“Contempla, o Prithi, Mis formas.”
(Bhagavad Gîta. 11.5)
(...) El Pândava contempló entonces, en el cuerpo del Dios de Dioses, el Universo entero con múltiples diferenciaciones unido en una sola forma.” (Bhagavad Gîta. 11.13)
“En verdad, esta Mi Forma que acabas de ver (Arjuna), es muy dificil de contemplar.”
(Bhagavad Gîta. 11. 52)
La hipótesis moderna de que la consciencia y la vida proceden de la materia por evolución de la misma, y también el ser humano, que lo hace a partir de un tipo de simio que ha seguido una evolución transformista por adaptación temporal, se apoya en unos ejes principales que cabe examinar no sólo a través de la "lógica" materialista de la ciencia moderna, sino también de la física y la metafísica tradicional, cuya competencia al respecto en ningún caso ha devaluado aquella.
El primero de estos ejes es una concepción exclusivamente lineal, homogénea, uniforme y progresiva del tiempo, es decir, mecanicista, la única que podría concebir un desarrollo indefinido del ser vivo en una sola dirección y en una sola dimensión.
El segundo, una concepción confusa y puramente cuantitativa de la materia limitada a lo sensible, es decir, la materia “extensa”, separada e independiente de todo principio agente, plasmador y formativo.
Y otro axis, quizá el más curioso, es la creencia en un “azar” como substituto de una consciencia, voluntad o entidad creadora, azar que sería el responsable de la aparición de la vida química de la materia tanto como de las leyes naturales, de su evolución formal, siempre in crescendo, como de la consciencia misma. Nos centraremos de momento en estos tres puntos aunque sin duda podríamos encontrar más.