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viernes, 9 de febrero de 2018

DEL RETORNO A LA PATRIA ORIGINAL (MATRIZ PRIMORDIAL DE LA CREACIÓN) CON LA LLAVE QUE CIERRA Y QUE ABRE (parte I), por Ana Emilia Agüero de Chazal

William Adolphe Bouguereau, Madre Patria (1883) 
El alejamiento del Principio
El título de este texto, “El retorno a la Patria Original”, hace referencia al tema del “Retorno al Principio”. La idea de retorno o vuelta al principio supone que hubo un alejamiento previo, alejamiento que representaría una caída, un descenso desde una condición original.
Podemos considerar el concepto de alejamiento del principio desde diferentes escalas o niveles:
Desde el nivel más elevado, podríamos ver al Principio como aquel punto de partida de toda la Creación, llamado por los cabalistas la “cabeza” de la creación, representado en la letra iud. El principio estaría situado en ese punto crucial entre el paso de lo inmanifestado a lo manifestado, en ese paso entre el “No ser” y el “Ser”. Desde esta perspectiva el Principio es aquella Unidad Primordial de la que todo parte. Entonces todo el proceso de manifestación del mundo, la existencia misma, puede considerarse como alejamiento del Principio o una consecuencia de él. La etimología de la palabra existencia lo indica, “ex-estare” significa “estar fuera de”.
Existir es “estar fuera de” ese Principio que constituye el origen de todo, es estar fuera de la Unidad que ha partido del “No Ser”, el Ein Sof de los cabalistas. Por ello la existencia misma constituye un alejamiento del Principio, estando fuera de él.
Pero desde otro nivel o escala, ya dentro de este mundo, al Principio representado geométricamente en el centro del círculo, podemos considerarlo en relación con el centro sagrado, el corazón del mundo. Y dentro de este nivel considerarlo en correspondencia a los diferentes ciclos o edades.

  
El retorno al fundamento femenino de la Creación
El título de este texto, “El retorno a la Patria Original (Matriz Primordial de la Creación)”, pone en relación el tema del “Retorno al Principio” con un aspecto femenino del cual ha partido la Creación. Ese aspecto femenino íntimamente ligado al comienzo, a la Creación misma, está expresado ya en la primera letra con la que comienza la primera palabra del Génesis, Bereshit, que significa “En el Principio” o “En el Comienzo”. Esta letra es בּ bet, la cual simboliza nada menos que el útero original del cual parte toda la Creación.
Aquella letra בּ bet que presentamos en textos anteriores como el útero original donde se gesta la simiente divina de la que todo parte, esa simiente simbolizada en el punto localizado en su interior, el cual estaba en íntima correspondencia con la letra י iud, letra que representa “el principio de todo” según los cabalistas. Es que para llegar a esa simiente primera de la Creación hay que atravesar el útero, ese útero expresado en la בּ bet. Por ello mismo el “Retorno al Principio”, supone primero un “Retorno al Útero”, a esa Madre Primordial, expresada también en la séfirah Binah (1).
Recordemos que así como la letra bet בּ (cuyo nombre se dice בֵּת betבית bait o beit “casa”) de בְּרֵאשִׁית  Bereshit posee un punto en su interior que simboliza la simiente divina primera, y ese punto estaba ligado por correspondencia hologramática a la misma letra י iud en la palabra בְּרֵאשִׁית Bereshit. Es decir, así como la forma de la בּ bet cobija como una casa o un útero a aquella simiente expresada en el punto en su interior (daguesh); por una parte lo mismo sucede con su nombre בית “bait” que significa casa, donde el punto en el interior de la בּ es expresado en la letra י iud (entre בֵּ la bet y  la ת tav). Igualmente esa idea se repite en la estructura de palabra בְּרֵאשִׁית  Bereshit, ya que la primera y la última letra en ella (la בּ bet y la ת tav) son la primera y última letra del nombre de la bet que envuelven a la palabra ראש rosh “cabeza” y a la letra י iud; señalandonos que la cabeza de la creación representada en la letra iud, está contenida en la matriz que expresa la letra בּ bet. Como podemos observar esa idea se repite hologramáticamente tanto en la forma de la letra בּ bet, como en la forma y significado de su nombre בית “casa” o en la misma palabra בְּרֵאשִׁית  Bereshit que la contiene. La forma de la letra bet (o bait), se presenta como un holograma de su propio nombre y de la misma palabra Bereshit.

בּ
בּית
בְּרֵאשִׁית

O sea, para retornar al Principio, aquella simiente cabeza de la creación expresada en la letra י iud, hay que regresar al útero del Comienzo donde esa simiente se gestó, aquella Matriz de la que surge toda la Creación expresada en la letra בּ bet de Bereshit. Por ello, cuando meditamos sobre el retorno al principio debemos dirigir nuestra atención a la primera palabra del Génesis, “En el Principio”, Bereshit, especialmente a su primera letra, la cual simboliza el fundamento femenino de la Creación. Podemos entender entonces el “Retorno al Principio” como un “Retorno al útero” (2).
El Útero es la puerta a través de la cual que se retorna al Principio, por ello se dice que la Shekinah, quién representa el aspecto femenino de la Divinidad es la mediadora perfecta entre Dios y los hombres, entre los hombres y Dios. Y solo se llega hasta Dios por medio de la Shekinah, misma función cumple la Virgen en el Cristianismo, quien porta en su útero la simiente divina que trae la “Salvación” Yeshua.


La caída adánica y el exilio del pueblo de Israel entendidos como un alejamiento del Principio
El relato bíblico sobre la caída adánica con la consecuente pérdida del paraíso nos habla del alejamiento del Principio, pero a dicho alejamiento podemos considerarlo en diferentes escalas o niveles:
La caída adánica con la expulsión del Jardín del Edén, representaría desde la perspectiva más amplia y elevada, más universal, la partida del alma de su patria original celeste al venir a encarnar en el mundo manifestado; como también, desde otra escala menor, ya en el interior de este mundo, representaría la pérdida (3) de su centro sagrado.
El tema del alejamiento del Principio, se presenta igualmente en el relato del exilio del pueblo de Israel. Y tal como a la caída adánica, podemos considerarlo desde el nivel más elevado como la partida del alma de aquella patria original en la que se encontraba como al abrigo de una madre antes de venir a este mundo manifestado; así también en otro nivel inferior representaría la partida o pérdida de la patria original en el mundo, el centro sagrado supremo que deviene entonces perdido en el sentido inaccesible u oculto.
El alma cuyo origen pertenece a otro mundo, es decir, un mundo de naturaleza celeste, cuando viene a encarnar a este mundo físico “cae”. La encarnación misma representaría una caída desde un “territorio” espiritual hasta otro mundo de naturaleza material, llamado en la cábala el Mundo de Abajo, el cual se encuentra sometido a las leyes del rigor que dominan la materia. En dicho mundo el alma con su naturaleza espiritual se siente extranjera y aprisionada, tal como lo describe el tema de la expulsión del Edén o del Exilio del pueblo de Israel cuando es encarcelado en Egipto. Así como el alejamiento del Principio se encuentra expresado en el tema del Exilio del pueblo de Israel y su encarcelamiento en Egipto, el Éxodo estaría en correspondencia por lo tanto con el tema del retorno al origen.


El pecado comprendido como alejamiento del Principio y el arrepentimiento de los pecados como un retorno a él
Si entendemos el tema de la caída adánica como un alejamiento del principio, entonces el tema de la redención está en relación con el retorno a aquel mismo principio. Y este retorno es considerado (al igual que el alejamiento o caída) en diferentes niveles o escalas. Por esto el Zohar nos habla de dos niveles de teshuvah “retorno”: La teshuvah superior y la teshuvah inferior.
La teshuvah superior representa la liberación total, porque supone el retorno del alma a su patria original ligada a la Shekinah de arriba, representada en Binah; y a la teshuvah inferior es una liberación parcial y en relación al retorno al centro sagrado del mundo, asociado con la Shekinah de abajo representada en Maljut.
Teshuvah se entiende comúnmente como un “arrepentimiento de los pecados”, pero literalmente significa “retornar”. Es bueno destacar en este sentido que la palabra hebrea jet “חטא” (jet, tet, alef) se traduce como "pecado", pero viene del verbo להחטיא leajti, que significa "errar al blanco". Podemos entender la palabra jet en este sentido de errar al objetivo o al centro, como un alejamiento del principio, ya que ese centro del cual nos desviamos representaría ese principio. Por ello, la teshuvah como arrepentimiento de los pecados, significa “retornar al origen” del cual partimos y nos alejamos, aquello mismo que significa el pecado entendido como desvío de la meta o centro.
Desde esta perspectiva, podemos decir que el pecador en realidad es un ser que se ha "desviado" de su centro, encontrándose en diáspora o exilio con respecto a él. Podemos comprender a ese centro como el centro sagrado del hombre, simbolizado en las diferentes culturas en el corazón. Tal descentramiento implica un alejamiento de la esencia íntima del ser humano, de ese punto que posibilita su comunicación con las esferas supraindividuales.
Podemos encontrar una correspondencia simbólica en la flecha que ha errado al blanco desviándose, alejándose del objetivo errante y sin rumbo por el espacio. Aquí hay una relación entre el errar al blanco, aquello que alude la palabra jet (que se traduce como pecado) y la errancia sin rumbo. Esta relación la vamos a encontrar en la leyenda de Caín, quien mató a su hermano Abel y luego es condenado a vivir errante en el mundo, aquí es donde aparece la palabra jet en la torah por primera vez. Pero también vamos a encontrar dicha relación en la historia de la destrucción del templo de Israel debido a los pecados de los hombres, cuya consecuencia directa es el exilio del pueblo, la errancia sin rumbo.
El Zohar manifiesta que el pecado separa, o sea, crea distancia con el principio. Por ello cuando el templo de Israel es destruido debido a los pecados, la Shekinah se ve separada de Dios al retirarse del lugar que representaba el polo espiritual (centro sagrado del mundo), el cual cuando estaba habitado por ella aseguraba el matrimonio entre el cielo y la tierra. Pero cuando la Shekinah abandona el lugar del polo con la comunidad de Israel (debido a los pecados de los hombres), entonces permanece errante (y el centro sagrado deviene perdido en el sentido de oculto, aquello que representa la destrucción del templo como la pérdida del Arca de la Alianza) y la comunicación directa entre lo celeste y lo terrestre se interrumpe. La Shekinah habitando el tabernáculo del templo de Jerusalém, permitiendo la conexión entre el cielo y la tierra, es una correspondencia en algún nivel del hombre habitando su propio tabernáculo (simbolizado en el corazón), permaneciendo en relación directa con el cielo.
El desvío del ser humano de su condición central representado en su “estado primordial”, se corresponde en una escala más amplia con el alejamiento y la pérdida del centro sagrado del mundo, aquello que también representa la caída adánica con la consecuente pérdida del Gan Éden, otro símbolo del centro sagrado perdido.
El pecado representa un desvío, un alejamiento del principio, de nuestra naturaleza original; y el arrepentimiento de los pecados que implica la teshuvah, un retorno a aquel principio. Por ello, Cristo nos dice que hay que ser como niños, porque de ellos es el reino de los cielos. Esta expresión guarda el significado de “vuelta al origen”, en el sentido de “rejuvenecerse” como una renovación del ser.
En este mismo sentido de retorno al origen como renovación del ser, podemos mencionar al término "sacudirse" להתנערleitnaer, que se utiliza en la Torah para referirse a la Shekinah (entendida como la comunidad de Israel) cuando se pone en camino a su centro sagrado y se sacude el polvo del desierto por donde deambula "errante". Esta palabra, leitnaer, lleva la partícula נער naar, que significa "joven", y por ello, puede leerse también como "rejuvenecerse" advierte el Zohar.
Rejuvenecerse, volver a ser como niños en palabras de Cristo, significa tomar el camino de retorno, lo que implica la teshuvah, "retornar al origen". El origen del cual hemos partido, es por una parte aquella situación primordial o ideal del hombre, la cual representa el centro de nuestra humana condición, y es relacionada con la ubicación de éste en el centro del mundo, es decir, su patria original en el mundo. Esta situación del hombre es anterior a su caída dentro de este mundo, o sea, en este nivel la caída está relacionada con la pérdida de la condición central del ser humano y la consecuente pérdida del centro sagrado del mundo.
Volviendo a la expresión “ser como niños” en relación al retorno al principio, podemos mencionar también que en el Zohar se les llama “los niños” a los cabalistas, los hombres que se ocupan de estudiar ese sentido esotérico, interior de la Torah, aquello que trata el Zohar. Porque es en el sentido esotérico, interior de cada tradición donde se oculta la luz de la verdad. Por ello afirma también el Zohar que, solo a través de la verdad Israel será liberado de su último exilio. El Retorno al Principio implica un retorno a la luz de la Verdad.
En la escala más elevada, ese rejuvenecerse en el sentido de vuelta al origen, en el sentido de volver a ser como niños, es un retorno a aquella patria original del alma anterior a su venida a este mundo, y por lo tanto anterior a la propia condición humana. Aquella patria original que representa la Madre Primordial que nos ha parido a la existencia, aquella donde se encuentra el origen de nuestra alma. El retorno al origen en este nivel es un camino de regreso a su propio útero, a esa simiente divina primera anterior al pecado original que representa la caída. En este nivel la caída se relaciona con “estar fuera de”, con el ser paridos fuera de aquel útero primordial para venir a la existencia. Esa Madre primordial llamada en la cábala Binah, es llamada también el Éden o “jardín de las almas”.
Este origen o principio al cual debemos retornar, está representado geométricamente en el centro del círculo, y ponernos en camino hacia él significa regresar de la circunferencia al punto central del círculo, esa es la dirección del retorno. Cuando hemos ocupado nuestro propio centro sagrado, retornado de la periférica de la existencia al lugar de nuestro polo espiritual (tanto en el hombre como en el mundo), ese punto que nos conecta en vertical ascendente con el cielo, es también aquel punto que representa el propio principio.


La teshuvah como retorno al origen
Dijimos que la palabra hebrea תשובה teshuvah es entendida comúnmente como un “arrepentimiento de los pecados”, pero que literalmente significa תשוב tashub “retorno”, indicando en otro nivel de significación más elevado, un retorno al origen.
El Zohar nos explica que תשובה  teshuvah es תשוב ה (tashuv he) retornar a la ה, la he del Nombre Inefable (יהוה). La primera ה corresponde a la teshuvah superior y la última ה a la teshuvah inferior; la primera ה está asociada a Binah, la Shekinah de arriba, y la segunda ה a Maljut, la Shekinah de abajo (4). Esto significa de algún modo que hay dos escalas o niveles de retornos: el de la teshuvah inferior relacionado con Maljut, y el de la teshuvah superior relacionado con Binah. También debemos tener en cuenta que la letra ה he es femenina y posee la forma de una puerta, esa puerta está relacionada con un lugar del cual hemos partido y al cual debemos retornar.
Por lo tanto, hay un retorno inferior relacionado con Maljut, el cual está referido al centro sagrado del mundo; y un nivel de retorno superior referido a Binah. El primero es parcial con respecto al segundo, ya que el segundo nivel de retorno representaría la “gran liberación” relacionada con el tema del jubileo, la vuelta al útero de aquella Madre Primordial que mencionamos antes, la Shekinah superior.


Existe una rosa y existe una rosa
Hemos hablado al principio de la Shekinah, pero hemos mencionado ahora a una Shekinah de arriba relacionada con Binah, y a una Shekinah de abajo relacionada con Maljut. Este misterio de la Shekinah está expresado en la frase el Zohar “Existe una rosa y existe una rosa”.
El Zohar que trata el aspecto esotérico, interior, de la Torah, comienza con un verso del Cantar de los cantares, porque este poema de amor constituye el “secreto de los secretos” de la Torah, su parte más sagrada, kodesh ha-kodashim o Sancta Sanctorum. El Cantar de los cantares relata una historia de amor entre el rey Salomón y la Sulamita, los cuales expresan la relación entre Dios y la Shekinah.
Esta frase con la que comienza el Zohar es:
2:2 Como una rosa entre las espinas, así es mi amada entre las doncellas.
La expresión “una rosa entre las espinas” se refiere a la Shekinah inferior ligada a Maljut, las espinas representan el rigor que existe en este mundo, donde conviven la misericordia con el rigor (la rosa y las espinas); por ello en este nivel la rosa se encuentra en su estado de knut “pequeñez”. Pero la expresión “una rosa” se refiere a la Shekinah superior representada en Binah, la Madre primordial, aquí no existe el rigor, por eso no se mencionan a las espinas, aquí todo es Misericordia, la rosa es en su estado de gdalut “grandeza”.
 El verso anterior del Cantar de los cantares, dice así:
2:1 Yo soy la rosa del Sarón y el lirio de los valles.
En esta frase se traduce jabatzelet como rosa y shoshana como lirio, pero en realidad ambos nombres son sinónimos que significan rosa. Por ello como expresa el Zohar “Existe una rosa y existe una rosa”, la Shekinah de Arriba y la Shekina de Abajo.


La Shekinah como Makom “lugar” junto a Dios
La Shekinah es considerada el aspecto femenino de la Divinidad. El nombre Shekinah está ligado a la idea de “residencia” o “morada” al contener la raíz del verbo shakan que significa: habitar, morar, residir. Por esta razón la Shekinah se encuentra también unida a la idea de espacio, de “lugar”, Makom, de lugar sagrado en el sentido de morada de la divinidad en el mundo; y por ello, se presenta en relación por ejemplo: con el Arca de la Alianza, como con el templo, el centro sagrado, o con la misma comunidad de Israel (5) perteneciente a él.
Así mismo en la escala más alta se encontraría unida a la idea de lugar entendido como residencia de la Dios en el Cielo. Y en ésta escala podemos considerarla también en relación al útero primordial de la Creación donde se gesta el comienzo, representado en la misma letra בּ bet con la que comienza Bereshit “En el Principio”.
 En un primer nivel, el espacio sagrado asociado a la Shekinah está circunscripto a nuestro mundo, relacionado siempre con el centro sagrado y por lo tanto con la Sekinah de abajo, ligada a Maljut, por lo cual es también llamada “la presencia divina que habita entre los hombres”. Pero en la escala mayor, más universal, este espacio asociado a la Shekinah que está expresado en la letra bet de Bereshit, es también en cierto punto el espacio que nos presenta el concepto de tzim-tzum (6) “retracción”, cuando describe el movimiento que da origen a la Creación como una retracción de ese Dios infinito que todo lo ocupa representado en el “Ein Sof”, con el fin de dejar un lugar libre donde se manifiesta la Creación.
En ese movimiento con el que todo comienza, Dios contrae parte de su luz para dejar un lugar libre para la Creación, cuando ese espacio es fecundado luego por un rayo que parte de la concentración de su luz. Ese espacio que ha dejado libre con su retracción para luego fecundado con un rayo de luz, simboliza de alguna manera la matriz o el útero primordial de la Creación. Y porque sin ese Makom “lugar” no es posible que la Creación se manifieste, es que ella depende de la Shekinah, y por eso la Shekinah cuida de la Creaciòn como una madre cuida de sus hijos, nos advierte el Zohar.
“…la Creación es obra de la Shekinah y ésta se ocupa como una madre de sus hijos”.
Ese espacio que nos describe el tzim-tzum, de donde va a partir la Creación, es también el espacio que expresa la arquitectura de la palabra בְּרֵאשִׁית Bereshit, como la misma letra בּ bet con la que comienza. Porque esa concentración de la luz de Dios que describe el tzim-tzum es expresada en la palabra ראש rosh “cabeza” de Bereshit, y le lugar libre que deja para luego fecundar con un rayo de su luz, es expresado en la palabra בית bait “casa”, la que envuelve a la palabra rosh “cabeza”; en tanto que el fruto de la fecundación de este espacio es simbolizado en la letra י iud (entre la ב bet y la ת tav) dentro de bait; como también este espacio fecundado es representado en la forma con la letra בּ bet con la que comienza esa palabra, la cual cobija el punto luminoso del comienzo en su interior, como una casa o útero.
El espacio relacionado con la Shekinah, es también el espacio al que se refiere la palabra makom “lugar.” Y tengamos presentes que en todos estos ejemplos la palabra Makom se relacionará con distintos nombres que comienzan con la misma bet de Bereshit y expresan la idea de morada de la divinidad morada de la Divinidad en el mundo.
La palabra Makom “lugar” se menciona en el Génesis 28 en el relato del sueño de Jacob (sobre la escalera que une el Cielo con la Tierra), para referirse nuevamente a la Shekinah en relación con la idea de residencia de la Divinidad:
28:11 Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar.
Tengamos en cuenta que la palabra Makom aquí indica el lugar donde Jacob pone la piedra sobre la cual apoya su cabeza, el lugar que señala la piedra es donde más tarde levantará un altar, dicho lugar pasará a ser llamado más tarde por Jacob con el nombre Beit El “Casa de Dios”.
28:16 Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta». 17 Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombroso es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!»
 Podemos observar que la palabra makom hace referencia a Beit El “Casa de Dios”, nombre que Jacob dará a esa ciudad porque como él afirma “el Señor está en este lugar”, la palabra Makom indica entonces la residencia de la divinidad, la Shekinah.
El nombre Beit El “Casa de Dios” no solo comienza con la misma letra bet de Bereshit, sino que también expresa la misma idea que presenta la forma de la letra como en la forma de su propio su nombre בית, la idea de morada de la divinidad, al representar el útero que contiene la simiente divina de la que todo parte.
 Por otra parte el nombre de esta ciudad, Beit El, “Casa de Dios” se relaciona también con Beit Lejem “Casa del Pan” (7) como morada de la divinidad, ya que allí nace el Mesías en el Cristianismo. Guénon afirma que Beit El pasará a llamarse Beit Lejem “Casa del Pan” más tarde, y lo que reforzaría dicha conexión entre estas dos ciudades (entre otras razones muy significativas) es que Beit El “Casa de Dios ” posee la misma guematría de Betulah “Virgen” 443, aquella que da a luz en Beit Lejem al Mesías, quien representa a la simiente divina, siendo entonces la idea de morada de la divinidad inherente también a la Betulah (8) (como lo confirma su propio valor guemátrico 443).
Y así como Beit El comienza con la misma letra bet de Bereshit, aquella que representa al la Shekinah como morada de la divinidad desde el Principio, igualmente es la misma letra con la que comienza Betulah “Virgen” y Beit Lejem “Casa del pan”, como mencionamos antes. Estos tres nombres: Betulah, Beit Lejem Beit El, intimamente ligados entre sí y que  representan la idea de residencia de la Divinidad en el mundo relacionada con la Shekinah, comienzan con la letra bet que representa a la Shekinah desde el Principio del Génesis con Bereshit.
Estos tres conceptos, Betulah, Beit Lejem Beit El, representan la idea de residencia divina en el mundo, relacionándose a la Shekinah de abajo, ligada a Maljut. Y comienzan sus nombres con la bet de Bereshit que representa la idea de residencia de la divinidad en la otra escala, la de la Shekinah superior relacionada con Binah (9). Hay aquí nuevamente una mención a la Shekinah de abajo y la Shekinah de arriba.
Por otra parte recordemos que ambas esposas de Jacob, Lea y Raquel, están relacionadas en el Zohar con la Shekina superior la primera, y con la Shekina inferior la segunda; y en algún punto la escalera ha de simbolizar la conexión de ambas, porque se eleva desde la ciudad llamada luz que pasará a ser nombrada Beit El, hasta el lugar de la residencia de Dios en el Cielo.
La expresión Ha-Makom “el lugar” se suele utilizar para señalar el lugar de residencia de Dios en el cielo, por ejemplo cuando se dice que la Shekinah residía en el kodesh hakodashim o Sancta sanctorum, donde estaba el Arca de la Alianza y desde allí establece un vínculo directo con Ha-Makom. Podríamos ver también como en la imagen de la escalera de Jacob a la Shekinah de abajo unida en vínculo directo con la Shekinah de arriba representada en la expresión Ha-Makom; o también ver en ello la Jerusalem terrestre unida a la Jerusalem celeste.


El doble atributo macho y hembra del Adam primordial y la Divinidad
El aspecto femenino de la Divinidad está ligado también al nombre Elohim, el nombre de Dios relacionado con la Creación (10).
“He aquí por qué al principio del Génesis no es sino Elohim quién representa a la Shekinah: porque todo lo que ha sido creado, desde las Hayyot y los Serafines hasta el más pequeño de los gusanos, vive en Elohim y por Elohim.”
Con respecto a este último párrafo citado del Zohar, podríamos advertir que en el principio del Génesis la Shekinah está representada, pero aún antes de Elohim, “En el Principio” mismo, con Bereshit, a través de la primera letra de la primera palabra con la que comienza el Génesis, la letra bet o bait “casa”; la cual simboliza el útero o en vientre donde se gesta la Creación, el primer tabernáculo de Dios al contener la simiente divina de la que todo parte (11).

Makom “lugar” aparece también en el Éxodo 33:21:
“Y dijo aún el Señor: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña…” 
Aquí la expresión Makom que parece estar indicando al aspecto femenino relacionado con la Shekinah, está ubicado junto a Dios, al lado de Dios.
A este doble aspecto masculino y femenino de Dios, ubicado uno al lado del otro, parecen hacer referencia las frases del Génesis 1: 26 “Y dijo Elohim hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”. 27 “Y creó Dios al hombre (Adam) a su imagen, a imagen de Dios lo creó; macho y hembra lo creó”. De allí que el Adam primordial contenga este doble atributo macho y hembra como el mismo Dios. Por ello cuando el Adam es separado, la mujer sale de una costilla de él, es decir, de su costado. Porque estos dos aspectos tanto en Dios como en el Adam primordial son compañeros y están uno al lado del otro. Y por esto Dios ordena a Adam en el Génesis 2: 24 “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” una sola carne como en el Principio.
“Las Sagradas Escrituras dicen: varón y hembra los creó (Gen. 5:2). De esto deducimos que toda figura que no represente al varón y la hembra no se parece a la figura celestial…Tened presente que el Santo, bendito sea, escoge por residencia allí donde el varón y la hembra están unidos”
“El varón solo no merece el nombre de hombre sino está unido a la mujer. Por esta razón dicen las sagradas escrituras y les puso por nombre Adam”.
(Zohar I, 55b).


El matrimonio divino del Comienzo que se festeja en shabat y su relación con el misterio de la Unidad de Dios y el septenario
La palabra בְּרֵאשִׁית Bereshit “En el Principio” expresa el matrimonio divino que da origen a la Creación; ese matrimonio se produce cuando la palabra בית bait “casa” que representa al aspecto femenino (la Madre), envuelve a la palabra ראש rosh “cabeza” que representa el aspecto masculino (el Padre), lo envuelve en un abrazo de unión que simboliza un matrimonio del que resulta la palabra בְּרֵאשִׁית Bereshit, “En el Principio” de la Creación. Señalandonos que el Comienzo de todo es a partir de un matrimonio que pone en unión ambos aspectos, matrimonio del que nace el germen divino del Comienzo.
Esos dos aspectos masculino y femenino entrelazados en Bereshit simbolizan el matrimonio entre el Rey y la Shekinah, o entre Dios y la Matrona (12). Matrimonio ligado tanto al misterio de la Creación, como al gran misterio de la Unidad de Dios.
Ese matrimonio divino que se festeja en Bereshit, es al cual se retorna en shabat, el séptimo día de descanso. Se dice que solo en shabat la unión íntima del hombre con su mujer es bendita al ser ésta una correspondencia simbólica del matrimonio de Dios con la Shekinah, la cual es llamada la novia del Shabat, y a través de esa unión los esposos participan con Dios de la Creación, advierte el Zohar. Porque en el shabat se festeja un retorno al Principio, ese Principio expresado en el Génesis y la palabra Bereshit a través del septenario, forma que se repite tanto en las seis letras que conforman Bereshit, como en la primera frase encabezada por esa palabra y en el primer relato encabezado por esa frase, que narra los seis días de la Creación y el séptimo de descanso.
Por ello debemos comprender al shabat como un retorno al principio entendido como el centro de los seis, los cuales simbolizan todos los contrarios que han partido de él, centro representado en el siete, es allí donde reina la paz del descanso a la que se refiere el shabat, al ser el lugar donde todos los opuestos se equilibran en armonía. Aquel lugar de la Paz que simboliza el séptimo día, es el centro del septenario, el punto de conjunción del plano horizontal de la cruz tridimensional (que señala los cuatro puntos cardinales) el cual representa el aspecto pasivo femenino, con el eje vertical (que señala la dirección arriba y abajo) que representa el principio masculino; ese centro de la cruz tridimensional que simboliza el shabat, es el lugar del matrimonio, es decir, de la conjunción en equilibro de los dos aspectos, masculino y femenino, que conforman una Unión relacionada con el misterio de la Unidad de Dios.

La Perfección de la Paz
El descanso al que se refiere el séptimo día, el shabat, es en realidad la paz identificada con el centro del septenario, el lugar del cual todos los opuestos han partido y al cual finalmente regresan, allí donde se equilibran y armonizan retornando a su estado original de perfección.
Esa paz expresa el estado de perfección de algo que está completo, íntegro, pleno, acabado. Por eso שלום shalom “paz” posee la raíz de la palabra שלם shalem que significa lleno, íntegro, pleno, completo; por tanto  שלמות shlemut “perfección”, “completitud”, “integridad”, “plenitud” tiene esa misma raíz שלם ( shin-lamed-mem) de Paz Shalom (13).
La unión íntima de los esposos en shabat que evoca el matrimonio de Dios con la Shekinah (14), es una correspondencia simbólica de ese estado de completitud, de perfección que significa el ser pleno, completo, íntegro como el Adam primordial que contenía ambos atributos masculino y femenino a la vez a imagen y semejanza de Dios. Ese es el estado de Paz que evoca el shabat simbolizado en la unión de los esposos, los cuales forman una Unidad, retornando al equilibrio original.
La paz del shabat representa la perfección o completitud del estado de “unión plena” que se expresa en la Unidad representada en el centro del septenario, cruz tridimensional. Y esa Unidad se simboliza a través de un Matrimonio entre los principios masculino y femenino, aspectos opuestos que se armonizan en el corazón de la cruz a través del punto en que se unen la vertical con la horizontal. La “unión perfecta” de ambos principios puestos en “matrimonio” revela la esencia más pura e íntima del Amor. Por ello ejad “uno” y ahabah “amor” en hebreo responden al mismo valor, 13, compartiendo la misma escencia.
Esa Unidad de Dios que festeja el matrimonio divino, expresa su “naturaleza” más íntima a través del Amor, porque el amor es aquello que une a los seres, y la unión en su grado más elevado es en la Unidad misma que representa a Dios. El Amor es el que ordena toda la Creación y la sustenta, siendo más pleno y fuerte cuando es más próxima la criatura a se encuentra de Dios, en tanto que más debil cuando son más lejanos los seres del Señor, y esa debilidad o ausencia del Amor (aquello que une) es lo que separa, por eso se dice que el pecado crea distancia y que el Satán separa.
La Perfección que viene asociada a la Paz que mencionamos, incluye en su categoría a la Verdad y la Belleza. Porque cuanto más bello o verdadero algo es más perfecto y armónico, donde todo encaja y ensambla sin ningún obstáculo. O podemos decir también que más real o verdadero es algo cuanto más bello o perfecto. Y el estado más verdadero o pleno que expresa la Paz es justamente el Amor que representa la unión perfecta, la Unidad misma.

Las sucesivas retracciones de la Luz de Dios a través de los cuatro mundos

Todas estas categorías que mencionamos, el Amor, la Paz, la Perfección, la Belleza y la Verdad, las cuales forman parte de una misma esencia que se expresan en su grado más elevado y pleno en Dios, representan la naturaleza de las bendiciones que deben descender del Mundo de Arriba hasta el de Mundo de Abajo, cuando el Cielo y la Tierra están en conexión, solo entonces la misericordia desciende desde el primero y disuelve los rigores a los que está sometida la segunda. Porque el principio masculino está asociado a la misericordia y a la columna derecha del árbol de la vida, como a la parte superior de éste, el cual representa el Mundo de Arriba; mientras que el principio femenino está ligado al rigor y a la columna izquierda del árbol, como a su parte inferior.
Si Maljut, el mundo, está sometido a esos rigores, es por la distancia que lo separa de Dios, la cual es ausencia de Luz; allí mismo donde hay un lugar vacío que no ocupe la luz de Dios, es donde habita la oscuridad y tiene espacio libre el mal para actuar. Por ello ese lugar que surge de la concentración de la luz de Dios con el tzim-tzum siempre debe ser fecundado por un rayo de su luz, y eso es lo que representa la unión o matrimonio del Cielo y la Tierra en cierto nivel.
Volvimos al concepto de tzim-tzim, esa luz de Dios que se contrae, sufre varios niveles de tzim-tzumim “retracciones”. Estas distintas gradaciones de la luz que nacen de esas sucesivas concentraciones (15), podemos entenderlas a través de la imagen del Árbol de la Vida con los cuatro mundos que lo componen: Atzilut, BriahIetzirahAssiah; siendo la parte superior de los cuatro mundo, Atzilut (formado por  Keter, Jokmah y Binah), donde se encuentra la mayor concentración de la luz de Dios; haciéndose cada vez menos potente a medida que desciende a través de esos cuatro mundos, hasta llegar al último nivel, Assiah donde se encuentra Maljut.
Esa luz va disminuyendo hasta llegar al nivel de Maljut, y ante la carencia de ella, es la oscuridad que toma terreno. Por ello éste mundo físico que está bajo el dominio de las leyes el rigor que rigen a la materia, debe estar en comunión con el cielo que lo fecunda, suavizando de este modo esos rigores y estableciendo con ello la Paz (16).



NOTAS: 
1- Recordemos que así como la bet cobija en ella ese punto que expresa la simiente primera representada a su vez en la iudבינה Binah puede leerse בן יה Ben Iah, que significa “hijo de Iah” (las dos primeras letras del nombre יהוה) afirma el Zohar. O sea que Binah, igual que la palabra Bereshit, como la misma letra con la que comienza, la bet, nos advierte que aquella matriz primordial con la que comienza la creación está albergando en ella la simiente divina que viene del Padre, expresada en la letra iud. Por eso Binah, llamada la Madre Primordial, está conteniendo dentro de ella al hijo de Iah, como lo presenta también la palabra Bereshit y la misma letra בּ bet con la que comienzan ambas palabras.
La letra י iud tanto simboliza esta simiente divina que representa al hijo, la cual sin embargo es la simiente que viene del padre, por ello también la iud es llamada “la gota de semen” por los cabalistas. Lo que vemos aquí, es que si bien tenemos un principio femenino representado en la letra bet como matriz primordial o en la palabra Binah, llamada la Madre, hay en ella tanto participación del Hijo representado en esa simiente divina dentro de ella, como del Padre. Por lo cual debemos entender esa matriz primordial que nos presenta la palabra Bereshit como la letra bet con la que comienza, como una matriz que ha sido fecundada por el principio masculino y no se encuentra vacía. Si se encontrara vacía entonces no describiría un matrimonio, porque del principio femenino solo no surge ninguna creación, ninguna vida si no se encuentra en matrimonio con el masculino. Por eso el Zohar nos dice que Dios solo toma como residencia allí donde el macho y la hembra están unidos.
2- De allí que a la Shekinah, o la Virgen representante en el Cristianismo de ese fundamento femenino de la Divinidad, se la presente siempre como “la mediadora perfecta” para llegar a Dios. Y así como la Creación nace de un útero primordial, la Salvación igualmente debe partir de la idea de útero, por ello el Mesías viene a través de la Betulah “Virgen” palabra que posee la guematìa del nombre Beit El “Casa de Dios” 443. Porque el retorno al principio debe ser a través del útero, si la Creaciòn parte de él, por la tanto la Salvación representa un retorno al principio a través de él también.
3- Decimos pérdida en el sentido de ocultación. El centro sagrado, representado en aquel Paraíso perdido, es “perdido” al devenir oculto al hombre debido al alejamiento de éste del principio. Es oculto para el hombre dentro de su situación de caída, lo que supone una pérdida virtual y transitoria.

4- Si colocamos el Nombre de Dios יהוה (iud-he-vav-he) en sentido vertical, Entonces tenemos que él abarca todo el árbol de la vida. La segunda he se corresponde con Maljut, la vav (que vale seis) con el nivel de la seis sefirots que van de Maljut a Binah, en tanto la primera he se corresponde con Binah, y la iud con Jokmah, mientras que el puntito superior de la iud está en relaciòn con el nivel de Keter la corona. De allí tenemos que el nombre puesto en vertical se corresponde con el Adam Primordial el cual ocupaba todo el árbol de la vida.
5-  ישראל  Israel significa ישר אל  iashar El “directo a Dios”.
6-  El concepto de tzim-tzum nos describe el movimiento que da origen a la Creación a través del paso de lo inmanifestado a lo manifestado, cuando ese Dios infinito que todo lo ocupa representado en el Ein Sof  produce una retracción de su luz para dejar un espacio libre donde se manifieste la Creación; entonces el Dios  Inmanifestado da paso al Dios manifestado, el cual se manifiesta a partir de la Creación y no antes.
El Dios Infinito e inmanifestado, ese Ein Sof,  contrae su luz, y a esa concentración primera podemos interpretar como la cabeza de la Creación representada en Keter, la “Corona”, podemos ver en el Ein Sof al cero metafísico que antecede a la Unidad primordial representada en Keter. Pero de esta contracción surge entonces un espacio libre, y la Unidad deviene en dualidad donde la concentración de la luz representa el principio activo Jokmah (llamado el Padre) y el espacio libre el principio pasivo femenino Binah (llamada la Madre). Pasando de la esfera del Ein Sof lo infinito e  inmanifestado a lo manifestado; de lo indiferenciado a lo diferenciado. 
7- Beit El más tarde pasa a ser Beit Lejem comenta Guénon en el “Rey del Mundo”, y en la relación entre ambas ciudades ve la conexión que existe entre la piedra y el “pan” lejem, palabra similar al árabe lajam “carne”. El autor observa en dicha conexión entre ambas ciudades, el simbolismo del pan que pasa a sustituir a la piedra como casa de Dios. Es decir, con la encarnación del Verbo Divino ya no será la piedra en el sentido de tablas de la ley o Templo la que sostenga el Verbo como casa de Dios, sino el lejem “pan”, que representa el verbo encarnado.
8- Habíamos notado además en el texto “La Virgen como Casa de Dios”, que entre la bet con su punto en el interior, o entre la bet y la iud de Bereshit existía una misma correspondencia con la Virgen portando en su vientre la simiente divina; y tanto la palabra Betulah “Virgen” comenzaba con esa misma letra bet,  como el nombre Yeshua del hijo cuyo significado es “Salvación”, comenzaba con la iud que representa esa simiente divina de la que todo parte, pero que desde el misterio de la salvación simboliza el germen divino que viene al re-generar el mundo. 
9- Así como esa matriz fecundada con la simiente divina es expresada en la בּ bet y en su nombre בית contenido en בְּרֵאשִׁית Bereshit, como en esta misma palabra entre la relación de la בּ bet y י la iud; también בינה Binah, a la cual se le llama Madre, contiene la י iud, y se puede leer: בן יה  ben Iah “hijo de Iah” (Iah remite a las dos primeras letras del Nombre Inefable יהוה IHVH). O sea que el principio que representa a la Madre Primordial está conteniendo dentro al que representa al hijo divino, como la propia bet de Bereshit con el punto en su interior, representa una matriz fecundada, o como la misma palabra בית bait “casa” que rodea a la palabra ראש  rosh “cabeza” en בְּרֵאשִׁית  Bereshit, בית bait lleva entre la ב bet y la ת tav que forman el nombre de la bet, la letra י iud, que simboliza esa simiente primera.
10- Pongamos atención a este párrafo del Zohar que nos revela ese misterio de la doble naturaleza masculina y femenina de la divinidad, una dispuesta al lado de la otra como colegas o compañeros, identificada una de ellas, la femenina con el nombre de Elohim.
“Hay algo que se llama Causa de las causas, pero no es la "Causa encima de todas las causas", que yo mencioné, que no tiene colega de quien pudiera tomar consejo, porque es única, anterior a todo y no tiene compañero. Por eso se dice "Ved ahora que Yo, Yo soy él, y Elohim no está conmigo", de quien pudiera tomar consejo, pues no tiene colega ni compañero, ni aún número, pues hay un "uno" que connota combinación, como masculino y femenino, del que está escrito: "Pues lo llamé uno", pero éste es uno sin número y sin combinación, y por eso está dicho: "Y Elohim no está conmigo".
11- En la letra bet podemos encontrar esos dos aspecto relacionados con la Shekinah que menciona Guénon: uno interno ligado al principio y otro externo relacionado con la manifestación. El aspecto interno relacionado con el principio es porque ella representa la matriz donde se gesta la simiente divina; y el aspecto externo relacionado con la manifestación, porque esa simiente es el origen de todo lo creado. Ella representa tanto la Casa de Dios, porque contiene la simiente divina primera, pero también es Casa de Mundo, porque de ella surge la manifestación.
12- La Shekinah es llamada la Madre, la Esposa, la Reina, la Matrona, también la Novia, etc.
13- Como el nombre Shlomo (del rey Salomón) o como la שלם Salem de Melkitzedek poseen también la misma raíz.
14- El matrimonio de Dios y la Shekinah en el mundo de arriba es permanente, pero en el mundo de abajo no, porque la Shekinah de abajo se encuentra en exilio, y le corresponde al hombre retornarla al lugar del centro sagrado que representa el polo del mundo, donde se producen las bodas entre ella y Dios.
15- También podemos entender este concepto de sucesivas restricciones o tzimtzumim de la luz a partir de la forma de círculos concéntricos que nacen de un punto que representará al principio y la cabeza de la creación donde el primer círculo alrededor es esa casa o palacio que se construye como describe el Zohar, y alrededor de ese primer círculo otros le siguen y a medida que se alejan del primero la luz va descendiendo hasta llegar al círculo más externo. Una línea, Kab, de luz parte del punto en el interior del primer círculo y atraviesa los diferentes círculos que pueden representar distintos niveles del cielo o de mundos, esa línea es la luz del principio que va fecundando los diferentes niveles. 
16- La paz en el árbol de la vida nace de la unión de la columna derecha asociada a la misericordia con la columna izquierda asociada al rigor. Como en la unión de la parte superior que representa el mundo de arriba regido por la misericordia con la parte inferior, el mundo de abajo regido por el rigor. Y esa unión es a través de la columna central que une la derecha con la izquierda y arriba con abajo. Esta columna se apoya sobre Yesod “fundamento” y quién la representa es Iosef ha-tzadik (José el justo) tzadik viene de tzedekah, un tipo de justicia ligada a la piedad, justicia equilibrante relacionada con el equilibrio de la Paz, manifiesta Guénon.