Mundo Tradicional es una publicación dedicada al estudio de la espiritualidad de Oriente y de Occidente, especialmente de algunas de sus formas tradicionales, destacando la importancia de su mensaje y su plena actualidad a la hora de orientarse cabalmente dentro del confuso ámbito de las corrientes y modas del pensamiento moderno, tan extrañas al verdadero espíritu humano.

sábado, 20 de julio de 2013

OUSPENSKY, GURDJIEFF Y LOS "FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA" (y II), por Boris Mouravieff

III

La muerte de Katherine Mansfield en el “Instituto” (20) produjo en Ouspensky una fuerte impresión que le llevó a romper con Gurdjieff. Pero una impresión todavía más fuerte le causó el accidente de coche sufrido por Gurdjieff en el cruce de las carreteras nacionales nº 7, de París a Fontainebleau, y nº 168, de Versailles a Choisy-le-Roi.

Gurdjieff regresaba en coche, solo y de noche, de París al Prieuré. Se desconoce la causa del accidente, pero el hecho es que chocó contra el tronco de un árbol a más de sesenta por hora, y resultó gravemente herido. Enterado unos días más tarde, Ouspensky vino a París desde Londres; y ambos fuimos al lugar de la catástrofe.

Abatido, hundido, tras un prolongado silencio me dijo:

- Tengo miedo…, es espantoso… El Instituto de Georges Ivanovitch (Gurdjieff) se creó para escapar a la influencia de la ley del azar bajo la que pasa la vida. Y he aquí que él mismo ha caído bajo el imperio de esa ley…
Y prosiguió:
- Me pregunto aún si ha sido realmente un puro azar (Gurdjieff no valoraba mucho la honradez, como tampoco la personalidad humana en general; ¿Se pasó de la raya?). Les repito, ¡tengo un miedo terrible!

Retomamos el camino, silenciosos. En Fontainebleau entramos en un restaurante para almorzar. Me pidió que telefoneara al Prieuré a su nuera, que formaba parte de los “filósofos del bosque”. Pero no estaba en casa.

Durante el almuerzo, Ouspensky se refirió varias veces a la cuestión del valor real de la honradez. Era claro que para él, el problema era una especie de punto clave. Y, mediante una serie de asociaciones, para mí insondables, relacionaba la cuestión de la honradez con el accidente sufrido por Gurdjieff.

Sin embargo, como hemos dicho, Ouspensky no rompió con Gurdjieff más que físicamente, por así decirlo. Tras ello, y al menos en sus conversaciones conmigo, no le gustaba volver al análisis del “fenómeno Gurdjieff”. Después de varias evasivas, le hice la pregunta directa: por qué evitaba este tipo de conversación que, en mi opinión, podía ser instructiva y de la que al menos se podía sacar una lección.

Era tarde por la noche, en un bar de Montmatre en el que Ouspensky había querido terminar la velada, después de  una buena cena en un restaurante de la plaza Saint-Michel.

Su expresión cambió de repente. Tuve la impresión de tener ante mí a otra persona y no a aquella con la que había pasado una agradable velada con interesantes conversaciones. Se giró bruscamente hacia mí y me dijo con un extraño tono:

- Imaginad que alguien de la familia ha cometido un delito. ¡La familia no hablaría de ello!

Ahora era yo el que sentía espanto. Me di cuenta de que Ouspensky no podía hablar de estos temas. Cuando los abordaba, chocaba con una prohibición. ¿Efecto hipnótico? Repito que en aquel momento sentí un escalofrío en la espalda.

***

Era claro que Ouspensky, aunque alejándose de Gurdjieff, seguía ligado a él, y que este ligamen le había sido impuesto.

Y una vez más, pensé que este curioso fenómeno, aparte de las particularidades de su carácter, se debía a que Ouspensky no poseía la sólida base que da la formación académica. El método de la ciencia positiva, aplicada como hemos visto de manera algo distinta, sigue teniendo vigor en las investigaciones esotéricas, y constituye para un intelectual la única garantía cuando aborda esta clase de estudios. Es precisamente lo que le faltaba a Ouspensky.

Su esposa, mucho más voluntarista y sobre todo más autoritaria que su marido, era antes y después de la ruptura un ferviente discípulo de Gurdjieff. Pertenecía al grupo de instructores formados por aquél. Estos instructores producían una extraña impresión.

Tuve el privilegio de tratarlos viniendo del exterior, y además durante largos intervalos durante los que, en verdad, olvidaban lo que me habían dicho.

En materia de trabajo, era siempre la misma canción, calcada de la fórmula del maestro. Sin darse cuenta, incluso tenían un poco el acento caucasiano de Gurdjieff, imitando su forma de expresarse, exponer e imponerse.

- Llegado aquí, decían con aire condescendiente, usted entra en un ambiente que le hace transparente. Está ahí como si estuviera desnudo dentro de una campana de cristal. ¡Podemos observarle por todas partes y sobre todos los puntos! 

Años después, el cuento de la “campana de cristal” seguía repitiéndose. Con la misma sonrisa, las mismas expresiones, los mismos gestos. Como robots dentro de los que giraran discos grabados (22).

Creyéndose despiertos, dormían un profundo sueño hipnótico. Era la voluntad del maestro la que obraba en ellos haciéndoles pronunciar la lección aprendida de memoria…

Ouspenskaya me contaba en 1937, en Lyne, quizá por décima vez desde Constantinopla (1921), que cuando vio por primera vez a Georges Ivanovitch, le dijo: “ ¡Georges Ivanovitch, veo en usted algo grande! “.

Misma frase, misma entonación, mismos gestos, misma sonrisa condescendiente…

***

Lo que despistaba a la gente es que las palabras eran justas. Correctamente conducidos, los estudios esotéricos ponen pronto en evidencia todo el mecanicismo de nuestro psiquismo, la ausencia en nosotros del Yo estable y permanente, la imposibilidad tal como somos de hacer nada, pues todo nos sucede. Solo que, palabras y actos, parecer y ser, no son la misma cosa. Dejando aparte toda verborrea y “discos”, es necesario desplegar considerables esfuerzos, permanentes y sobre todo conscientes, a fin de reconocer, primero, y vencer después este mecanicismo humano para convertirse en un hombre consistente, dueño de sí. 

Pero en Gurdjieff, o más bien en su entorno, estas ideas bien conocidas en las escuelas esotéricas y especialmente en la Tradición esotérica de la ortodoxia oriental, tomaban matices malsanos; no las relativas a un objeto de estudio profundo para encontrar, si es posible, una salida del laberinto de nuestra personalidad, tejido de mentiras y de las más extravagantes contradicciones, sino las de un medio, si se me permite, brutal. Calculado para hacer perder a los novicios lo poco que les quedaba aún de libre arbitrio y de reflejos de la consciencia, es decir el simple sentido común.

Gurdjieff sólo contaba con la gente que podía oponerle resistencia. Los apreciaba. Para el resto tenía un profundo desprecio, incluidos sus instructores-autómatas. Sobre todo los que vivían junto a él en calidad de “trabajadores”, es decir que estaban alojados, alimentados, mantenidos a sus expensas. Entre las personas que encontré en estos “Institutos”, tanto en Constantinopla como en Fontainebleau, nuca vi a nadie que, teniendo en cuenta lo anterior, estuviese suficientemente preparado. Ciertamente, solo Ouspensky estuvo preparado; pero por las razones antes expuestas, fue neutralizado.

La impresión producida por Gurdjieff sobre Ouspensky, y la huella que dejó en él toda la vida, se debe también a que éste tuvo conocimiento del mensaje sin tener la aptitud para recibirlo correctamente. El mensaje no era, ni nunca lo pretendió, una creación de Gurdjieff. Formaba parte de la tradición esotérica conservada, particularmente en la Ortodoxia oriental, y que se remonta al antiguo Egipto y, con ello, a tiempos inmemoriales.

Ouspensky conocía bastante bien el evangelio, pero conocía mal la Doctrina, es decir el conjunto de comentarios legados por los doctores de la Iglesia ecuménica. Y, que yo sepa, no fue iniciado a la Tradición oral más que por Gurdjieff. Hondamente impresionado, no tenía, no obstante, más que este punto de referencia, lo que le impedía toda comprobación personal. Y entró en ello embistiendo como un toro, confundiendo el mensaje con el mensajero

Sin embargo, no caigamos en conclusiones simplistas. La materia es sutil y exige discernir con finura. Recordemos como una autoridad como Juan Clímaco (23) decía: Si, en tanto que hombre, encuentras defectos en tu guía, no hagas caso de ello; sigue sus preceptos, pues de otro modo no aprenderás nada.

Hay que ser pues prudentes a la hora de hacer juicios.

***

Para ver con claridad lo que puede llamarse la obra de Gurdjieff, hay que distinguir tres categorías de elementos:

1) Los fragmentos de la Tradición esotérica cristiana.
2) Algunos fragmentos de ciertas tradiciones musulmanas.
3) Sus ideas y creaciones personales.

Desde el punto de vista esotérico las dos últimas categorías no tienen interés, ni como contenidos ni como método de aplicación. Las aportaciones que hizo de tradiciones musulmanas pueden tener cierto interés artístico. Por lo que hace a la tercera categoría, su interés es nulo. Salvo la curiosidad que representa el “fenómeno Gurdjieff” tal como resultó posible en los medios cultos de nuestra época, en ciertos aspectos análogos al “fenómeno Rasputín”, aún más increíble y que sin embargo fue real.

Gurdjieff dejó una obra, publicada por sus discípulos, primero en inglés y luego en francés, con el título: ”Relatos de Belzébuth a su nieto” y subtitulado: Crítica objetivamente imparcial de la vida de los hombres. (24) La lectura de este “relato-río” “interplanetario”, recuerda las novelas de Mme. Krzanowska (Rochester), coronadas por la Academia Francesa, que eran muy apreciadas por la juventud rusa antes de la primera guerra mundial. Se trataba también de viajes interplanetarios, de excursiones al insondable pasado o hacia el futuro más allá del siglo XXI. ¡Qué riqueza de imaginación, qué oficio como escritor! Al lado de los Magos (Mages), de El Canciller de Hierro en el antiguo Egipto (Chancelier de Fer de l’ancienne Égypte), de La tela de araña (Toile d’araignée), y de muchas otras, el pobre Belzébuth es una triste figura.

La lectura atenta y fatigante de estas interminables páginas, nos muestran quizá unas cincuenta interesantes, relacionadas todas ellas con la primera categoría antes señalada. El resto es un amasijo abracadabrante de puerilidades como, por ejemplo, la descripción de extraordinarios aparatos físicos o la invención de piano de cola, apropiadas para muchachitos de diez años.

La comparación con las novelas de Krzanowska es también interesante porque mucho antes de la aparición de Gurdjieff en el horizonte de Moscú y Petrogrado, la escritora utilizó en sus novelas el tema de la “lucha de Magos”, así como el de los “Reflejos de la Verdad”, temas sobre los que Gurdjieff quiso crear sus dos “ballets”. Tentativa que no pasó de la fase de trabajos y ensayos preparatorios.

Hay dos obras póstumas en preparación. Sería ciertamente prematuro hablar de ellas.

Por lo que hace a la primera categoría de elementos aportados por Gurdjieff, cuyo valor es indiscutible y que constituye lo que hemos llamado su mensaje, fueron expuestos por Ouspensky en sus Fragmentos de una enseñanza desconocida. Volveremos a ello más adelante.

***

Gurdjieff murió de hidropesía en París, en octubre de 1949. La versión oficial indica que se le había extraído el líquido demasiado rápidamente, unos once litros de golpe, y que ello era la causa inmediata de su muerte. Sin embargo, Mme. Dorothy Caruso, viuda del célebre tenor, habla también de otra cosa en sus memorias. Su testimonio es interesante puesto que formaba parte de las admiradoras del difunto “taumaturgo”. Su relato no niega la hidropesía ni la extracción demasiado brusca del líquido. Pero habla de un accidente de coche sucedido relativamente poco antes de la muerte de Gurdjieff, y cuenta que “tenía costillas fracturadas, heridas en cara y manos, numerosas contusiones”, etc.

Se trataba, que yo supiera, al menos del tercer accidente automovilístico de Gurdjieff (25). ¿Era simplemente por la “ley del azar”, que puede pasar a todo mortal, o el efecto de causas profundas, idea que había aterrorizado a Ouspensky cuando el primer accidente en la carretera de Fontainebleau?

Recordemos al efecto las palabras del apostol San Pablo: No os engañéis: no es posible burlarse de Dios: Lo que el hombre haya sembrado, es lo que recogerá (26).

IV

Volvamos ahora de Gurdjieff a Ouspensky, en concreto a sus Fragmentos.
En esta obra, Ouspensky dio lo máximo de sí mismo. Pero, como hemos señalado, el punto débil de este trabajo está en su carácter demasiado personal y su estilo de reportaje. La verdad es que debería reescribirse eliminando todo lo que le da un aspecto subjetivo. Ganaría mucho reducido a la mitad. Pero hay más.
El mensaje transmitido por la Tradición esotérica tal como se expone parcialmente por Ouspensky en los Fragmentos, incluye todo un sistema de esquemas. Esquemas que fueron creados no se sabe por quién ni cuando, para facilitar a los estudiantes la comprensión de nociones y representaciones nuevas que exigen, para ser comprendidas y asimiladas, esfuerzos nuevos, difíciles por definición.
Esto implica otra dificultad.
Los estudios positivos se basan en el principio de información. De cada materia, el estudiante asimila cierta cantidad de datos exigidos por el programa. El trabajo creativo no es obligatorio. En la enseñanza esotérica, el trabajo de creación se requiere desde los primeros pasos. Sin esfuerzo creativo, esfuerzos conscientes, el estudiante nunca podrá llegar muy lejos. En este campo, como en los Institutos de investigación, se nos llama a conquistar el saber. El profesor expone la materia estrictamente en los  límites necesarios y suficientes para que el estudiante pueda ir más lejos y en profundidad por su propio esfuerzo creador.
No hay que olvidar que en materia esotérica el objeto de estudio y el estudiante son una sola cosa. Con el método de la observación introspectiva, el profesor introduce gradualmente al alumno en su mundo interior, en el que debe trabajar como lo hace un sabio en su laboratorio, ávido de nuevos descubrimientos.
No basta ciertamente con acumular informaciones. Se puede aprender de memoria el evangelio, por ejemplo, pero no por ello se convierte uno en un santo. Hay que ir hacia lo profundo. En materia esotérica, para penetrar el estudiante debe aprender a pensar como sacacorchos.

***

Es por ello que nos hemos quedado perplejos al ver el volumen de Fragmentos de una enseñanza desconocida. Desconozco quién preparaba finalmente la obra póstuma para la impresión. Sin entrar en el análisis crítico de pasajes de dudosa redacción, he comprobado que incluso determinados esquemas son defectuosos. Otros no aparecen para nada. No creo que el propios Ouspensky los haya deformado u omitido. En cualquier caso, nunca me lo había comentado.
La cuestión es importante. Tomemos por ejemplo el esquema adjunto, que es el más importante para alguien que aborda los estudios esotéricos. Veremos que no está completo y que, además, contiene errores de bulto. Veamos primero el diagrama tal como figura en los Fragmentos, con la leyenda que lo acompaña (pag. 289)

[N.T.: diagrama no disponible]

V … vida
H … un hombre, aisladamente considerado.
A … influencias creadas en la vida por la vida misma – primera clase de influencias.
B … influencias creadas fuera de la vida, pero arrojadas al torbellino general de la vida – segunda clase de influencias.
H1 … un hombre ligado por vía de sucesión al centro esotérico, o pretendiendo estarlo, ligado.
E … centro esotérico, situado fuera de las leyes generales de la vida.
M … centro magnético en el hombre.
C … influencia del hombre H1 sobre el hombre H; en el caso de un ligamen real con el centro esotérico, sea este directo o indirecto, se trata de una influencia de tercera clase. Esta influencia es consciente y bajo su acción, en un punto M que designa el centro magnético, un hombre deviene liberado de la ley del accidente (azar).
H2 … un hombre que se engaña a si mismo o a los otros, sin ninguna relación directa ni indirecta con el centro esotérico.

***

Digamos de paso que los diagramas del sistema, como la mayoría de textos y monumentos esotéricos, están concebidos de tal forma que esconden en sí mismos el medio o los medios para comprobar su autenticidad y mostrar los errores de “escribas y traductores”. Sin ello, su transmisión a través de los siglos y de civilizaciones extinguidas sería evidentemente imposible. Al mismo tiempo, estos medios de control dan al estudiante concienzudo la posibilidad de ir más allá del sentido aparente para captar el más profundo.
No es sorprendente. Este método está en la base de toda enseñanza esotérica, que exige de los estudiantes una atención particularmente intensa, prestada tanto al conjunto del monumento o del texto estudiado como a los pequeños detalles. Para verlo basta echar un vistazo, por ejemplo, al célebre bajo relieve de Eleusis, atribuido a Fidias, que representa la partida de Triptolemo, y que aquí reproducimos. En esta conocida escena, tantas veces descrita e interpretada, no se presta generalmente importancia al gesto de Perséfone que mantiene su índice intencionalmente curvado sobre el cráneo de Triptolemo.

¿Se puede verdaderamente pensar que nos es más que una fantasía del artista? Dado que no hay la menor duda de que el autor de esta obra maestra era un epopteo, es decir un iniciado en los grandes misterios de Eleusis.
Por lo demás, este gesto es la clave que permite acceder al sentido profundo del ícono. Señalemos que el término epopteo significa visionario; pensemos que según las enseñanzas orientales, la glándula pineal situada precisamente en el punto que con insistencia indica el dedo de Perséfone, debidamente desarrollado con los ejercicios apropiados, constituye el órgano de la clarividencia. Partiendo de esto, es posible descifrar progresivamente el sentido de otros detalles del cuadro para captar finalmente la significación profunda, la reservada a los iniciados, del conjunto de la composición (27).
Se dice que el evangelio es un libro cerrado por siete cerraduras; es decir que para llegar al sentido íntegro del conjunto, es necesario encontrar las siete llaves consecutivas que permiten abrirlo. Y la primera clave viene dada por las imágenes simbólicas que en los iconos acompañan a la de los evangelistas: Hombre, León alado, Toro y Águila. Estas mismas imágenes acompañan el Eneagrama, esquema de base incluido en los Fragmentos que condensa en él todo el sistema. Finalmente, encontramos los mismos símbolos en la armadura de Augusto y de los primeros emperadores romanos.
Los número 3 y 9, en los que se apoya el Eneagrama, al igual que todo el mensaje, se repiten en las tradiciones esotéricas del mundo entero. Recordemos, por ejemplo, el célebre muro de nueve dragones del palacio imperial de Pekín, la planta tradicional de las viviendas de ciertas tribus negras de Etiopía, o muchas otras referencias. Por lo que hace a Rusia, es sabido que los número 3 y 9 y 3 x 9, figuran en casi todos los antiguos cuentos populares (28). Igualmente, la liturgia ortodoxa está concebida en base de nueve puntos fijos, entre los que intervienen elementos variables según las estaciones, días, fiestas a celebrar, santos a venerar. La Catedral de San Basilio el Bienaventurado, erigida en el Kremlin en 1550-1560 por Iván IV el Temible en conmemoración de su victoria de Kazan; esta obra maestra de la arquitectura rusa creada por Barma y Postnik, representa un conjunto de nueve iglesias una junto a otra, coronadas por nueve cúpulas en forma de bulbo. No olvidemos tampoco que las ceremonias de los misterios de Eleusis duraban nueve días, y que Apolo Musageta presidia un conjunto de nueve Musas.

Volviendo al esquema objeto de nuestro análisis, pasemos a comentarlo: estas flechas representan las influencias creadas en la vida por la misma vida. Es una primera clase de influencias, llamadas influencias A. Podemos ver que las flechas negras cubren de forma casi igual toda la superficie del círculo de la vida. Como sucede con todas las fuerzas radiantes de la naturaleza, su efecto es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia; así, el hombre sufre sobre todo la influencia de las flechas de su entorno inmediato, y es arrastrado en cada instante por su momentánea resultante. La influencia de las flechas A sobre el hombre exterior es imperativa; empujado, errante por el círculo de su vida desde el nacimiento hasta la muerte.
El conjunto de influencias A forma la ley del azar, bajo cuyo imperio está la suerte humana. Pero si examinamos de cerca el esquema podemos ver que cada flecha negra se neutraliza al ser contrapuesta por otra en algún lugar, de igual fuerza y diametralmente opuesta, de forma que si se las neutraliza de forma efectiva su resultante sería cero. Esto significa que, en su conjunto, las influencias A son de naturaleza ilusoria aunque su efecto sea real; por esto, en general, el hombre las toma por la única realidad de la vida.
Centro esotérico situado fuera de las leyes generales de la vida.
Influencias B. Son las influencias arrojadas en el torbellino de la vida desde el Centro esotérico. Creadas fuera de la vida, estas influencias están representadas en el esquema mediante flechas blancas. Todas ellas están orientadas en la misma dirección. En su conjunto, forman una especie de campo magnético. Dado que las influencias A se neutralizan, las influencias B constituyen de hecho la única realidad de la vida.

Hombre, considerado aisladamente. Se representa en el esquema por un pequeño círculo sombreado. Significa que la naturaleza del hombre involutivo no es homogénea, es mezclada.
Si el hombre pasa su vida sin diferenciar las influencias A y B, la terminará como la empezó, es decir mecánicamente, movido por la ley del azar. No obstante, según sea la naturaleza y la fuerza de las resultantes del momento, bajo cuya égida estará sometido, puede que haga una brillante carrera, ser diputado, ministro, sabio, pronunciar discursos notables, escribir libros. Pero llegará al final sin haber aprendido ni comprendido nada de lo real. Y “la tierra volverá a la Tierra”.
En la vida, cada individuo está de hecho inmerso en una especie de pruebas de concurso. Si discierne la existencia de las influencias B, si se dedica a recogerlas y absorberlas, si aspira a asimilarlas cada vez más, su mezclada naturaleza interior empezará a experimentar poco a poco una evolución. Y si sus esfuerzos por absorber las influencias B son constantes y lo bastante vigorosos, podría formarse en él un centro magnético. Centro magnético representado en el esquema por la pequeña área blanca.
Si este centro, una vez nacido en él, es cuidadosamente desarrollado, tomará cuerpo y ejercerá a su vez una influencia sobre las resultantes de las flechas A, siempre activas. De manera que resultará una desviación. Esta desviación puede ser violenta. Constituye una transgresión de la Ley general de la vida, y provoca conflictos en el hombre y a su alrededor. Si pierde la batalla, sacará la conclusión que las influencias B no son más que una ilusión y que la única realidad que existe está representada por las influencias A. Poco a poco, el centro magnético que se había formado en él se reabsorberá y desaparecerá. Entonces su nueva situación será peor que la anterior, cuando apenas había discernido las influencias B.
Pero si resulta vencedor de esta primera lucha, su centro magnético, consolidado y reforzado, lo atraerá hacia un hombre de influencia C, más fuerte que él y con un centro magnético más potente. Así, por vía sucesiva, al estar aquél en relación con un hombre de influencia D, se verá religado al Centro esotérico E.

A partir de entonces el hombre ya no estará aislado en la vida. Seguirá, ciertamente, viviendo como antes bajo las influencias A que ejercerán su imperio aún durante mucho tiempo; sin embargo, poco a poco, gracias al efecto de la influencia en cadena B-C-D-E, su centro magnético se desarrollará más y más, y a medida que vaya creciendo escapará del imperio de la ley del azar para entrar en el dominio de la consciencia.
Si consigue este resultado antes de su muerte, podrá decir que su vida no habrá sido en vano.

***

Examinemos ahora el mismo diagrama, pero bajo un aspecto diferente:

Este segundo esquema, con los centros magnéticos en negro, representa el caso en que el hombre se equivoca al hacer la selección, y creyendo absorber las influencias B absorbe, las influencias A, las flechas negras que son en cierta forma paralelas a las flechas blancas de las influencias B.
Esto le pondrá además en relación con personas que poseen centros magnéticos de la misma naturaleza, que se engañan a sí mismos o a los demás, sin ningún ligamen directo ni indirecto con el Centro esotérico.

***
Un último apunte. ¿Qué garantía tiene el hombre para no equivocarse y caer en este segundo caso?
La respuesta es sencilla: hay que observar escrupulosamente la pureza del centro magnético desde el principio y a lo largo de toda su evolución.

***
La descripción hecha del esquema en cuestión no es exhaustiva. Hay la posibilidad de otros comentarios, y todos los que estudian asiduamente el Sistema podrán meditarlo y profundizar más lejos. Podrán darse cuenta de que el esquema contiene toda una serie de leyes de la vida humana, expuestas en los evangelios en forma de parábolas y alusiones.


V

El presente trabajo, necesariamente breve, no pretende hacer un análisis completo del “fenómeno Gurdjieff” ni de la obra de Ouspensky. El autor se sentirá muy satisfecho si sirve para animar a repensar sus impresiones o experiencias a los lectores o discípulos de uno y otro. 
Lo he escrito también pensando en mis propios alumnos de la Universidad de Ginebra que, desde hace tres años, asisten a mis clases sobre la Tradición esotérica en la Ortodoxia oriental.
Por mi parte siempre pensé, sobre todo después del accidente de 1924, que el caso Gurdjieff era un fracaso. ¿Le sedujo el dinero, las mujeres o el espejismo del “poder”? Evocaba en mí la imagen de un ángel caído. En ocasiones, me parecía también que buscaba resistencia, y no la encontraba…
Gurdjieff no tenía el don de clarividencia. En Constantinopla quiso enriquecer su “Instituto” asociándose a una célebre vidente, médium muy potente, esposa de un diplomático ruso. Desde el primer momento rechazó categóricamente cualquier colaboración con él.
Creo también que tras su primer accidente automovilístico, sin hablar de los otros, Gurdjieff no recobró totalmente sus capacidades físicas y morales. Y si admitimos que este accidente era ya resultado de desviaciones previas, ya que otros más siguieron produciéndose, hay que deducir que no superó nunca el espíritu de desviación.
Resumiendo, no era una “taumaturgo” como Cagliostro o Rasputín. Los auténticos taumaturgos de esta clase no mueren. Los matan. Gurdjieff no tenía esta talla; murió, como sabemos, de hidropesía.
¿Qué quiere?, decía con vehemencia a los recién llegados, ¿Quiere morir como un perro? Y esto para decirles acto seguido que había un medio de evitarlo, y que él tenía este método.
¿Lo evitó él mismo?
Por su parte, Ouspensky murió por un fallo renal. ¿Debido a qué? ¿Tomaba demasiado vino y alcoholes? En los años veinte, cuando a menudo venía de Londres a París, una cena con él proseguía obligatoriamente con una velada en Montmartre dedicada a la bebida.
Estos son los hechos. Y son hechos tristes. Porque la búsqueda esotérica ofrece un camino muy difícil, peligroso incluso. A medida que el discípulo avanza surgen ante él obstáculos y seducciones, prelesti en la Tradición ortodoxa. Tienen lugar en distintos planos y siempre de forma inesperada. Son pruebas. A veces tienen una apariencia agradable: mujeres, dinero, éxitos no merecidos con su consecuencia natural de orgullo y vanidad. Si así no tienen éxito, toman una forma desagradable, principalmente por intermedio de los más cercanos. Escrito está: El hombre tendrá el enemigo en casa… (29) Basta con caer en la trampa, donde se desaparece como en una trampilla, para que se tenga que volver a empezar de cero. Algo nada fácil. Y si la seducción era, al menos en apariencia, agradable, se abandona el camino recto para seguir el sendero del peligro… La ley es taxativa: no hay solución intermedia.
***

Una cuestión práctica: ¿cuál debe ser la actitud de los estudiantes hacia el “fenómeno Gurdjieff” y los Fragmentos de Ouspensky? Cualquiera que haya leído con atención nuestro escrito encontrará fácilmente la respuesta; en el primer caso hay que separar el mensaje del mensajero, y en el segundo, ir más allá de la información. El ejemplo antes citado demuestra que de esta manera se consigue descubrir y eliminar los errores.
Hay una fábula bien conocida en Oriente. Se dice que hay una raza de cisnes particularmente noble, la del Cisne Real. Y se cuenta que si se pone ante él un recipiente con leche sobre agua, separa la leche, la bebe, y deja el agua. Esta debe ser la actitud de los estudiantes.
En definitiva, aquellos que se han aprovechado, o que se aprovechan, del mensaje deben estar agradecidos al mensajero y a su intérprete. Si saben rezar, ¡que recen por su alma!

Traducción del francés al castellano Arturo Pousa




20- Fragments, pgs. 534, 535.
21- Ouspensky evitaba divulgar su presencia en Fontainebleau.
22- Fragments, pgs. 384, 385 y 371.
23- Doctor de la Iglesia, nació en Palestina hacia el 525 y murió el 605. Fue superior del monasterio del Monte Sinaí. Su obra principal es los Climaux o Escalera. De ahí le viene su sobrenombre. 
24- All and Everything, versión inglesa, y Ail und Alles, versión alemana. Versión francesa publicada en 1956, Paris, Ed. Janus, con 1.178 páginas.
25- Además del de 1924, tuvo otro en París en 1932, cuando Gurdjieff circulaba en coche con el Dr. L.R. Stjiernvall.
26- Gálatas, VI, 7.
27- Se cree que debidamente desarrollada, la glándula pineal toma una forma de bulbo. Es así que la tradición arquitectónica rusa da a las cúpulas de las iglesias su tan característica forma.
28- Cf., el interesante artículo de J. Polivka: “Les Nombres 9 et 3x9 dans les Contes des Slaves de l’Est”, en la Revue des Etudes Slaves, Paris, 1927, t. VII, pp. 217-223. Cf., igualmente Afanassieff, Représentations poétiques de la Nature chez les Slaves anciens (en ruso), en 3 vol., St. Peterburgo 1865-69.
29- Mateo, X, 36; Miqueas, VII, 6.