Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

sábado, 15 de octubre de 2011

NOTA SOBRE EL RITO SOLSTICIAL Y LA LOGIA DE MESA, por H:. Geometria

Como es sabido, la celebración de los dos solsticios de invierno y de verano forma parte importante del calendario ritual masónico, siendo las fiestas principales de esta Orden iniciática. Su caracter axial, igualmente presente en el orden de apertura y clausura de los trabajos, mediodía y medianoche del ciclo diario, y en el propio ritmo quincenal de las tenidas, que de hacerse en cada luna llena y nueva de mes coincidiría perfectamente con la axialidad de los solsticios, este caracter, decíamos, las pone en relación directa con el simbolismo de las dos puertas del cosmos, representadas en el mandala zodiacal por los signos de Capricornio y de Cancer, el norte y el sur del mismo respectivamente. Son el Deva-Yana y el Pitr-Yana del hinduismo, la puerta de los dioses y la de los hombres o ancestros de la antiguedad grecorromana.  Por la última el ser se incorpora al mundo en el estado humano, del que deberá realizar la integridad de sus posibilidades mediante el cumplimiento de los Pequeños Misterios, inherentes a los grados azules de la Franc-masonería. La muerte a lo profano y el nacimiento iniciático se operan, en efecto, bajo los auspicios del signo de Cancer y del solsticio de verano (1).  Los dos ganchos del signo pueden equipararse, en este caso, a las dos columnas J y B de la logia (aunque corresponden también a los dos solsticios), por entre las cuales se alumbra al neófito en el rito iniciático.  Los dos aspectos lunares de Cancer, asimilados a Diana y Hécate en la antiguedad, simbolizan la doble posibilidad que dicha puerta ofrece, ya sea el acceso a los estados supraindividuales en el primer caso, ya a los estados individuales en el segundo respectivamente. Ambas posibilidades estan comprendidas dentro del propio ámbito cósmico.  Por la puerta de Capricornio, en cambio, el ser se libera de las vicisitudes de la manifestación cósmica en todo su conjunto, dando acceso a lo supracósmico, es decir, también a los estados supraindividuales pero en su aspecto incondicionado, inmanifestado y permanente, estados que conciernen a los Grandes  Misterios y al cumplimiento total del proceso iniciático. Por esta misma puerta y en el momento invernal que le corresponde en el año, pasa el germen espiritual que nacerá en el mundo como el Avatar divino y en el corazón del iniciado como la chispa de luz, letra Yod o letra G (de God) en el simbolismo microcósmico, germen que augura la efectivización del "segundo nacimiento".  
Precisamente y en relación directa con este tema y esta celebración, tenemos todo el simbolismo de la logia de mesa, que a modo de prolongación suya se observa dentro del ágape rituálico que se efectua en el banquete solsticial, rito que no por practicarse pocas veces y tener un caracter más festivo, tiene un menor interés simbólico e iniciático.  Tanto la disposición de la mesa en forma de semicírculo alargado, es decir de U, como el número de baterias que asignan a cada brindis los antiguos usos y costumbres de la Masonería, dando un total de 180, aluden a la división del círculo (360º) en dos mitades, según los dos polos de su diámetro, los mismos del eje solsticial y de sus dos fiestas señaladas. 
En su estudio sobre las armonías internas del ritual y hablando del simbolismo de la logia de mesa, Denys Roman (2) deduce de estos elementos una serie de analogías que dan a su simbolismo su verdadero alcance cosmológico y metafísico. La logia de trabajo es un cuadrado largo, una imagen imperfecta de la Jerusalén Celeste, que es cuadrada según la descripción del Apocalipsis de San Juan, patrón de la Masonería. La logia de mesa es un semicírculo alargado, una imagen imperfecta del Paraíso terrestre, ambos respectivamente, Paraiso y Jerusalén Celeste, siendo el fin y el principio del ciclo actual de la humanidad y cuyas descripciones, como se sabe, abren y cierran las sagradas escrituras del Antiguo y el Nuevo testamento. La misteriosa unidad de ambos simbolismos geométricos la encontramos en la figura Hermética de la "cuadratura del círculo" o la "circulatura del cuadrado", siendo ésta: "la proyección plana del paso de la esfera al cubo", o a la inversa, del cubo a la esfera, es decir, la transmutación de la forma y la materia de un estado general a otro cualitativamente superior, un misterio de imposible resolución por medios puramente racionales, que sella la clave de la Gran Obra, expresada en la fórmula hermética, Solve et Coágula, y que posee múltiples correspondencias a diferentes niveles, posibilitando en el caso de la iniciación, las diferentes muertes y nacimientos espirituales que jalonan la vía de la realización metafísica.
El rito masónico del banquete solsticial se presenta ante todo como un acto de comunión, al entrar en el simbolismo del ágape la manducación y asimilación de las substancias primordiales (pan y vino), comunión tanto en el sentido evangélico de la eucaristía, como en el caballeresco con el que liga directamente por el parentesco entre la logia de mesa y la Tabla "redonda" de los caballeros de la saga del Grial; como también en su sentido gremial y artesanal ligado aqui igualmente al Arte Regio.  En cuanto al caracter festivo de esta celebración, visto que la forma semicircular de la logia de mesa alude al Paraíso terrestre, es normal que así sea cuando lo que se celebra es el tiempo sagrado de los orígenes y el estado de unidad primordial que inaugura todo ciclo de manifestación, estado anterior a la dualidad temporal que implica el desarrollo de todas sus posibilidades. 

 En efecto y en su sentido más lato, la fiesta es una imagen reminiscente de la Edad de Oro, prolongación ella misma del Sabath cósmico o Séptimo día de reposo, el acabamiento de la Obra creacional. Cada seis meses se cumple también en el ciclo anual un solsticio, una detención del sol según el sentido literal de la propia palabra, un pequeño Sabath que marca el fin y el origen de una dirección nueva en su recorrido (de invierno a verano y de verano a invierno), gracias al cual el tiempo periodicamente se renueva, es decir, se perpetúa a sí mismo regenerando su caducidad, y con él la naturaleza entera. Principio y final del ciclo, de cualquier ciclo, son expresiones de un mismo instante atemporal que une y separa a la vez los dos polos del tiempo, el pasado y el futuro, las dos caras de un mismo dios, el Jano de los antiguos, los dos San Juan actuales, rostros de una misma realidad que solo es dual para una consciencia ordinaria, pero no para el iniciado que conoce el Espíritu de Unidad y Verdad que permanentemente realiza y pone en obra el Plan del G:. A:.D:.U:. , y que, desde luego, nada tiene que ver con las fantasias científicas modernas sobre lo mismo.
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Notas
1.- Recordemos que en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la columna Booz de la logia se situa en la línea de la luna y Jakin en la del sol, siendo la primera al mismo tiempo la palabra sagrada del grado de Aprendiz.  En el rito francés esta posición se halla invertida.
2.- Reflexions d'un chretien sur la Francmaçonnerie. Editions Traditionnelles. París 1995.