción”. El brahmanismo, en efecto, sin ser propiamente una religión al modo semita, cumple esa función al ser la oficial y dominante en India, aún cuando grandes maestros del Vedanta han sido y son shivaitas, como el propio Shankara, el más importante de sus comentadores. Decimos dominante más que mayoritaria porque bastante más de la mitad del mundo hindú profesa el shivaismo, sea no-dual o dual, con su centro espiritual en Benarés, tradición con la que se fundieron algunas ramas del vedantismo.
Basándose sobretodo en las traducciones inglesas del sánscrito de la orientalista Lilian Silburn, autora cuya autoridad en este tema es contestada sin embargo por diferentes maestros del shivaismo actual, en este libro el autor da una visión muy ámplia y exhaustiva de esta tradición y de su maestro histórico más destacado, Abhinavagupta, que entre el S-X y XI d.C. reformuló en una síntesis magistral su aspecto no-dual original más importante. Las fechas de su nacimiento y muerte difieren según versiones (950-1020 d.C, 975-1025 d.C, 950-1015 d.C, o incluso 940-1015 d.C…); en el primer capítulo el autor traza un esquema de la situación religiosa del mundo hindú en la época en que el shivaismo trika de Abhinavagupta aparece, situación muy heterogénea, crisol de variantes védicas, tántricas, shaivas, budistas, etc… que basculan entre el puritanismo brahmánico oficial y los excesos de un tantrismo demasiado popular a veces. 

sábado, 4 de junio de 2011

LA PUERTA DEL CONOCIMIENTO, por Fauzi Skali (*)

En sus simplificaciones abusivas y sus dicotomías simplistas, lo mental se encuentra a menudo obstruido por ciertas paradojas de la Revelación. Dios es absolutamente trascendente y, sin embargo, dice el Corán: “está más cerca de vosotros que vuestra vena yugular”. Él está más allá de lo que se puede concebir o imaginar, pero “Él es el Primero y el Último, el Interior y el Exterior”. La turbación de lo mental viene del hecho de que ciertas realidades no pueden percibirse a su nivel sino tan solo al de una percepción interna, intuitiva, supra-lógica, donde se revelarían por sí mismas a las consciencias dispuestas a recibirlas. Pasamos aquí del dominio de la creencia al de la certeza, al de la experiencia. Aunque las realidades espirituales sean enteramente concretas y mucho más verdaderas que el mundo percibido por los sentidos, solo puede alcanzarlas el hombre comprometido en la experiencia de la vía.

Sólo esta experiencia puede llevarlo al desanudamiento victorioso, que es el de la muerte al ego y la destrucción de todas las visiones parciales e ilusorias que derivan: “Morid antes de morir”, decía el Profeta, y en otro hadith: “las gentes duermen, cuando mueren despiertan.”  A los que han llegado a este estado se revelan entonces directamente en este mundo los secretos del más allá. Disfrutan aquí mismo de las alegorías del Paraíso. Franquean espiritualmente todos los grados y acaban por sobrepasarlos para ir hacia la fuente misma de toda creación, hacia la contemplación de lo que el Corán llama la Faz divina.

jueves, 26 de mayo de 2011

POLÍTICA E “ILUSIONISMO”. ¿La suerte está echada?, por Manuel Plana

La carta de presentación de un político no es hoy en día la que acredita una gestión eficaz y honesta de la “cosa pública” (1), ni una consciencia cabal de las necesidades de una sociedad tan compleja y heterogénea como la nuestra, ni una garantía probada a la hora de resolverlas. El político se presenta ahora como el más capaz de ilusionarse él mismo y de ilusionar, es decir, de crear ilusión en los ciudadanos. Y quede constancia que esto no lo decimos nosotros, sino ellos mismos, cosa que no ha dejado de sorprendernos, pues, confirma por un lado lo que ya se sabia y por otro revela abiertamente que la clase política no siente ya el menor pudor en admitirlo, tan poco que además lo imprime como el mejor de los reclamos electorales, de mascarón de proa a sus programas de partido, pensando quizá que al “rebaño” ciudadano les complacerá sus carismas de magos de salón, de Flautistas de Hamelín, como ha podido verse, por ejemplo, en las últimas campañas a la alcaldía de Barcelona (Febrero 2011). 

 En efecto, la posibilidad de ilusionar, es decir, de sugestionar, de hipnotizar, de mentalizar a la población es, ya sin disimulo, la gestión principal de la clase política, gestión más relacionada con la “magia” que con la política en sí. Pero como las intenciones son claramente siniestras, se trata más bien de un cierto tipo de “brujería”, burdo sin duda, pero no menos eficaz, sobretodo cuando los organismos de poder cuentan con todos los medios y los medias a su favor. Habrá de creerse al ministro cuando dice: “Nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente” (José Blanco, Ministro de Fomento. Declaraciones en la cadena Ser, Febrero 2010). La estrategia de echar “cortinas de humo” a todo lo que no les conviene, de dirigir la atención hacia cosas fútiles enmascarando así las importantes de más urgencia, de crear diferentes “corrientes de opinión” confusas y ajenas a la realidad, enfrentándolas entre sí al mismo tiempo que “globalizando” todo eso dentro de un supuesto “pensamiento único”, si no es brujería, como mínimo es pura “prestidigitación”. Así se explica cómo millones de personas víctimas de una “abducción” colectiva, quedan incapacitadas a la hora de reaccionar cuando, además de ver contradecirse flagrantes evidencias, todo atenta contra sus intereses más vitales y legítimos. 

sábado, 14 de mayo de 2011

LA PRUEBA DEL ESPEJO, por H:. Graal

En cierto punto del ritual de iniciación al primer grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el V:. M:. le dice al neófito: “No es siempre delante de uno que se encuentran los enemigos, los más temibles estan muchas veces detrás, ¡volveos! “. El neófito lo hace y ve su propio rostro reflejado en el espejo. Huelga decir que este gesto y estas palabras encierran profundas verdades que merecen una especial atención, como toda una doctrina espiritual relativa al simbolismo del espejo y al “conócete a tí mismo” de las antiguas iniciaciones mistéricas.
 Enemigo o adversario, en efecto, es lo que literalmente significa Satán en hebreo, el cual encarna proverbialmente la tendencia contraria al sentido ascendente de la realización espiritual, es decir, la que va hacia abajo. La personalidad “profana” encarna esta tendencia, y con ella el ego psicomental (ego-ismo, ego-centrismo, etc...), que hasta no ser “desenmascarado” por la luz de la iniciación y confrontado con la verdadera personalidad o Sí mismo del ser, permanece como una falsa identidad inconsciente, o mejor “subconsciente” (o “detrás” de la consciencia) en el hombre ordinario. En la cosmología hindú (Shankia) esta tendencia descendente está simbolizada por el Guna Tamas, cuya definición aglutina la fuerza de gravedad, la inercia, la ignorancia y la oscuridad. Es claro, en este sentido, que dentro del juego de tensiones generales que configuran al ser y al cosmos, esta energía,  necesaria e impersonal en el fondo, sólo representa un caso particular, pero siendo el estado “caído” el dominante en el hombre, es la que lo encierra más directamente dentro de los estrechos límites de su estado individual. En efecto, el peor enemigo es uno mismo pero en minúsculas, es decir, aquello que en él lo hace considerar “parte”, particularidad separativa, (algo independiente de todo y cerrado sobre sí mismo) por su identificación mental y psicológica con el estado corporal. En su límite extremo este pequeño “sí” o “mi” tiende a sofocar las más altas y verdaderas posibilidades del ser, el cual como sabemos, sólo es humano e individual en uno de sus estados.

jueves, 5 de mayo de 2011

LEIBNIZ Y LA TRADICIÓN HERMÉTICA

El pensamiento de Leibniz, contemporáneo del apogeo de la ciencia moderna y del racionalismo filosófico, se presenta como una singular perspectiva de lo Real por su fuerza y originalidad, aislada de su contexto histórico pero sin desdeñarlo, en una síntesis creativa nada frecuente entre los filósofos modernos. 

Niño precoz y superdotado, desde su infancia no cesó de cultivar una gran erudición bibliotecaria, así como su genio de escritor compulsivo. Reconocido matemáticamente como padre del “cálculo infinitesimal”, en curiosa y agria sincronía con Newton, su filosofía podría resumirse en un intento de salvar la unidad de los fenómenos, lo universal en lo particular, lo trascendente de lo inmanente, desde su noción central de Mónada. Desde ella pretende no sólo afirmar la Unidad principial y axiomática sino sobre todo la singularidad de cada ser o criatura, según un principio de continuidad y uniformidad que supere todo dualismo (platónico o cartesiano). Todo ello en intuitiva y rigurosa concordancia con sus descubrimientos matemáticos y la novedosa idea de lo infinitamente pequeño, reduciendo todo fenómeno (extenso o sutil) a su inmaterialidad, en la medida en que no es más que pura energía o conatus, potencia y fuerza vital de cada ser.