A pesar de la poca simpatía que el Islam inspira a la mentalidad occidental moderna, en especial su ley religiosa (la Shari’a), el Sufismo, que es su esoterismo y su metafísica, goza sin embargo de cierto prestigio, despierta una respetable curiosidad, ya fuera quizá por su “exotismo”, aunque se ignore casi todo de él. Por ello mismo, se ha llegado a creer en muchos casos, tanto por occidentales como por ciertos sectores musulmanes, que el Sufismo no es Islam, sino una especie de corriente dentro suyo de proveniencias diversas, a veces heréticas, cuando no una cosa importada del monaquismo cristiano o del mundo occidental antiguo, lo cual no es cierto como tantas otras cosas imputadas a esta tradición.
La Shari’a y el legalismo religioso (el Fiq) no representan al Islam integral sino solo a su exoterismo, la ley y los preceptos religiosos generales. En cuanto al mundo y la raza árabes, tampoco tienen el monopolio del Islam, especialmente ahora cuando la comunidad islámica, la Umma, la componen actualmente en todo el mundo casi un 70% de personas no árabes. Al Islam integral lo compone tanto la Shari’a y el Fiq, como especialmente el Tasawwuf (llamado Sufismo en Occidente), que siendo el hueso o la almendra del fruto, es su parte más esencial; y en este sentido, es bien significativo lo que decia el Imam Malik, el padre de la escuela sunnita Malikí: “La práctica del Tasawwuf sin Shari'a corrompe la fe; la de la Shari'a sin Tasawwuf te corrompe a tí mismo, sólo uniendo las dos se alcanza la verdad”
Para ser más precisos, el monoteísmo musulmán se define como la manifestación última de la Tradición primordial o adámica (Din al Qayyum), reinstaurada en los pueblos semíticos por Abraham, que era Hanif (puro), es decir, ni idólatra ni politeista, (ni tampoco judio, cristiano, ni musulmán) sino adorador de la Unidad; después de Abraham por Moisés, después por Jesús y finalmente por Muhammad (slaws). Dicho monoteísmo comprende en el Islam tres principales dimensiones superpuestas en importancia espiritual, primero el propio Islam, al que corresponde la Shari’a, pensada según los maestros para someter el ego animal del hombre (Nafs) al Espíritu (Ruh); segundo el Iman, la Fe o convicción espiritual verdadera, al que corresponde la Tariqa y las vías del Tasawwuf, dirigidas al ‘Aql, es decir, a la inteligencia del corazón (razón e intuición intelectual); y el tercero el Ihsan que corresponde a la Haqiqa, la Verdad o Realidad divina en sí. La Tariqa o el Tasawwuf es precisamente el sendero iniciático que lleva del nivel de la Shari’a al de la Haqiqa, que es el núcleo de todo el conjunto.