Si en el ciclo anual los solsticios de verano e invierno marcan el eje vertical Norte-Sur, (relativamente vertical pues son determinaciones del mismo plano terrestre) los equinoccios marcan el horizontal Este-Oeste, marcando ambos la cruz o cuadratura del círculo anual. En efecto, estos puntos cardinales, al entrar en relación directa con las estaciones señalan la unidad indisoluble del tiempo y el espacio y en otro aspecto, como veremos, la del Cielo y la Tierra. En el día o ciclo diario, que es el microcosmos del año, estos mismos puntos señalan el amanecer y el atardecer, los que auguran el nacimiento y la muerte del sol en relación a la línea del horizonte (del griego horizón, de horizo: "yo delimito"), pues sale por el Este (Levante) y se pone por el Oeste (Poniente), línea que delimita así dos niveles de realidad diferentes, el cielo y la tierra; o también el cielo y el inframundo o mundo subterraneo, siendo el horizonte mismo el plano intermedio. Estos tres planos de la realidad natural los encontramos en todas las tradiciones simbolizando los tres niveles o "mundos" de la cosmogonía, respectivamente el espiritual, el anímico y el corporal terrestre. A veces el mismo esquema varía intercambiándose los niveles, cuando por ejemplo, es la atmósfera el mundo intermedio y la tierra el nivel más inferior, o cuando toda la manifestación cósmica es relativamente subterranea en relación al Principio (como la caverna de Platón y la cosmogonía de algunas tradiciones de centroamérica). Pero en todo caso, la idea de dos mundos opuestos y uno intermedio que los une y separa a la vez, es consustancial a la naturaleza misma de todo lo creado.
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miércoles, 28 de marzo de 2012
ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO DE LOS EQUINOCCIOS, por Manuel Plana
martes, 20 de marzo de 2012
EDITORIAL PRIMAVERA DE 2012
Desde su inicio en Octubre del 2010 M.T. ha seguido una norma editorial basada en la publicación de estudios originales inéditos en castellano, salvo algunas excepciones que consideramos de oportuno interés para nuestros lectores y para nosotros mismos.
El hecho de integrar en una misma publicación trabajos sobre diferentes tradiciones, todas vivas, creemos que enriquece y fomenta el interés general por la espiritualidad, permitiendo contrastar puntos de vista diferentes de lo mismo, no para fusionarlos a lo “new-age” en una misma papilla digesta y consumible para el mayor número posible de incautos y turistas esotéricos. El Tasawwuf islámico y el Shivaismo Cachemir, por ejemplo, de los que se han vertido versiones inéditas de autores de acreditada solvencia, son poco conocidos por no decir casi nada, y la Franc-Masonería no mucho mejor a pesar de ser una forma iniciática occidental. Vale decir que, a medida que estén disponibles nuevos estudios, intentaremos ampliar el espectro tradicional.
Comprender lo esencial de una cosmovisión sagrada abre sin límite las posibilidades de la consciencia a otros modos insospechados de la realidad y de ella misma, que a partir de ahí se verá abocada a una severa revisión de todos sus contenidos y de su naturaleza propia. Cada tradición es un enfoque majestuoso de la realidad, pero en algunas podemos encontrar desarrollados aspectos vitales de la doctrina que en otras apenas están sugeridos, siendo además vías de acceso reales a una realización efectiva, siempre en acuerdo a las posibilidades del interesado y de la intensidad de su deseo de conocer la Identidad verdadera.
Con casi año y medio de vida, M.T. ha tenido un número de visitas más que apreciable considerando las circunstancias actuales y el propio medio en el que se difunde, el espacio “virtual” de Internet donde ahora circula lo mejor y lo peor del ambiguo psiquismo general, siendo la propia red una “fijación” cybernética suya. Esa misma ambigüedad hace deplorar, por un lado, la mediocridad y nula honestidad intelectual de muchas páginas sobre estos temas (no solo en castellano) y, por otro, felicitar la labor de nuevas publicaciones y blogs de especial interés tradicional, hechos a consciencia y con consciencia de lo que se habla, de los cuales M.T. procura insertar enlace y recomendar su visita.
Apreciamos cordialmente el interés mostrado por algunos lectores y estamos a su disposición para cualquier consulta.
La Redacción
miércoles, 7 de marzo de 2012
PARAMARTHASARA (23-28)* de Abhinavagupta (y comentarios de Yogaraja). परमार्थसारः
Prakṛti al igual a Māyā kañcuka, sirve como velo que cubre a puruSa. Esto se describe [en el verso siguiente].
Verso 23
तुष इव तण्डुलकणिकामावृणुते प्रकृतिपूर्वकः सर्गः।
पृथ्वीपर्यन्तोऽयं चैतन्यं देहभावेन॥२३॥
tuṣa iva ta.ṅdula-kaṇikām āvṛṇute
prakṛti-pūrvakaḥ sargaḥ |
tuṣa iva ta.ṅdula-kaṇikām āvṛṇute
prakṛti-pūrvakaḥ sargaḥ |
pṛthvī-paryanto 'yaṃ
caitanyaṃ deha-bhāvena || 23 ||
La creación, que se extiende desde prakṛti hasta pṛthvī (tierra), cubre la Conciencia pura proporcionándole un cuerpo físico de la misma forma que la cáscara cubre un grano de arroz.
Esta creación, que se extiende desde prakṛti hasta pṛthvī (tierra), sirve como la envoltura más externa de la Conciencia pura, al igual que la cáscara que envuelve al grano de arroz. La Conciencia pura está ya cubierta por el velo de māyā actuando como una envoltura (kañcuka). La Conciencia pura está cubierta de nuevo por [el velo proporcionado por prakṛti] en la forma de un cuerpo físico, el cual sirve como la envoltura más externa al igual que la cáscara del grano de arroz, proporcionando como una especie de muro, que cubre a cada ser individual (mónada espiritual). Estos sujetos individuales, dotados con los tattvas, que se extienden desde los indriyas (órganos de los sentidos), también llamados Kalās, hasta los elementos específicos materiales físicos que constituyen el cuerpo físico, son técnicamente llamados sakalas (seres encarnados). [También hay sujetos que están] desprovistos de los elementos específicos de tipo físico y material, y, por lo tanto, no están encarnados. Estos sujetos son llamados pralayākalas. Así pues, la creación entera comprende siete tipos de sujetos empezando por Śiva y acabando por los sakalas, y está presidida conjuntamente por Rudra y kṣetrañas (seres encarnados).