Recordemos que la palabra laico viene del latín “lego“, el que no sabe leer, es decir, el ignorante o profano que no conoce su tradición (especialmente cuando es una tradición del “Libro”), condición que poca justicia hace a un verdadero masón que, aunque sea aprendiz, al menos ya sabe “deletrear”. Es cierto que también se entiende por laico lo que no es directamente religioso y que, en algunos casos, lo laico está comprendido, aunque indirectamente, en la religión o la tradición –ver el budismo o el cristianismo y sus órdenes terciárias- pero también lo es que, de saber el sentido original de la palabra, pocos masones se jactarían de quedar definidos por ella.
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sábado, 27 de octubre de 2012
SOBRE LO SAGRADO, LO LAICO Y LO PROFANO EN LA MASONERÍA, por H:. Graal
Recordemos que la palabra laico viene del latín “lego“, el que no sabe leer, es decir, el ignorante o profano que no conoce su tradición (especialmente cuando es una tradición del “Libro”), condición que poca justicia hace a un verdadero masón que, aunque sea aprendiz, al menos ya sabe “deletrear”. Es cierto que también se entiende por laico lo que no es directamente religioso y que, en algunos casos, lo laico está comprendido, aunque indirectamente, en la religión o la tradición –ver el budismo o el cristianismo y sus órdenes terciárias- pero también lo es que, de saber el sentido original de la palabra, pocos masones se jactarían de quedar definidos por ella.
jueves, 11 de octubre de 2012
LA MÚSICA SAGRADA DEL SUFISMO: EL SAMA’A, por Manuel Plana
Se denomina Sama’ a diferentes expresiones de la música sufí, sea cantada a capela o instrumental, también cuando interviene la danza, como el caso de los derviches mewlevy, naqshbandis o de otras cofradías. En la Tariqa Qadiriyya Butchichiyya que hoy presentamos (*), los cantos son a capela, sin ayuda de instrumento alguno.
Las sesiones de Sama’a se realizan en el interior de las zawias sufíes y sirven normalmente de colofón a diferentes ritos grupales del Tasawwf, el verdadero nombre del sufismo. También se dedican sesiones de Sama’a cuando en las veladas grupales el Sheikh se encuentra presente entre los foqara, o cuando se celebran fiestas señaladas, como el nacimiento del Profeta -slaws- (Mawlid al Nabbi), la Noche del Destino (Laylat ul Qadr) y otras. Las letras del Sama’a son Qasidas, es decir, poesía sufí escrita por reconocidos maestros del Tasawwuf. Normalmente relatan los diferentes estados, situaciones y comportamientos del alma humana en relación a la proximidad o alejamiento de su Señor, expresando bajo la cobertura simbólica del lenguaje amatorio los secretos de la realización espiritual. Precisemos que en el sufismo y el Islam el Señor es una expresión de la Realidad divina en tanto principio espiritual del ser, pero que se evita personalizar al no individualizarse nunca.
A pesar de lo que generalmente se piensa, es este simbolismo del amor espiritual el que se transfiere a la relación hombre-mujer en el momento que se difunden estas expresiones tradicionales arraigando en la cultura popular. El amor cortés de la nobleza caballeresca, el Mester de Juglaría y la Gaya Ciencia de la Europa medieval, incluso los Carmina Burana del Renacimiento y más tarde el Romanticismo, contienen una directa alusión a esto, así como una cierta influencia del sufismo a través de la cultura hispanomusulmana. De la misma fuente, mezclado siempre con elementos populares y étnicos diversos, proviene la música mozárabe, la morisca y el flamenco.