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jueves, 7 de noviembre de 2013

ARTE, ESPIRITUALIDAD Y VANGUARDIAS MODERNAS. Crítica a ciertos postulados del arte moderno (y II), por Manuel Plana

VIII. “Trascendencia” de la materia

Otro aspecto que toma la abstracción cuando se combina con el expresionismo es el Informalismo, cuyo criterio preferente es la trascendencia de la materia o lo matérico. “El arte, dice Jean Dubuffet (líder del movimiento “Art Brut”), ha de nacer del material. La espiritualidad debe cobrar el lenguaje del material. Cada material tiene su lenguaje, es un lenguaje. No se trata de adjuntarle un lenguaje (diferente) o de que sirva a un lenguaje” (Escritos sobre arte. Ed. Barral 1975. BCN)

Aquí, la idea, el concepto, no quedan excluidos pero sí sometidos al imperativo matérico de la obra, a sus texturas y accidentes epidérmicos, que hablan tanto o más elocuentemente que las formas ilusorias de la pintura realista. La provocación y el absurdo juegan un gran papel. Se trata también de romper los hábitos mentales ordinarios y los presupuestos estéticos convencionales del espectador, provocar una catarsis y después una especie de “metanoia”, en la misma línea de pretensiones místicas, capaces, dice A. Tápies, “de provocar una transformación en la consciencia del espectador”. 

Sin embargo, este criterio sobre la trascendencia de la materia merece una atención especial por lo que tiene de absurdo lógico y filosófico. Además, el Zen, de donde provienen aquí en préstamo casi todas las ideas aunque no sin retocar, nunca se ha interesado por este presupuesto matérico.  El mundo, para el Zen, es una nube inconsistente, un espejismo de la consciencia, como la materia. Es cierto que algunos artistas europeos se interesan por las filosofías orientales más que por su estética misma, cosa que en cambio no habían hecho los Impresionistas. Pero la comprensión cabal de sus doctrinas metafísicas está muy lejos de ser clara y diáfana.
En efecto, “La mirada occidental al arte primitivo, dice Valeriano Bozal, al concederle jerarquía de (simple) objeto estético, lo despoja de su valor totémico y ritual”, es decir, de su función original y de su verdadero sentido sagrado (Orígenes del arte contemporáneo). Pero el Informalismo acepta esa función sagrada, y a Antoni Tápies se le encarga diseñar un espacio de meditación en la Universidad de Barcelona, y también un enorme calcetín agujereado para el gran Salón Oval del M.N.A.C, también como objeto de meditación.