La Geometría espacial es un medio muy utilizado por las Tradiciones Sagradas, sobre todo en las lecturas que, de ellas, hacen los grandes Maestros. El I-Ching, en la Tradición Extremo Oriental, y el Vedanta, en el Hinduismo, dan prueba de ello.
Quizás la teoría de que “una imagen vale más que mil palabras”, fuera aplicable al caso, pero lo que sí es cierto es que las palabras, por sí solas, no pueden abarcar la comprensión de la Verdad revelada; pues, como todos sabemos, muchas veces una sola mirada, es suficiente para la comprensión de una verdad inmutable.
Siguiendo el caso del I-Ching -que se originó por la teoría de que a Dios no se le puede nombrar, pero se le puede dibujar, lo que dio lugar a los trigramas y los hexagramas-, intentaremos exponer, mediante la Geometría espacial, la representación de la Manifestación divina, basándonos en la Cruz Cúbica y en los Cuerpos Platónicos, concretamente: el Octaedro.
Para iniciar la representación Geométrica, es interesante empezar por la Ontología de la Zarza Ardiendo (Ahí, acudimos al Judeo-Cristianismo). En este pasaje bíblico Dios se da a conocer a Moisés diciéndole: “Yo Soy el que Soy”. Expresión bastante taxativa de su correspondencia con la hindú: “El Ser Es”. Lo que nos lleva a representarlo geométricamente como el punto origen de todo el Universo, del cual todo emana en la formación de su Manifestación, que constituye lo que en Cristianismo denominamos como “Creación”.
Geométricamente, de ese punto Original emana el haz de indefinidos radios de longitud indefinida, que colman la totalidad del Universo; por lo que, obviamente, su forma espacial sería la de una esfera. Y, para facilitar la comprensión, haremos que su representación venga dada por los tres diámetros: Zénit-Nadir, Este-Oeste, Sur-Norte, de los que, el primero, unirá los dos polos y, los segundos, los ejes perpendiculares del ecuador; representado así, esos tres diámetros, los ejes de los que puede partir el Universo en cada uno de los Grados de Existencia (Este-Oeste, Sur-Norte), como en el conjunto de todos ellos (Zénit-Nadir). Este cruce de ejes, geométricamente, sería, a todas luces, una cruz cúbica. (Ver Figuras 1 y 2)
Si partiéramos de un punto cualquiera (el 10, por ejemplo) del radio que va del Centro de la cruz al Zénit, y trazásemos una línea recta hasta el punto 10 del radio que va del Centro al Este y, partiendo de ahí, trazásemos otra recta hacia el punto 10 del radio que va del Centro al Sur; y, finalmente, uniéramos ese punto del radio Sur, con el punto original del radio Zénit, habríamos trazado un triángulo equilátero, cuyos vértices estarían situados en los puntos 10 de los radios: Zénit, Este y Sur. Y este triángulo equilátero sería la base de un tetraedro, cuyo vértice sería el centro de la cruz cúbica.
Obviamente, este tetraedro nada tendía que ver con el primero de los cuerpos platónicos, ya que, en éste, al ser regular, sus caras son todas triángulos equiláteros y, en el formado por la unión de los puntos 10 de los radios Zénit-Este-Sur de la cruz cúbica, los ángulos procedentes del centro (vértice del tetraedro) son todos ellos rectos, lo que impide que el tetraedro que hemos formado sea regular, por lo que nada tendría que ver con el primero de los cuerpos platónicos. Pero sigamos adelante. Si ese punto 10 del radio Zénit, lo unimos, mediante una recta, al punto 10 del radio Norte y, desde éste, trazamos otra recta hasta el punto 10 del radio Este, obtendremos otro triángulo equilátero, cuyo lado Zénit-Este, será común con el primer triángulo trazado anteriormente; y, en consecuencia, la cara: Centro-Zénit-Este, del segundo tetraedro que se habrá formado desde el vértice centro hacia los puntos 10 de los radios Zénit-Este- Norte, será común con la del primer tetraedro formado desde el centro hacia los puntos 10 de los radios Zénit-Este-Sur.
Con esto, dentro la esfera que supondría el Universo, tendríamos que, en el cuadrante formado por los radios Centro-Zénit, Centro-Este y por el diámetro Sur-Norte, habrían dos tetraedros tri-rectángulos unidos por su cara Centro-Zénit-Este. Partiendo de esto y para no seguir la explicación de cada uno de los tetraedros que se pueden formar uniendo, por rectas, los puntos 10 de cada unos de los radios que parten del Centro hacia cada uno de los extremos de la cruz cúbica, podemos ver que hemos formado ocho tetraedros, cuyo vértice es el Centro de la misma; por lo tanto, el vértice de la esfera, de donde emana toda la Manifestación divina para la Creación del Universo. (Ver Fig. 3).
Estos ocho tetraedros mencionados, no hacen más que formar un octaedro que, en este caso, sí sería regular, pues todas sus caras serían iguales, por lo que se podría identificar perfectamente con el Octaedro platónico, por el simple hecho de constituir propio Octaedro platónico.
Si trazásemos ahora desde el Centro, los radios equidistantes a los propios de la de la cruz cúbica, que pasarían forzosamente por el punto centro de cada una de las caras del octaedro, obtendríamos ocho radios más, y si uniésemos, por rectas, los puntos 10 (o cualesquiera otros) de cada uno de ellos, obtendríamos un cubo, que también sería uno de los cuerpos platónicos. (Ver fig. 4).
Haciendo extensiva dicha acción, podemos afirmar que uniendo los puntos 10 (o cualesquiera otros) de radios equidistantes que pudieran emanar del centro, se obtendrían también el dodecaedro y el icosaedro; lo que vendría a confirmar que, al igual que el polígono de indefinidos lados, es la circunferencia, el poliedro de indefinidas caras, es la esfera. Lo que indica claramente que la auténtica realidad de lo recto, es que es realmente curvo; y esto es algo que ya nos ha enseñado, en su tiempo, el Grado de Maestro en la Masonería, pasando de la Escuadra al Compás o, lo que es lo mismo, de la cuadratura del círculo a la circulatura del cuadrado.
Pero centrémonos de nuevo en el Octaedro, pues, a diferencia de los demás, es el que se forma con la Cruz Cúbica, y ahí nace una relación interesante con la Tradición Extremo Oriental. Como sabemos, la “coincidentia opositorum” es uno de los trabajos que hay que realizar en toda Vía iniciática -el primer Grado de la Masonería ya nos lo indica con el “Pavimento Mosaico”-, pues el paso de la dualidad a la Unidad, así lo exige. Partiendo de esto, a la manifestación dual propia del ser creado, la Tradición Extremo Oriental la expresa por las figuras del Yin y el Yang, a las que atribuye los caracteres propios de los opuestos en la Manifestación. Así, a la acción del radio: Centro-Zénit, la caracteriza de Yang, mientras que a su opuesta, la del radio: Centro- Nadir, lo hace de Yin. La propia del Centro-Este, también es Yang, por lo que su opuesta: Centro-Oeste, sería Yin; y siendo la acción del radio: Centro-Sur, Yang, su opuesta: Centro-Norte, sería Yin. (Ver Fig. 5).
Partiendo de esto, el tetraedro formado por los radios: Zénit-Este-Sur, sería Yang, Yang, Yang; el formado por los radios: Zénit-Este-Norte, sería: Yang, Yang, Yin; el formado por los radios: Zénit-Norte-Oeste, sería Yang, Yin, Yin; y el formado por los radios: Zénit-Oeste-Sur, sería Yang, Yin, Yang. Con esto tendríamos calificada la mitad superior del Octaedro. Si acudimos a la mitad inferior, veremos que el tetraedro formado por los radios: Nadir-Este-Sur, sería Yin, Yang, Yang; el formado por los radios: Nadir-Este-Norte, sería Yin, Yang, Yin; el formado por los radios: Nadir-Norte- Oeste, sería Yin, Yin, Yin; y el formado por los radios: Nadir-Oeste-Sur, sería Yin, Yin, Yang.
Es interesante observar como los opuestos son aquellos cuyo único punto en común, es el Centro (Ver fig. 5). El ejemplo más claro lo tenemos en el tetraedro: Centro-Zénit-Este-Sur, que es Yang, Yang, Yang; con su opuesto: Centro Nadir-Norte-Oeste, que es Yin, Yin, Yin. Y eso mismo ocurre con todos los tetraedros opuestos que forman el Octaedro. Mientras que entre los “no opuestos”, siempre está la cara común a los co-lindantes.
Como sabemos, el dibujo en el que representó la Tradición Extremo-Oriental a la Divinidad, no consistía más que el líneas rectas, continuas y quebradas (conocidas como los famosos trazos del I-Ching), que se manifestaban por grupos de tres trazos, formando los trigramas y, de seis trazos, formando los hexagramas. Las combinaciones de los trigramas, al constar sólo de tres trazos, combinándose entre continuos y quebrados, sólo pueden ser ocho; mientras que, en el caso de los hexagramas, al constar de combinaciones de seis trazos, alcanzan la totalidad de sesenta y cuatro.
En el caso del Octaedro, es obvio que al constar, cada una de su caras, de tres radios que las definen, entran en juego los trigramas; que, siendo ocho, vemos que cada uno de ellos debe coincidir forzosamente con cada una de las caras del mismo. Y sabiendo que, mediante los ocho los trigramas, el I-Ching define al Universo, es interesante apreciar la importancia simbólica del Octaedro como figura que, partiendo de la Cruz Cúbica, viene a definir cada una de las características de la Manifestación divina, mediante su aplicación a los trigramas de la Tradición Extremo-Oriental.
Características, que, según el I-Ching, serían las siguientes:
La cara Zénit-Este-Sur: Yang, Yang, Yang.
Sería lo Creativo. La Cualidad sería: Fuerte; la Imagen sería: Cielo; y la Familia sería: el Padre.
La cara Zénit-Este-Norte: Yang, Yang, Yin.
Sería lo Suave. La Cualidad sería: Penetrante; la Imagen: Viento, Madera; y la Familia sería: la 1a hija.
La cara Zénit-Norte-Oeste: Yang, Yin, Yin.
Sería lo que el I-Ching define como el Aquietamiento. La Cualidad sería: Quieto; la Imagen sería: Montaña; y la Familia, sería: el 3o hijo.
La cara Zénit-Oeste-Sur: Yang, Yin, Yang.
Sería lo Adherente. La Cualidad sería: Luminoso; la Imagen sería: Fuego; y, la Familia sería: la 2a hija.
La cara Nadir-Este-Sur: Yin, Yang, Yang.
Sería lo Sereno. La cualidad sería: Regocijante; la Imagen sería: Lago; y la Familia sería: la 3a hija.
La cara Nadir-Este-Norte: Yin, Yang, Yin.
Sería lo Abismal. La Cualidad sería: Peligroso; la Imagen sería: Agua; y la Familia sería: el 2o hijo.
La cara Nadir-Norte-Oeste: Yin, Yin, Yin.
Sería lo Receptivo. La Cualidad sería: Abnegado; la imagen sería: Tierra; y la Familia sería: la Madre.
La cara Nadir-Oeste-Sur: Yin, Yin, Yang.
Sería lo Suscitativo. La Cualidad sería: Movilizante; la Imagen sería: Trueno; y la Familia sería: el 1o hijo.
Hemos querido citar estos datos extraídos del I-Ching o “Libro de las Mutaciones”, expuestos lo más escuetamente posible -según un cuadro del propio Libro-, para no hacer este Trabajo más extenso en temas más propios del Taoísmo. Y si algún C. desea profundizarlos, no tiene más que adentrarse en las explicaciones expuestas en dicho Libro.
Es interesante también tener en cuenta que, según el “Libro de las Mutaciones”, la Cruz siempre es cúbica, es decir más adecuadamente, siempre es de tres dimensiones, ya que, según refleja este Libro, la manifestación plana de dos dimensiones, sólo es un planteamiento ilusorio propio del ser creado (recordemos la entrada, en Logia, del Maestro, en Masonería); pero este es un tema que creemos escapa del presente Trabajo, por lo que puede ser tratado en otras ocasiones.